Rolex siempre ha sido objeto del deseo de comunistas de viejo y nuevo cuño. Todo aquel zurdo que haya tenido acceso a las mieles del poder, se ve impelido a apresar su muñeca izquierda con uno de estos relojes, preferiblemente de alta gama. Porque también están los de módicos precios para cierto zurdaje, sin espacio en la cúpula de los asquerosamente enriquecidos con sobredosis de privilegios. Diría que estos últimos son para ese “proletariado cortesano” que se arremolina en las adyacencias de la élite. Esa que está obligada a desprenderse de sobrantes y remanentes, para que los enchufados de segunda categoría disfruten de canonjías y prebendas. Es menester mantener contento al séquito palaciego, a meninos y meninas.
En nuestro continente la tradición “Rolexiana” se inició con el tirano de Cuba, cuando todavía era la figura heroica y barbuda, que señalaba el camino de la humanidad en dirección al comunismo más ortodoxo. Disponía de recursos crematísticos para participar en todas las conspiraciones, diseñadas o que se producían en cualquier país capitalista, sin que fuera un impedimento la distancia. Los dóciles guerrilleros de Fidel -de variadas nacionalidades- pelearon para imponer el comunismo.
En Venezuela, algunos guerrilleros vernáculos recibieron un Rolex Submariner, tal como lo documentó Héctor Pérez Marcano en su libro La Invasión de Cuba a Venezuela (2007). Creo, repito, que allí se originó la preferencia comunista por esas herméticas máquinas de precisión cronométrica. Creadas por el alemán Hans Wilsdorf (1881-1960), cuando del siglo XX apenas habían transcurrido cinco años. Por cierto, el nombre Rolex fue producto de un ejercicio de creatividad lingüística de Wilsdorf. Este visionario combinó -de todas maneras- las letras del alfabeto, hasta que llegó a la denominación que le resultó más convincente.
Eran tiempos del reloj de bolsillo cuando Wilsdorf fundó en Londres una empresa para producir uno que se llevara en la muñeca, porque presintió que aquello sería sinónimo de elegancia. No se equivocó. Pero la cosa escaló hasta convertirse en símbolo del poder económico y político de sus poseedores.
Los propietarios comunistas de esta lujosa pieza capitalista se han convertido en acumuladores compulsivos de los 14 modelos, documentados en las páginas -primorosamente diseñadas- que se despliegan en Google. No sé si es conveniente que dictadores, tiranos y sátrapas de esta izquierda hambreadora luzcan un Rolex en sus muñecas. Porque su propósito es ostentar y presumir lujos y riquezas mal habidas. Sustraídas de aquellos países que cayeron en sus garras y que hundieron en la miseria, mientras ellos disfrutan de una orgía sin fin, que tiene en el consumo de bienes de alta gama la máxima expresión de su éxito.
Si usted le mete el ojo a la muñeca de estos izquierdópatas, verá un Rolex. Como el que exhibe Dina Boluarte, la sustituta del sombrerudo Pedro Castillo, hoy preso en Perú. Un país que se ha dado el lujo de haber eyectado a varios presidentes en pocos años, pero cuya economía no ha dejado de crecer. Todo indica que funciona la independencia de poderes. Un buen ejemplo para el resto del continente.
Pero Dina Boluarte también cayó en la tentación del Rolex. No uno para ver -lujosamente- la hora, sino que es poseedora de otro u otros desde 2023. Se decantó por el modelo Lady Datejust36 de oro blanco, el único destinado al sexo femenino de los catorce que forman la exclusivísima colección. Por cierto, la Casa Banchero -representante de la afamada marca en Perú- señaló que nunca le ha vendido un reloj a la presidenta. Boluarte se ha defendido con un ataque a la prensa peruana. Ella se pregunta: “¿Desde cuándo un sector de la prensa peruana se preocupa por lo que usa o no usa la presidenta? Espero que no sea por un tema sexista o de discriminación”.
Como toda comunista, Boluarte apela al argumento del sexismo y a la discriminación para descalificar el trabajo de los periodistas que cumplen con su tarea de investigar la corrupción de quienes detentan el poder. En Perú los medios independientes tienen su espacio y gozan de respeto, tanto de las instituciones como de los ciudadanos. Por eso a Boluarte le allanaron su casa y se le sigue el procedimiento legal previsto en las leyes peruanas. Por tanto, dudo que llegue hasta 2026, cuando deben convocarse nuevas elecciones. El Rolexgate pica y se extiende, y se llevará por delante a la primera presidenta del país natal de Vargas Llosa.
Agridulces
Están desatados en la AN. El proyecto de ley contra el fascismo, neo fascismo y expresiones similares se convertirá en ley rápidamente. Cualquiera puede ser imputado si la élite lo señala. Sólo basta con ser calificado de fascista o neo fascista por los dueños de Venezuela.