martes, 29 abril 2025
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Retorno organizado

De más allá del voluntarismo en cómo llegar con los pies sobre la tierra al quehacer de lo inmediato con los jóvenes, mujeres, profesionales, trabajadores, recurso humano congelado en la cultura del facilismo, escepticismo y el falso pragmatismo.

@OttoJansen

El tiempo de Venezuela y de los venezolanos no está paralizado como puede pensarse desde la contemplación común y cotidiana, en la que la normal desesperación y angustias copan el ánimo ciudadano. El mundo toma medidas y tanto los connacionales que están adentro como los que se encuentran afuera del país son impactados por decisiones en curso de los Estados y por la dinámica geopolítica; por el cuadro nacional, especie de cuarto oscuro con imposibilidad de ver siluetas definidas en las acciones por el rescate de la democracia y logro del mandato de la soberanía popular del pasado 28 de julio. De antemano hay que decir que la dirección y la confianza política sigue estando, abrumadoramente, en manos de María Corina Machado, aunque a la par y no sin celeridad los encantadores de serpientes intentan inventar narrativas contrarias con maniobras de antemano decapitadas por la forma como hoy el Estado chavista con el control y la represión a la sociedad establece su sostenimiento y el espejismo institucional.

Pero esa reflexión que ensayamos todas las semanas por esta líneas, no son el centro de las inquietudes en esta ocasión. Dirigimos la mirada a lo que desde Perú, por donde nos encontramos, tuvimos oportunidad de intercambiar con el abogado y politólogo guayanés, Oscar Salamanca, inscrito en lo que un grupo de varias pequeñas organizaciones en Lima han denominado, Plataforma Social Democrática. El proyecto del grupo es el Retorno Organizado de la diáspora venezolana al país, una vez abiertas las puertas de la democracia. Salamanca nos dice que se trata de una oferta política y social, “una propuesta para proteger derechos humanos, salud, educación. Tenemos diversidad de grupos vulnerables”. La idea es pertinente -consideramos-, trabajan sus impulsores en la elaboración de un documento formal con la que han venido haciendo contactos con el presidente electo Edmundo González y de Machado. Ahora esa tarea con sus avances nos lleva a repasar (un tanto paradójicamente por la demostrativa respuesta lograda en el proyecto mencionado) la pregunta que, en un contexto de situaciones rápidas en los países de acogida de la inmigración venezolana, nos hacía otro compatriota en el exterior: ¿Cuál? o ¿Cómo puede ser la mejor contribución de la diáspora en la lucha que se lleva a cabo en nuestro país? En el que el paso de los días acumula más dificultades y más exigencias.

Es aquí cuando caemos en consideración sobre las muchas e innumerables ideas que corren el riesgo de no terminar en hechos concretos, por la vorágine de los acontecimientos, por la dureza del proceso que exige, y exigirá aún más, prioridades rigurosas. Por la falta de recursos inmediatos que a la espera de un mínimo de funcionamiento regular de los organismos nacionales en el periodo de transición no tendrán posibilidad de implementarse. Ponemos por caso la decisión de la República de Ecuador, apenas hace unas horas, que restringe, tal como han venido haciendo las políticas de los Estados de los países latinoamericanos y del mundo, las medidas de facilitación inmigratoria de la presencia y regularización venezolana. O que al cerrar los Estados Unidos sus fronteras, debido a medidas de orden interno, ha comenzado un retorno masivo a Venezuela tan peligroso e inseguro como ha sido el traslado fallido, incluso sin todavía contar con una resolución democrática.

Movimiento creador

La inmensa mayoría del país que sufre los embates de la represión y los cuentos forjados de la post verdad del régimen revolucionario, ha de enfocarse en la resistencia y en derrotar en la cotidianidad, las veces que intente levantar cabeza, el guion forzado de la “normalización” con las recomendaciones, actos o piruetas en las condiciones de aniquilación que implementa la cúpula gobernante. No hay otro camino que la resistencia y contribuir al plan libertario en las rígidas condiciones de una clandestinidad al que los ciudadanos están sometidos, si no quieren ser apresados o desaparecidos (destino actual de miles) por ejercer sus derechos democráticos y vocear la verdad de los resultados electorales presidenciales.

El movimiento cívico nacional ha de esperar su hora (cuyas piezas sin dudas siguen amalgamándose) para asumir el poder político. Ahora los días actuales parecen aconsejar ir transitando la mejor comprensión de un país roto, de escanear cada punto de las ciudades abandonadas, de releer municipios y pueblos llenos de atrasos, involución, funcionamiento fantasmal e ignorancia. De más allá del voluntarismo en cómo llegar con los pies sobre la tierra al quehacer de lo inmediato con los jóvenes, mujeres, profesionales, trabajadores y el recurso humano congelado por muchos años en la cultura del facilismo, vicios del escepticismo e inmediatismo y el falso pragmatismo. Presos por tanto tiempo de la incultura en relación a los conceptos de la modernidad y ejercicio de derechos y justicia.

La figura de la sociedad en construcción y en renovación histórica es una condición de la nueva etiqueta de identidad en Venezuela. Esto no quiere ser reconocido por las elites y sus afines en su pensamiento obsoleto; ciegos a lo que ocurre en las bases de la sociedad nacional. Por eso al repasar la pregunta sobre el qué y cómo, dirijo la mirada a los esfuerzos reducidos, probablemente, de los amigos en Lima que impulsan un retorno organizado sabiendo que el regreso colectivo está en marcha, sabiendo que el desafío se agiganta a medida que pasan los días y surgen nuevas y complicadas aristas.