jueves, 28 marzo 2024
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“Yo te quiero con limón y sal”

La estabilidad del caos es fascinante. Si nos ceñimos a las personas a quienes no les gusta ni sufrir ni mortificarse, la canción limón y sal duda sobre la vida. | Foto Facebook Julieta Venegas

@RinconesRosix

La canción de Julieta Venegas que dice “yo te quiero con limón y sal” se puede referir a la expresión inglesa “lo tomo con una pizca de sal”, que significaría en este caso, “con reservas” sobre ese objeto del amor. De la misma manera, puede la frase interpretarse desde la copa de tequila, y la explosión de sabores recios que abruman a los amantes.

Debo confesar que por un buen tiempo había dejado de prestarle atención a las letras de las canciones. He tenido años huyéndole a la melodía prefabricada, al ruido, a los lugares comunes y repeticiones. Animada a resolver el vacío, últimamente he optado por escuchar a músicos independientes que han escarbado entre las canciones clásicas de la América Latina para presentar muy respetables arreglos e interpretaciones. Ha habido creaciones gratas también, y Limón y Sal ha sido una de ellas. Julieta Venegas es una artista que describe su acto creador como una visitación: “en cualquier momento puedo intentar contarlo con una canción”. Y sobre sus lecturas agrega: “Todos los procesos se unen… La lectura nos ayuda a ser esa persona que necesitamos ser. Es una herramienta más para abrir caminos y para encontrarnos”.

¿A qué amor le canta? El “te quiero tal y como estás” de la canción indica un largo y sostenido conocimiento de la persona, una relación de años o un matrimonio. Hay una aceptación de los cambios de humor del amante, quien a pesar de la inconstancia, sencillamente está. En ese sentido, el tema evoca a La fierecilla domada de Shakespeare, donde el amor de pareja se construye con las cartas sobre la mesa y no dentro de la niebla de los primeros días. Por ejemplo, cuando en la canción ella dice: “A veces no me gusta tu forma de ser” y después sigue con la paradoja del encanto, sabemos que anda por la cuerda floja.

Una canción maestra en rupturas es Amor Bonito, de Gualberto Ibarreto, que reza así: “Yo quiero un amor bonito que me llene de alegría, yo quiero un amor bonito que me dé su corazón, un amor que me dé besos y no mortificación”. Como se puede apreciar, la disyuntiva entre quedarse o llevarse los macundales se define por la sinceridad del amor. De suyo, la propia Julieta Venegas en su canción Me Voy, aun cuando admite merecer que no la quieran: “No voy a llorar y decir que no merezco esto, porque es probable que lo merezca, pero no lo quiero, por eso me voy”. Ella decide irse para no sufrir más, y como Gualberto, anda buscando un amor sincero y bonito.

La estabilidad del caos es fascinante. Si nos ceñimos a las personas a quienes no les gusta ni sufrir ni mortificarse, la canción Limón y Sal duda sobre la vida: “nunca creí en la felicidad, a veces algo se le parece, pero es pura casualidad”. Sabemos que, en la vida amorosa, la cercanía y el tiempo disiparán la niebla y revelarán verdades. La estabilidad reside en si ese algo del otro, de ninguna manera rompe el respeto y el bienestar entre las dos personas. Es por esa razón que, aun cuando esas relaciones se terminen, puede perdurar un amor de amistad, de amistad a secas. Desde la distancia, las necedades se tornan curiosas, no fastidian ni dan hartazgo, sino que se perciben como una pluma en el aire o una sonrisa pícara.

Yo conozco a una pareja a quien bien se les puede dedicar este trago de tequila de Julieta Venegas. Para no entrar en detalles, estas personas a quienes en adelante llamaré la tía y el esposo, han tenido varios años de matrimonio. Mi tía no renuncia al sueño de ser invitada a almorzar, o de recibir un trato romántico. Él le da besos para tranquilizarla cuando anda harta y eso la molesta aún más. Ella no es del tipo víctima, sabe defenderse, pero debe soportar sus impertinencias con ella y otros, y además sus inconstancias de carácter. Ella asegura que cuando él tiene arranques de mal humor se debe a la luna llena, y por eso cuando anda enfurecido, ella sale a revisar las ventanas de la casa. A su hombre lobo a veces le da por poner rancheras o le trae dulces, y a quienes los conocemos nos parece gracioso, pero a ella no tanto. Allí siguen. Con los años su locura lo ha ayudado a vacilarse la pesadilla venezolana, pues él parece estar feliz en su mundo. Mi tía ha lamentado no haberse divorciado antes, pero, la verdad, ni a mi tía ni a él los veo separados.

¿A cuántos habrá adivinado la compositora? La mía con tequila, por favor.

Nota: Vale mi interpretación de la frase tanto en español como en inglés, en vista de que la compositora y cantante proviene de Tijuana, la zona fronteriza entre México y los Estados Unidos, y es por ende bicultural.