lunes, 18 marzo 2024
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Reparto de minas en plena lucidez de una agonía

Nuestra desconocida y larga historia regional ilustra acerca de esa visión del oasis salvador; la de creer encontrar atajos a problemáticas de envergadura.

“Procederé a aprobar entregar una mina de oro en pleno proceso productivo a cada Gobernación de estados bolivarianos para la producción de recursos en divisas convertibles. El oro llega a las regiones directamente. El que lo haga mejor, recibirá su premio de nuevas minas y áreas productivas”. Así lo anunció Maduro la semana pasada en cadena de radio y televisión, como ha devenido su pasmosa rutina.

Son a prueba de planes refritos -como bien se ha calificado- simples palabras que se las traga la larga crisis venezolana, porque ¿Qué significa para el estado Bolívar repartir las minas a las gobernaciones cuando su desfalleciente dinámica económica la hace desde la explotación de las “bullas” auríferas, al observar convertida en chatarras el emporio industrial que fue su identidad y sustento? ¿Cuál es la novedad que pretende el régimen revolucionario cuando las minas están controladas, luego de decretar la explotación del Arco Minero por el hampa o la guerrilla mientras la población guayanesa que en masa busca el sustento se inhibe cada vez más de regresar a estos territorios, y en circunstancias como el municipio Sifontes que pide públicamente se les permita la explotación son asediados tanto por los “sindicatos” y sus matanzas, como por la represión y las amenazas militares en defensa, según, de sus negociados?

El nudo gordiano del pretendido golpe teatral, cuyos acompañantes fueron conocidos apéndices de raídos grupos obreros rojos de Sidor y otras empresas, el comodín visual calculado para los anuncios que buscan la credibilidad del país, sin ni siquiera contar el estado Bolívar. El nudo, repetimos, estriba en afrontar con palabra devaluada la destruida economía venezolana, llena de calles ciegas y un monstruoso laberinto que no puede encarar soluciones. “La economía venezolana se contrajo 26,8% en el primer trimestre del 2019 en comparación con el mismo período del 2018, según informó el Banco Central de Venezuela.

El PIB venezolano se mantiene en cifras negativas desde el primer trimestre del 2013, año en el que falleció el presidente Hugo Chávez y lo sucedió Nicolás Maduro en el poder (…) También actualizaron las cifras de inflación del país. La variación acumulada de la inflación en lo que va de 2019 es de 4.679,5% (…) Los nuevos datos también indica que la producción petrolera venezolana continúa en caída”. De la nota de Jorge Luis Pérez Valery (CNN), 19/10/2019. Es palpable entonces que mientras los indicadores oficiales, publicados en este mes, corroboran el hundimiento de la vida venezolana, los rostros principales del socialismo del siglo XXI muestran la agonía del proceso (aun portando maquillaje propagandístico), reflejando esos espejismos que se producen en trances comatosos y que también se dice son producidos por la fiebre del mineral de oro.

“Los piratas de la sabana”

Nuestra desconocida y larga historia regional ilustra acerca de esa visión del oasis salvador, la de creer encontrar atajos a problemáticas de envergadura. Trastocadas, como puede suponerse, en penosas y trágicas experiencias que miembros del pueblo llano, pero también representantes ilustres en afán por el extractivismo áureo han pagado con creces. “Frank Busch era un norteamericano como tantos otros extranjeros llegados a Guayana en busca de mejores perspectivas económicas. Contaba entonces 45 años, era espigado, sanote, de complexión fuerte y estaba encargado de llevar sobre el lomo de cuatro mulas y con la sola compañía de dos peones, las barras de oro que puntualmente salían el día 20 de cada mes de El Callao a Ciudad Bolívar. El retorno se cumplía el día 6 del mes siguiente con el dinero acuñado para el pago de los obreros que trabajaban en las minas. Eran tan malos los caminos y tan lento el medio de transporte que la diligencia tardaba dieciséis días. El extranjero del Correo del Oro siempre había sido puntual en su jornada y exacto en la cuenta de sus operaciones hasta el 6 de abril de 1878 cuando de regreso con el dinero acuñado, en horas del alba y tras haber pernoctado en una posada de Carichapo, fue emboscado, muerto por la espalda y despojado de las mulas con su preciosa carga”. Los párrafos corresponden al cronista de Ciudad Bolívar, licenciado Américo Fernández en pasajes que relatan lo que fue este asalto de gran impacto en la región y el país de la época. “La comisión, por confesión de Marcos López, atemorizado por la forma como había caído muerto su amigo y compañero Alejo Farreras, cómplice del hecho, indició y capturó como responsables a Miguel Rodríguez (35 años, natural de Cachipo, baquiano de caminos); Francisco Millán (40 años, de Cachipo, conductor de fletes entre San Félix y El Callao); Calixto Puertas (mulato, agricultor, natural de Aragua de Barcelona) y como autor intelectual responsabilizó al hacendado Gaspar Hernández, una de las personas acomodadas de Guasipati y quien hasta entonces se tenía como digno señor de la comunidad”. Complementa el texto Historia y Crónicas de los pueblos del estado Bolívar del autor mencionado.

Como se aprecia en este episodio del siglo XIX, en Bolívar siempre hemos contado con desafíos a la inteligencia y la ley por las ansias del oro. En el siglo XXI ante el desastre nacional, con una caída estruendosa de la producción petrolera y las consecuentes distorsiones sociales que se afincan en la población, se presenta, otra vez, el capitán Garfio encarnado por el régimen revolucionario, que desde el engaño y chantaje a las necesidades colectivas continúa empujando a Venezuela hacia esos espejismos, de mayor miseria y tragedia, repetidos con matices distintos a lo largo de la historia local.

Echar el resto

En este momento de aparente parálisis en la coyuntura dictatorial toca para la sociedad civil un esfuerzo importante, más allá de las palabras y de declaración de buenas intenciones. Para Guayana, salir del atasco significa propiciar las condiciones, construir los procesos y estimular las acciones que permitan que nuestra región no se ubique en un plano de acción y reacción ante los desafíos actuales y futuros. El extractivismo no es la solución, frente a ello la voluntad y la propuesta deben copar el escenario de los pueblos de este estado. El proyecto industrial, tal como se fundó, no es ahora palanca exclusiva de desarrollo y justicia en la sociedad del conocimiento, diversidad económica y moderna. Frente a ese reto es menester la audacia y la creación ante la nostalgia y ante el modelo que ha hecho aguas, reforzado por los desmanes revolucionarios. Es importante como pilar de soluciones, escuchar con atención a la región, el esfuerzo por visitarla y recorrer ampliamente su vasta geografía.

Las trampas de los estafadores e hipnotizadores de serpientes, en esta etapa de desgracia de la que ya estamos hartos, tienen que ser superada para derrotar a los nuevos Piratas de la sabana (rojitos y de todos los colores), como los llamó el general Celestino Peraza en su novela sobre los primeros robos del oro guayanés.

Trocitos…

El profesor Edgar Sarabia, en Ciudad Bolívar, me informa sobre el sorpresivo fallecimiento del ingeniero Agapito Prieto, miembro de Asociación Civil Unión Ciudadana. De esos luchadores anónimos por esta tierra. Me comunica también Luis Guerra Machuca, otro amigo de Heres, sobre la muerte del profesor Alfredo Arcila, de reconocida trayectoria política en este estado. Que Dios les tenga en su gloria.