¿Qué es ser abogado…? En el día de hoy muchas interrogantes son procedentes ¿Una profesión más y un medio de vida, o constituye algo superior que lucha por la vigencia de la justicia? ¿Permitir que a nosotros se nos convierta en instrumentos de crueldad? ¿Somos un Mujiquita o un tinterillo del déspota y del estado totalitario? ¿Cuál es nuestro grado de estudio y preparación? ¿Nos hemos dado cuenta que la exigencia en la formación y preparación redundan directamente proporcional al servicio del abogado a la comunidad y a la justicia? ¿Es válida la situación actual de la masiva expedición de abogados de baja preparación y para colmo que pretenden emular el corto tiempo de formación de los médicos comunitarios? Aún no hemos hablado de la ética y la moral en los estudios de formación del abogado: ¿se ven y se le da importancia a esas materias en el pensum de derecho?
Todas estas consideraciones vienen al caso porque los abogados tenemos íntima relación con la vigencia de la democracia y del Estado de Derecho, y por ende con el sostenimiento de los derechos humanos. Los abogados proveemos el material humano que forma la organización de justicia, en especial a los tribunales y el Ministerio Público.
Si la formación, estudio y preparación del abogado es óptima, de igual calidad será el cumplimiento de la función jurisdiccional del Estado; también la gestión del Ministerio Público.
Pero el estudio y preparación debe ir acompañado de la ética y de la moral ciudadana y profesional. Estas virtudes enraizadas en el profesional le aseguran la independencia y la autonomía al funcionario judicial y la recta interpretación de la norma jurídica. Lo mismo puede afirmarse en cuanto al Ministerio Público.
Hay una relación directa entre la recta e independiente administración de justicia y la acción del Ministerio Público, y la formación y ética del abogado. Al final los desvaríos institucionales los llevan a cabo los hombres, y éstos son los que cavan la fosa de los valores institucionales.
Resulta aberrante ver la torcedura institucional de muchos abogados en función pública que firman y acusan en contra de su formación y conciencia. Saben que lo que dan por sentado en un texto no se corresponde a la verdad ni responde a su formación. Llegan a los extremos de impedir la evidencia de los hechos reales. Entonces, frente a quién estamos ¿fanáticos ideologizados, eunucos por propia voluntad o quizás por necesidad, o víctimas de la mala formación? Vemos, abismados, que muchos abogados no cumplen otra función que la de manchar los estrados y sepultar el Estado de Derecho.
Observamos, horrorizados, cómo los signatarios de órdenes de supresión de libertades individuales mediante la declaración de hechos forjados o tergiversados, y en algunos casos inexistentes, atentan contra la vida de las personas y de la estabilidad de las familias y las someten de hecho a penas infamantes por muchos años. ¡Les desgracian sus vidas! ¿El sostenimiento arbitrario del poder y el establecimiento de fanatismo ideológico convertido en política de Estado no les conlleva golpes en su conciencia? Me pregunto ¿cómo puede dormir en paz y ver a sus hijos cara a cara alguien poseído por un grado de perversión que tergiversa o crea hechos para arrojar a un inocente al foso de los leones?
Para llevar a cabo las felonías fue suprimida la publicidad en los procesos. Ahora, todo es clandestino, con las mínimas personas indispensables, y bajo serias advertencias de censura. Es que el crimen sólo trabaja en las sombras.
El abogado puede ser sepulturero del Estado de Derecho y de la justicia, o ser el reivindicador de esos valores. Creo en que los valores de justicia e independencia del abogado se impondrán y desconocerán las órdenes injustas y degradantes contrarias a la dignidad humana que implican la condena a inocentes, la denegación de justica o las penas infamantes y lesivas a la dignidad humana.
Abogado, sólo de ti depende que Venezuela sea un país libre y democrático, y poseedor de un Estado de Derecho fuerte, vigente, en el que impere la ley por encima de los intereses particulares o políticos. Usa tu inteligencia, pon en práctica tu independencia y asume con valor tus posiciones que al fin tú eres más importante que un cargo.
Feliz día del abogado a quienes cumplen con rectitud sus deberes profesionales e institucionales y se encuentran limpios de haber dañado a un inocente. Felicidades a quienes son íntegros y honestos, y quienes tienen a la justicia como primer valor de sus vidas.