María Elvira Salazar, diputada republicana por Florida, EE UU, declaró que si “un terrorista (Gustavo Petro) le pide a un cómplice de terroristas (Maduro) que actúe de garante en el diálogo con otros terroristas (el ELN colombiano), y el pretendido diálogo se celebra en un territorio tomado por el narcoterrorismo (Venezuela) lo único que resta esperar de tal proceso es más “narcoterrorismo”.
Por su parte los senadores norteamericanos, Bob Meléndez, demócrata por Nueva Jersey y Marco Rubio, republicano por el ya referido estado de Florida, se agregaron al reproche. Acusan que la decisión de Petro de escoger semejante garante, lo único que garantiza es “más refugio seguro para el ELN”.
El cronista guarda gratitud empeñada con dichos parlamentarios por preocuparse por Venezuela. Lo malo es que María Elvira, Meléndez y Rubio, no necesariamente lo saben. La palabra fianza (depósito dado como garantía) deriva del sufijo -anza sobre el verbo fiar. Este último, por su parte proviene del latín fidere (confiar) y éste, para finalizar, de fides (lealtad, fe y confianza).
Qué otro, si no es Maduro, puede tener fe, lealtad y confianza en un grupo de narcoasesinos como los del ELN y, por ende, posee el estómago de constituirse en fiador de semejante escoria.
¿Quién o quiénes más? ¿La Congregación de las Monjitas de la Preciosísima Sangre? ¡Avemaría Purísima! ¿El J.P. Morgan Bank? ¡No way! ¿Los tipos más duros del comando de capturas de Interpol? ¡Basirruque, monta en coche!
Un fiador evoca la figura de una persona solvente, seria, puntual, abonada, principal pagadora in solidum cuya musculatura financiera está llamada a suplir la eventual falencia del deudor principal. A nadie se le ocurría ofrecer y menos aceptar como pretendido avalista o back-up, a quien tiene ganada fama de maula o mala paga; quien ha dejado un país en la carraplana total; que no puede asomar ni la nariz por ningún puesto fronterizo, porque ¡zas! le calzan un par de grilletes y lo conducen, directo a la CIA, el FBI o a la DEA -sobre todo a ésta- para cobrar los US$ 15 millones que ofrecen por su captura; que para no pagarles a los profesores universitarios ha recurrido a toda clase de chicanas presupuestarias; que por moroso, con las cuotas de membresía no puede, ni siquiera, votar en la ONU a favor de sus compinches cada vez que hay deliberaciones contra los violadores de DD HH.
Semejante fiador, a su vez, necesitará su propio fiador. Por citar alguno que se animaría: el Chapo Guzmán, Dairo Antonio Úsuga David, alias Otoniel, el Gordo Orense, Fabio Ochoa, el hermano de Piedad Córdoba (así será que el mismísimo Petro acaba aprobar su extradición a EE UU), la “enfermera de Chávez”, Luciano Martín Arango (a) Iván Márquez, el Pollo Carvajal. Dinero no les falta. Poco importa que los fiadores del fiador estén presos o prófugos, mediovivos como Iván Márquez o ya cadáveres, como Pablo Escobar o Al Capone, porque sus elevadas funciones de fiadores del fiador las pueden cumplir, vía Zoom, desde el más acá o el más allá. Peligrosa en extremo, una reunión presencial con tal naturaleza de asistentes. Así después de los cónclaves nadie tendrá que lamentarse porque le ha sido robada la billetera. O la cosa terminó en medio de una balacera.
Les obsequio la idea, aunque mal paguen, esos Alí Babá y sus enésimos narcoladrones.