En la Venezuela socialcomunista hasta los bancos de sangre están quebrados, lo que sale a luz pública porque el pasado 14 de junio se celebró el día del donante voluntario, de lo contrario no habríamos sabido que sus depósitos están en cero y en números rojos. Estas instituciones, indispensables para garantizar salud y vida, no reciben donaciones con la frecuencia requerida, debido a la descapitalización de sus potenciales oferentes. Los mismos que no cuentan con recursos, para mejorar su capacidad como ahorristas de glóbulos rojos de buena calidad, que puedan apuntalar la vida de aquellos que estén en peligro de perderla.
Los venezolanos que subsistimos -a duras penas- en nuestro país natal también estamos quebrados. Pues una despiadada élite dominante se ensaña contra los salarios de hambre que nos imponen. Minimizados -con encono y crueldad- por todas las exacciones que nos hacen todavía más miserables.
Quiero decir que una población desnutrida y raquítica, mal puede ser donante de una sangre que, de antemano, se sabe no llena las condiciones mínimas para salvar vidas. Es más, hasta el donante más solidario y desprendido pone en riesgo su vida, al exponerse a un colapso cuando le extraigan sangre de su debilitado cuerpo, debido a la mala alimentación. A la que está sometida la mayoría, víctima del perverso cálculo de una cúpula, que ha hecho tremendo negocio embolsando “clapmente” granos, carbohidratos y lácteos de peligrosa procedencia y dudosa calidad.
Porque el estado de miserable subsistencia es integral para más del 90% de los venezolanos, los bancos públicos de sangre, también, están en la inopia. Y no puede ser de otra manera. Con el agravante, que las pruebas serológicas no son realizadas oportuna y adecuadamente, y hasta los hematólogos alertan que una transfusión en Venezuela es tan azarosa como jugar a la ruleta rusa. De tal suerte, que el riesgo de perder la vida o contraer una enfermedad es muy alta, como consecuencia de una sangre contaminada. Se cumple así el dicho popular, según el cual el remedio puede ser peor que la enfermedad.
De estos bancos públicos de sangre han migrado miles de profesionales, que se han ido del país o a la medicina privada. En esencia, porque quieren salvar su responsabilidad frente a las amenazas y a los peligros que acechan a quienes se ven obligados a recurrir a una transfusión en estos servicios, rigurosamente destruidos por la desidia gubernamental.
La verdad es que, en un país destruido institucional y económicamente, es impensable que los bancos de sangre funcionen. Pues aquí la maquinaria más eficiente es la de la corrupción, lo cual es inversamente proporcional al bienestar del pueblo. Ese que requiere un sistema sanitario público que resuelva, oportunamente, sus problemas de salud, lo que incluye la existencia de bancos de sangre en todos los hospitales.
Pero nos adentramos en el territorio de las quimeras, cuando pensamos que a la élite dominante le preocupan las urgencias y necesidades del pueblo venezolano. Tan poco le preocupan, que lo primero que hicieron al asaltar el poder fue entregarle a la dictadura cubana el sistema de salud pública, para que estos hicieran su “atea voluntad” en un área neurálgica de la sociedad. Los millones de petrodólares que recibieron del colonizado y dadivoso régimen venezolano los usaron para perpetrar barrio adentro, al que plagaron de presuntos médicos cubanos. Nunca supe de alguna acción por parte de los cubanos tendente a recuperar o fortalecer los bancos de sangre.
Pero sí desangraron el presupuesto nacional con la complicidad y aquiescencia del teniente coronel, quien les puso alfombra roja de La Habana a Caracas, para que llegaran y se adueñaran de los recursos de este expaís. Los colonizadores y sus felices colonizados se fusionaron para que Venezuela fuese una copia al carbón de Cuba. Y lo consiguieron. Por lo que esta acción socialcomunista de dominio y vasallaje ha resultado un éxito sin precedentes. De la que un valetudinario Fidel disfrutó a sus anchas y que dejó como herencia a su vetusto hermano Raúl. En fin, que a la élite dominante le parece bien que la tiranía cubana deje exangüe a Venezuela, como ocurre con los bancos de sangre.
Agridulces
La orden espetada es “limpiar” a la Amazonía de mineros ilegales. Se quedarán los legales que no sabemos quiénes son. Porque el régimen le abrió las puertas a muchos extranjeros y nacionales, que son los que mandan en aquella tierra de nadie, regida por la ley de la selva.