martes, 29 abril 2025
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Putin preocupado por la guerra en Oriente Medio

Polonia y los países bálticos se están viendo en el espejo de Ucrania y lo que ven no lo quieren para ellos. La invasión de Putin a Ucrania ya cumplió 3 años y la devastación ha sido general. Se cuentan en cientos de miles los muertos, seguro más civiles que soldados.

Dmitri Peskov -muy en la onda tropical de AMLO y su sucesora Claudia Sheinbaum- ofrece una rueda de prensa diaria. Aquel es vocero de Vladimir Putin, tiene pinta de galán de cine y se esmera en protagonizar su papel de la mejor manera. Una de sus últimas comparecencias fue para expresar la gran preocupación de su jefe, por la ruptura de la frágil tregua entre Israel y Hamás. Putin -gran defensor de la paz mundial y de los derechos humanos- está muy angustiado por la “nueva espiral de tensión” en Oriente Medio. Teme que tendrá un alto impacto en la población civil, la que siempre lleva la peor parte, pues es la que pone el mayor número de muertos. Para tranquilidad del planeta, en Rusia rezan, ortodoxamente, para que se recupere el “cauce pacífico” en esa conflictiva zona.

Es un desasosiego, una desazón y una intranquilidad que le quitan el sueño a un hombre que piensa mucho en la paz de otras naciones. Pobre de él. Sólo hay que imaginar el tiempo y el esfuerzo que le dedica a cavilar en cómo acabar con los afanes belicistas de colegas y camaradas de otros continentes. Es un “sin vivir” para este pacifista, ver cómo en la aldea global se producen conflagraciones un día sí y otro también. Ciertamente, desde este expaís -también tocado por el influjo de ese ángel eslavo con su bandera blanca y su respectiva rama de olivo- apreciamos su entrega absoluta a todo aquello que tenga que ver con la armonía, la concordia y la reconciliación. Ni Gandhi ni Teresa de Calcuta, que era de Albania, hicieron tanto por la alianza y la amistad en este planeta.

Su trabajo por la paz es superior a todo el que hace la ONU para evitar guerras en el mundo. Siria es uno de sus últimos logros. Después de 50 años de tiranía de la familia Al Assad y unas demostraciones de fuerza por parte de opositores, apoyados por Israel y Estados Unidos, decidió que Bashar se mudara a Moscú con toda su familia. A disfrutar, con tranquilidad, de las enormes riquezas que el oftalmólogo acumuló en Rusia. También intervino en Nagorno-Karabaj para intentar acabar con los enfrentamientos.

Sería mezquino negarle el carácter genuino de su preocupación, al centrar su atención en Oriente Medio. Putin no quiere que la sangre de los habitantes de aquella región se siga derramando innecesariamente. Es muy probable que le importe menos la de los israelíes que la de los de Hamás, pues él siempre apoyará a los más débiles. Aunque, inexplicablemente, han sido estos últimos quienes asesinaron a 1.700 israelíes el 7 de octubre de 2023, y vulneraron los sistemas de seguridad de ese pequeño país rodeado de enemigos por todas partes.

Su anti belicismo allende los mares, contrasta con la beligerancia contra sus vecinos. Tanto que ha puesto en situación de alerta a Polonia y a los pequeños países bálticos, Lituania, Estonia y Letonia. Los mismos que se ven obligados a protegerse de las ambiciones expansionistas del hombre de la KGB. Ese que busca reconstruir el inmenso espacio político-territorial, de lo que fue la hoy extinta Unión de República Socialistas Soviéticas.

Polonia y los países bálticos se están viendo en el espejo de Ucrania y lo que ven no lo quieren para ellos. La invasión de Putin a Ucrania ya cumplió 3 años y la devastación ha sido general. Se cuentan en cientos de miles los muertos, seguro más civiles que soldados. Incluidos los contingentes que su camarada norcoreano le entregó al ruso, para que los convirtieran en carne de cañón. Queda claro, que Ucrania no recuperará los territorios conquistados por el terrófago-espía, que vino del frío comunismo soviético.

Quiero creer que después de las dos conversaciones entre Trump y Putin la guerra en Ucrania puede terminar. En el comunicado emitido por la Casa Blanca se lee que aquellos “acordaron un futuro basado en una relación bilateral entre Estados Unidos y Rusia, que incluye contratos económicos y estabilidad geopolítica”. A partir de lo cual algunos analistas vislumbran un nuevo orden mundial. Que moverá fichas en el tablero del poder global, incluida la OTAN, la Unión Europea y el imperio chino. Todo lo cual servirá para que a Putin se le quite la puntada de cabeza, y le disminuya su preocupación por las guerras que asolan al planeta.

Agridulces

Inhumano es expulsar a nueve millones de seres humanos de su país. Algo recurrente en todas las siniestras tiranías conocidas hasta ahora. Pues es una forma de exterminio ciudadano, perpetrado a conveniencia, por una cúpula que se ha adueñado de una nación.

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