Para el estamento político interesado en aniquilar el chantaje de la supuesta abstención, argumento con el que se burlan los “civilistas” de la revolución y con el que se escudan opositores fracasados en negociaciones de alianzas con el chavismo, encaminar la narrativa de las primarias agota las observaciones que puedan existir dirigidas a evaluar las luchas por recuperar la libertad venezolana. Disipa las alertas sobre los riesgos de asumir una “fiesta electoral” con las amenazas de repetir el mismo guión de emociones que, de insistir, terminará sin avances políticos y sin revertir la ruina demoledora del país.
Para alguna porción de la gente, cansada y genuinamente creyente que las primarias son por su solo peso puertas de soluciones, se cancela un posible espacio de orientación “pesimista”. Para la población normal hablamos de la Venezuela cotidiana, el asunto no repercute al punto de poder conformar el tipo de esperanza especial y quizás el sentimiento anti Maduro que representa la crisis -junto a gobernantes revolucionarios corrompidos, embusteros e indiferentes-, está más centrado en las elecciones presidenciales, que en cualquier otra expresión de movilización comicial previa, que para colmo no proyecta el discurso de garra por los derechos o por las ideas de futuro.
Así que en aras de la realización de las primarias en circunstancias que se invoca con énfasis (más que ninguna otra cosa) la demostración del apego al valor del voto, nosotros recogemos los bártulos de las aprehensiones con esos políticos que nada hacen, a menos que el lance les permita ganancias particulares. Detenemos las suspicacias con los partidos políticos desvinculados del reclamo a la miseria y sin voluntad de señalar las responsabilidades del socialismo del siglo XXI. Nos desentendemos de esa dirigencia que cambia a cada rato y de la que intentamos se haga la experticia pública; de manera específica con los de nuestro patio. Hasta ahí. Lo que si no vamos a dejar de repetir y hacer registro, es de la dramática situación social y económica, de la que hace apenas una semana, por cierto, la periodista Laura Clisánchez reseñó: “La contracción económica que ocurrió en el primer trimestre de 2023 pulverizó las esperanzas que los empresarios del estado Bolívar tenían de un crecimiento ya proyectado por algunos especialistas. La caída del consumo -que ocurrió en todo el país- desplomó las ventas y por lo tanto, las ganancias de las empresas que debieron sacrificarlas para rotar el inventario estancado. Este fenómeno impactó de forma diferenciada en las regiones. En Bolívar, 81% de los 96 comercios consultados por Fedecámaras Bolívar para la Encuesta de Percepción Empresarial, reportaron que sus ventas disminuyeron durante los primeros tres meses del año”. La nota otorga relevancia a la óptica empresarial que, sin embargo, tiene en los guayaneses de todos los sectores sociales un angustioso drama existencial. De allí ¿Cómo enlazar las duras circunstancias de la gente con un mensaje político esperanzador? Interrogante situada en el quehacer diario, donde suponemos respuestas de inconformidad pero que es obligación de la tarea ciudadana, más que nunca, consolidar las explicaciones precisas para que la fuerza creadora del pueblo, de la que habló el recordado poeta Aquiles Nazoa, no sea tan solo una ilusión, un intento voluntarioso o la mera poesía política.
El paso decisivo
Los hechos indican que tenemos en la región y en el país un arco intenso de deterioro que se está llevando por delante a niños y a personas de la tercera edad. Un apremio que, pese a la resistencia y creatividad mostrada por la población, cada vez crece más tal como lo demuestran las estadísticas.
Debemos hacer caso de esas señales. El “juego” de la política: ese de maniobras, discursos simples y poses, al único que beneficia en coyuntura de tenaza dictatorial es al régimen que pretende todo sea de su control. Por eso vemos cómo ni siquiera el proceso de las primarias que se supone sea claramente un proceso de factores afines, se escapa de evidentes saboteos. A veces solo bastan las palabras, más que sus retorcidas acciones para que la credibilidad de un piso opositor, chantajeado con la identidad democrática, resienta la tarea que siempre debería mostrar el carácter de resistencia e impugnación civilista.
Esto explica todo el barrullo con Benjamín Rausseo como si el país atormentado está pendiente de las cabriolas del comediante para conservar los favores socialistas. Esto explica que Rosales, olímpicamente diga que el consenso es él, porque los otros serán inhabilitados, abrogándose de una vez la legalidad manipulada del gobierno. Pone en el tapete los mensajes floridos de los aspirantes en lo que entran peras y olmos y todo lo contrario, descartando la postura de líder que desafíe a los victimarios de los venezolanos, se acompañe de todos los factores sociales, aglutine lo que queda de la decencia partidista y se crezca con talante de justicia ante el país hambriento.
Trocitos…
46 aniversario de Correo del Caroní. Todos los años, en esta fecha, visitamos la sede del periódico. Estando lejos no cumplimos en esta ocasión, pero desde la distancia brota el orgullo de ver que, mientras algunos evaden la tragedia nacional, el atinado sentido de la trascendencia se hace presente en el reclamo cívico sin medias tintas del editorial en la edición de celebración: “Los apátridas y corruptos que han destruido el patrimonio nacional, las fuentes de trabajo, la educación y la salud de los venezolanos, serán castigados por la ley y por el pueblo en respuesta a tal desafío. El pueblo venezolano triunfará”. Felicidades al doctor Natera, equipo y a todos cuantos integran la familia de La Casa de las Ideas.