jueves, 13 febrero 2025
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Presidente Abelardo L. Rodríguez

Un estadista con una amplia experiencia que se tomó su tiempo para ir a Rusia “a observar, analizar y comparar lo que viera con mis propias ideas, para ratificar o rectificar mis propias convicciones”.

La primera vez que supe de Abelardo Rodríguez fue en un documental en el que aparecía Bugsi Siegel, mafioso alucinante, cuya vida fue llevada al cine, interpretada por Warren Beatty. Bugsi es siempre caviar para Hollywood, y ahora descubro que Rodríguez también es un personaje digno de ser novelado y cinematografiado. Con una buena dirección que explore su rica personalidad, con sus muy variados y sorprendentes matices. En la revista mexicana Letras Libres del 7 de septiembre publicaron un texto de Ramón Cota Meza sobre Abelardo L. Rodríguez, que nos descubre a un observador acucioso y valiente, que viaja a la URSS de Stalin, para dejar un valioso testimonio de su paso por el primer paraíso comunista en este planeta.

No sólo vio, sino que escribió Notas de mi viaje a Rusia, publicado en 1938. No perdió tiempo, pues el año anterior, 1937, visitó al país que no dejaba de expandirse en las garras de Stalin. En décadas anteriores, Rodríguez, ya había sido presidente de México (1932-1934). Antes fue gobernador de Baja California (1923-27) y de Sonora (1943-47). Nació en 1889 y murió en 1967. Militar y político, también ejerció como secretario de industria y comercio y de guerra y marina.

Un estadista con una amplia experiencia que se tomó su tiempo para ir a Rusia “a observar, analizar y comparar lo que viera con mis propias ideas, para ratificar o rectificar mis propias convicciones”. Otra buena razón para aquel largo viaje y para escribir el libro, fue su preocupación por el avance de las posiciones socialistas de Lázaro Cárdenas. En particular en la educación y en la colectivización de los ejidos, en un ambiente de agitación política en sindicaros, escuelas rurales y organizaciones campesinas.

En aquel país comunista de 1937, observó “una estructura netamente estalinista, fabricada con el mismo material humano oprimido de pueblo siervo eternal, que han utilizado desde tiempos pretéritos las tiranías rusas para perpetuarse en el poder. Un pueblo al que el régimen de Stalin le da pan y circo y divierte con demagogia y autopropaganda insidiosa y constante, haciéndole creer que vive en el paraíso terrestre”. Por tren recorre varias ciudades y percibe un ambiente de extraño hermetismo y desconfianza. También toma nota de grupos de mujeres trabajando en la construcción de nuevos tramos ferroviarios. “Cargaban durmientes, rieles, clavaban con marros, sin zapatos. Las mujeres trabajaban en fundiciones y granjas colectivas… A esto la tiranía soviética llama la emancipación de la mujer”.

Rodríguez califica de desquiciamiento todo lo que sus ojos vieron. Considera que esa fue la causa por la que en la URSS “aumenta en forma alarmante el número de huérfanos… niños transitan perdidos por las calles… no menos penoso es el escandaloso y degradante incremento de la prostitución”. Del GPU -antecedente de la KGB- concluyó que es un formidable y terrible cuerpo policiaco. “Stalin pasa a degüello en masa a sus adversarios, a sus antiguos colegas, a tripulaciones completas de embarcaciones, a consejos enteros de granjas colectivas, lo mismo que a obreros, monjes ortodoxos, etc”.

También ofreció valiosa información en torno al trabajo en la URSS de 1937. Remunerado con una cuarta o quinta parte de lo que en justicia corresponde. Compara: el salario promedio anual en aquel año -en la URSS- era de 114,10 dólares, contra 628 dólares en Australia y 1.307, 28 dólares en Estados Unidos. Visitó granjas colectivas y comprobó que los campesinos vivían en chozas de lodo y estiércol. De bahareque, tan del gusto de los comunistas ecolojetas en estos tiempos globalizados.

El estadista Abelardo Rodríguez, corrido en siete plazas, concluye con toda razón que “el régimen de Stalin sigue los lineamientos de Mussolini y el nazismo de Hitler: distinto en la forma, pero igual en la esencia, con el agravante de ser una tiranía más cruel y despiadada… La humanidad no ha sacado provecho alguno del experimento soviético. El comunismo ha fracasado. Sólo quedan en pie las teorías”.

Cota Meza, autor del trabajo, lamenta que los recuentos de impugnaciones tempranas al comunismo soviético, han ignorado las del general revolucionario y presidente de México, Abelardo L. Rodríguez. Algo que no le sorprende, pues “él es quizás el líder revolucionario más ninguneado, sobajado y vilipendiado en la historia de México. A pesar de sus valerosas acciones en el campo de batalla, en la administración pública, su impulso a la educación, a la infraestructura, la creación de empresas exitosas y duraderas, la organización de cooperativas agrarias, obreras y pesqueras”.

Agridulces

AMLO es un tipo repelente con esa vocecita y su particular acento mexicano, que escuchamos en medios nacionales. Desde su púlpito matinal dicta cátedra, y remueve atávicos complejos y traumas ancestrales, propios de ese zurdaje congregado en esa taifa de resentidos, conocida como el Grupo de Puebla.