sábado, 8 febrero 2025
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Partidos políticos de Bolívar y el rescate del orden constitucional

Hoy toca asumir a las organizaciones que existen, pero deben encaminarse los pasos y solicitarle a los partidos que asuman su verdadera función de relación y representación de los intereses de la sociedad.

@OttoJansen 

En fecha reciente, un grupo de amigos y conocidos de Ciudad Guayana y Ciudad Bolívar, abordamos un intercambio de ideas que denominamos Segunda Jornada de Reflexión con la temática titulada “Sobre significado de los partidos políticos en el estado Bolívar en el rescate del orden constitucional en Venezuela”. La iniciativa persiguió darle continuidad a una anterior jornada, mucho más modesta, celebrada a mediados del mes de diciembre pasado.

El propósito de la reflexión, en términos generales, ha sido obtener provecho del vigor y de la agudeza de los análisis y enfoques con personalidades de distintos sectores de la vida de la región, cuya primera cualidad es la angustia por el presente y el futuro de Bolívar (tal como titulamos las conclusiones del encuentro).

Hay elementos importantes: el vínculo de la amistad y la confianza que no predisponen el ropaje del cálculo político (que, hay que decir, no es ilegitimo, ni tiene por parte de quienes nos reunimos juicio de valor en ciudadano alguno) y no contiene la postura exprofeso de las maniobras -de tanta distorsión hoy en día en el ambiente político-. En suma, no hay otros  intereses que no hayan sido aportar, escuchar, descubrir; encontrar en la discusión sana la aproximación a los hechos y sus interpretaciones en función de lo que Guayana puede y debe hacer (urgentemente) por el rescate de la democracia y la construcción del porvenir. Nuestro país; la población corriente con sus miles de dramas por la crisis integral e insostenible, vive una coyuntura de incertidumbre y escepticismo, pese a que la comunidad internacional acompaña el reconocimiento a Juan Guaidó como presidente interino y de la Asamblea Nacional, electa en el año 2015 como la única institución legitima de los venezolanos. Las interrogantes son muchas, a la par que el proyecto revolucionario (que cada día que pasa cuenta con menos reconocimiento y menos espacio de acción por su incompetencia, vocación totalitaria y corrupción) avanza en sus planes de mayor control, comprando conciencias, creando su propia oposición y realizando elecciones que si bien están en el calendario constitucional son, por la falta de condiciones transparentes, procesos sin fiabilidad donde el régimen “compra y se da el vuelto”.

A esto se suma la falta de firmeza de los factores partidistas democráticos que por una parte se encuentran atomizados y por otra hacen evidentes “carantoñas” a la usurpación; desconectados de las angustias del sentimiento mayoritario nacional. Mientras, Guaidó forcejea el rescate del orden constitucional mientras los partidos políticos dudan, excepto contadas acciones solidarias. Por si fuera poco, la pandemia de la COVID-19 tiene repercusión silenciosa y por los vientos que soplan en las últimas semanas, parecemos condenados a incrementos pavorosos de contagios. Ese es el contexto de nuestras Segundas Jornadas de Reflexión.

“Hay que ponerle rostro a la angustia”

Con el énfasis en la observación metodológica para ubicar el rol de los partidos políticos y diferenciar la crítica exacerbada como moda e instrumento de la antipolítica, abordamos con serenidad y cada vez mayor soltura las fundamentaciones y los matices, sin que atajaran -como pudimos pensar al principio- las preocupaciones por la rigidez en los tratamientos de las intervenciones durante unas cuantas horas. Fue significativa la atención de los asistentes a que desde elementos concretos del análisis y el conocimiento pudieran describirse las condiciones y conductas de los partidos regionales (sobre la base del enunciado: “En Guayana, los partidos políticos son exclusivos apéndices de partidos nacionales convertidos en franquicias, sin programas, ideas, ni propuesta local o regional”) para contribuir a que la propuesta política, conjuntamente con la tarea o el plan, no se elaboren desde la improvisación, el capricho o el pragmatismo ramplón.

Fue esta Segunda Jornada de Reflexión un nutritivo ejercicio, por supuesto con las fallas que a veces estos eventos comportan; pero poder contar con un número significativo de guayaneses cuya razón principal es no claudicar e invocar aquello del poeta Aquiles Nazoa sobre los poderes creadores del pueblo se torna satisfactorio y halagador para con la región. Cito solo algunas de las conclusiones: “la crítica a las organizaciones políticas debe asumirse desde la perspectiva de su importancia para la fortaleza democrática. Ponerle rostro a la angustia política y social en el papel de las instituciones, y dentro de estas, los partidos políticos vinculados a las temáticas relevantes del estado Bolívar. Abordar el presente en clave de futuro en cuanto a la crítica de la dirigencia y los partidos como institución. Hoy toca asumir a las organizaciones que existen pero deben encaminarse los pasos  y solicitarle a los partidos que asuman su verdadera función de relación y representación de los intereses de la sociedad. La preocupación como ciudadanos de Guayana y de Venezuela es la recuperación de la democracia”.

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