sábado, 25 enero 2025
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Para la libertad: ¿dónde se ubica el miedo?

Cuentan esos mismos mensajes que en el estado Bolívar se organiza, por iniciativa de la gente; sin participación de partidos y sin la percepción de analistas, el cuidado del voto que empezará por las colas que serán monumentales.

@OttoJansen

Pastora, mi madre, me contaba que con temor y rapidez nos apretujaba, a mis hermanos y a mí, cuando éramos bebés, para proporcionarnos un rápido escudo ante algo que viniera contra nosotros o intentara arrebatárselos en circunstancia adversa. De alguna manera creo sentir la misma sensación de temor, al escuchar las voces que me envían mensajes desde la distancia venezolana contándome sobre afirmaciones de funcionarios del régimen bolivariano que se ufanan de amenazar con ahora ir por la “verdadera” dictadura, si no se les permite arrebatar en los comicios del 28 de julio; manifestándolo sin pudor en algunos de los grupos de redes sociales donde actúan.

Es la sensación de tener el ser amado entre los brazos (o el ente de nuestras preocupaciones) y que una injusticia descomunal pueda secuestrarlo para no devolverlo nunca más. La comparación no es desproporcionada. Se trata del sentimiento de justicia que en una madre adquiere valores únicos y para un colectivo nacional en su propósito de reconstrucción de la dignidad, normalidad y futuro, puede llegar a pesar igual. Desde la concreción de un logro, realizado con decencia por las más amplias mayorías, para que allí se haga presente la tenaza autoritaria, retorcida en la ilegalidad, abrogándose una conquista hecha mediante la fuerza. Este escenario también me recuerda los primeros momentos del mandato chavista, cuando un abogaducho se instaló con una banqueta por los predios de la Plaza Bolívar de Caracas, intentando el inicio de los procesos de la “justicia popular” al más puro estilo de la revolución cubana que determinarían los culpables y sentencias desde los “tribunales del pueblo”. Esa iniciativa fue cancelada por mandato del comandante muerto, pero la intención en seguimiento a los clásicos textos socialistas siempre ha tenido la simpatía de ese pensamiento primitivo y sanguinario, aunque muy “romántico” en horas de invocar la mitología revolucionaria, en la que siguen estando (por lo menos en Venezuela) minúsculas sectas y muy seguramente muchos de los que continúan pregonando -como empleados del gobierno- el modelo chavista.

Ahora, tanto para la madre angustiada por el destino de sus hijos, como para un pueblo sediento de justicias, es la confianza así como afrontar el reto a no dejarse quitar el valor de sus esfuerzos, lo que a la postre imponen la sumatoria total de sus pasos, haciéndose grande en horas, como hoy , de siembra del miedo. La historia no podrá ser escrita jamás, sin la decidida participación de la voluntad humana, que en este momento de la coyuntura política venezolana es de energía impresionante moviéndose por todos los rincones. Los cantos de sirena de los camaradas “puros” que invocan victorias por sobre la decisión soberana o que impondrán a sangre y fuego sus creencias del “amor al pueblo” se han frenado cuando la gente (de carne y huesos, no de los textos) ha gritado su verdad, cansada de escuchar sobre un paraíso que nunca se presenta. Es este el momento cuando los revolucionarios, perdido sus esfínteres, han huido al chocar sus delirios con la realidad. A estas alturas del proceso electoral presidencial los venezolanos han venido entrenando su fuerza cívica, prestos a seguir avanzando con el instinto libertario.  

La vigilia del voto

“Porque donde unas cuencas vacías amanezcan / Ella pondrá dos piedras de futura mirada / Y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan / En la carne talada / Retoñarán aladas de savia sin otoño / Reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida / Porque soy como el árbol talado que retoño / Aún tengo la vida / Para la libertad, sangro, lucho, pervivo / Para la libertad, mis ojos y mis manos / Como un árbol carnal, generoso y cautivo / Doy a los cirujanos”. Para la libertad, de Joan Manuel Serrat y Miguel Hernández.

Cuentan esos mismos mensajes que en las ciudades del estado Bolívar se organiza, por iniciativa de la gente; sin participación de partidos y sin la percepción de analistas, el cuidado del voto que empezará por las colas que serán monumentales en la jornada electoral. Se sigue con interés cada acto al que asisten Edmundo González y María Corina Machado en cualquier punto de la geografía nacional, estableciéndose con estos la medida del nivel a obtener con los contactos de la actividad que se realiza en cada comunidad guayanesa. Es evidente que los días faltantes del proceso comicial serán intensos; el régimen apela al miedo y la gente les responde con acciones llenas de coraje teniendo en cuenta la gravedad de las barbaridades que hace el poder. Esto reafirma la decisión a votar.

Lo que ocurre en el país tiene distintos frentes de luchas sobre significados de la democracia y la libertad. Construimos sin darnos demasiada cuenta, la madre de todas las batallas por un estructuralmente superior destino venezolano. Sostenemos, y encontramos coincidencias y precisiones en la opinión pública, que la lucha hoy es entre la determinación de la mayoría de la sociedad contra la imposición de las elites, alimentada principalmente por el régimen gobernante.

La revolución bolivariana apela al garrote que emplean de miles maneras y se escudan en pocas voces cuyas jerarquías permiten crear la equivocada ilusión de cordura de parte de la revolución. Sin embargo el lenguaje de la gente al que tanto subestiman y hasta desprecian, no los traduce. ¿Dónde se ubica el miedo? Allí, en los recovecos de los que nunca imaginaron que la gente podía quitarse, por sí misma, las vendas de los ojos.

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