Más monoproductor que nunca es este expaís, algo que lo hace exportador de un solo rubro de manera pública y notoria. Porque es vox populi que salen, subrepticiamente, minerales y metales sustraídos del subsuelo por tunantes y mangantes, cuya única virtud es comulgar en el mismo púlpito socialcomunista, que guía a la élite dominante. La misma que perpetra y avala la más criminal depredación de amplios territorios, mediante la deforestación, la devastación de capas vegetales, la contaminación de vitales cuerpos de agua, la imposición de la violencia en todas sus expresiones y la esclavitud de la muy empobrecida población venezolana. Esa que se ve sometida por delincuentes con charreteras y sin ellas, que la explota en un perpetuo carnaval de violencia. En el que hasta el disfraz es exclusivo de los nuevos amos no sólo del valle, sino de montañas, ríos, selvas y sabanas en las que repose alguna riqueza natural explotable, que satisfaga la compulsión acumuladora de expoliadores de todo pelaje, nativos y extranjeros.
En esa orgía depredadora de saqueo y latrocinio se congrega una diversa y variopinta fauna que busca lo suyo. Todos tienen entre ceja y ceja enriquecerse lo más rápidamente posible. Por lo cual es fácil inferir que hay choques de intereses, y que los favorecidos son aquellos que están más cerca de los “cenáculos vernáculos” del poder. Los mismos que se benefician sin ensuciarse las manos con el cascajo y sin mover la suruca. Tener, mantener y abusar del poder es su mayor esfuerzo.
Un aquelarre en el que tienen sus tajadas más grandes o más pequeñas, pero poseídos por una ambición sin límite. Están los charreteados, armados hasta los dientes de patriótica institucionalidad, que tienen la certeza absoluta de ser los reyes zamuros. Esos que se zampan lo mejor del botín. También están los que hablan lenguas que pocos conocen, pero que se hacen entender. Porque hay poco que decir y mucho que entalegar. Se trata del producto del pillaje y del saqueo, que debe ser despachado porque será usado para financiar la expansión de temibles fanatismos religiosos, que buscan dominar el planeta entero. De los que están en los anillos más cercanos a la élite criolla, es menester referirse a las organizaciones subversivas del continente, muy consentidas y con derecho de pernada.
Aquello de tierra de nadie convoca a toda clase de aventureros, desalmados y trotamundos patacalientes, quienes se sienten a sus anchas en esos lugares caóticos, anárquicos, violentos y sin ley. Si algún investigador pudiera adentrarse en aquellos parajes, encontraría caviar iraní y ruso de los mejores, con relación a todas las formas de violencia humana, desatada en torno a la fiebre del oro. Pero también del diamante, del coltán y de tantos otros minerales como el cadmio, rodio, paladio y uranio que abundan en esta parte de la tierra donde nací.
Estos territorios entregados por la élite dominante a todos los depredadores afines ideológicamente, nos hacen remembrar a aquel Dorado, que convocó a tanto filibustero de muchas nacionalidades. Sólo que aquellos no tenían los recursos tecnológicos y financieros, la anuencia in situ del cogollo dominante, ni su complicidad y consentimiento para disponer, también, de mano de obra esclava para hacer y deshacer en aquel suelo tan feraz. Esa Guayana nuestra, que sigue resistiendo la brutal embestida de la avaricia -codiciosa y criminal- del hombre nuevo comunista, siempre en busca de riquezas fáciles. En especial allí donde tengan todos los derechos, incluida la más absoluta impunidad, para cometer los más salvajes crímenes ecológicos y la más feroz violación de todos los derechos humanos.
Lo cierto es que lo peor de la fauna humana se siente convocado a depredar en estos depauperados ecosistemas, ubicados en países que sobreviven en miseria extrema. La misma que obliga a su gente a someterse a la más abyecta e ignominiosa esclavitud en este siglo XXI. Los mayores beneficiarios organizados en forma de mafia son: el cogollo, cortesanos, uniformados con armas de reglamento, enchufados, guerrilleros nacionales y extranjeros, narcotraficantes, terroristas, estraperlistas, convictos y exconvictos, buscados, sicarios, secuestradores, delincuentes en sus infinitas especialidades y, claro, una nutrida presencia de los trenes. Esos que transportan la impiedad de toda su acción criminal. La misma que también es exportada para demostrar que, en este momento, Venezuela, no es un país que sólo exporta petróleo: también pranes y trenes traspasan fronteras.
Agridulces
Los chilenos rechazaron la constitución perpetrada por el socialcomunismo internacional. Lo que demuestra que Chile no es un país de comeflores y de cándidos individuos que esperan su mesías revolucionario. Son ciudadanos críticos, capaces de rectificar.