miércoles, 19 febrero 2025
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Nada fácil

Mientras el voto demuestra la voluntad de forma cruda y diáfana; la abstención es riesgosa, un tanto sinuosa, inescrutable y escorada a infinidad de interpretaciones y lecturas.

Escribir sobre algún tema no compromete la opinión particular del autor en cuanto a su posición o inclinación de su voluntad de acción, sencillamente puede consistir en un análisis intelectual del asunto sin fijar definición ni recomendación alguna. Eso corresponde a la conciencia y consciencia, criterio, percepción y agudeza mental de cada uno; sin que la enunciación sea privativa o limitante a las vastas capacidades del ser humano.

Está sobre el tapete de las distracciones el estira y encoge verbal sobre la importancia de la votación próxima inmediata. En los países democráticos el voto es herramienta  de valor incalculable y de presión inobjetable, que cumple una función determinante en el futuro de las naciones y sus respectivos manejos de la administración pública, la seguridad jurídica emanada de las leyes sancionadas por el Congreso y ejecutadas fielmente por el Poder Judicial, y una limpia y conveniente conducción de los líderes que ejercen la política del Poder Ejecutivo para bienestar y provecho de todos los sectores vivos de un Estado republicano muy diferente a las dictaduras cercanas que conocemos y padecemos. Discutir eso es absolutamente inútil y no conduce a ningún resultado que no sea estéril. El voto y sus beneficios no pueden debatirse porque son siempre positivos dentro de los sistemas donde se respeta.

Del otro lado de la contienda, está el argumento de la abstención; sus bondades y deficiencias. Los que sostienen esa intención arguyen una cantidad de motivos que aparentemente contradicen o confrontan el sufragio por ser árido u ocioso, en ciertas ocasiones.

Sin duda que la materia resultará espinosa cuando se trata de defender con pasión y desenfreno cualquiera de las figuras y su practicidad. Todos quieren tener la razón; nadie cede, piensan tener la verdad agarrada por la chiva ambos bandos.

El atractivo del voto es evidente y sus virtudes son tan transparentes como el agua de lluvia. No obstante el voto es de corta vida; termina con el escrutinio y se olvida el número.

La abstención no es tan clara en sus consecuencias y hay que trabajarla muy bien para obtener, quizás, un resultado eficaz. Sin embargo, subsiste en el tiempo y se recuerda, para bien o para mal.

La abstención, tan repudiada y sometida a toda clase de vilipendios, es usada en plurales ocasiones, por múltiples motivos y por variados organismos o entes colectivos, tanto públicos como privados.

En la Naciones Unidas, OEA, juntas directivas de grandes corporaciones, tribunales colegiados, en los organismos multilaterales y pare de mencionar, la figura de la abstención es reconocida como mecanismo de opinión, censura, rechazo, desinterés, condena, acusación, señalamiento, y otros calificativos que podrían derivar del no querer emitir un voto claro y definido por alguna idea, solución, condena de conducta política, aplicación de sanciones, a un país o a un candidato o partido. Nada taxativo. En situaciones concretas, es fuente de información para aquellos que no ven claro o no creen.

El problema de la abstención es no ser de inmediato valor, como el voto. Tiene significado, pero el mismo se toma su tiempo; es de largo plazo y alcance. Mientras el voto demuestra la voluntad de forma cruda y diáfana; la abstención es riesgosa, un tanto sinuosa, inescrutable y escorada a infinidad de interpretaciones y lecturas.

Resumen del planteamiento es establecer la variedad de las reflexiones ante proposiciones presuntamente fáciles y antagónicos, pero no excluyentes en la posibilidad de generar frutos o efectos finales.

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