lunes, 13 enero 2025
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Montaner

Era un hombre libre, celoso de sus derechos y custodio de su propia dignidad. Lo fue toda su vida y así lo certifico a la hora final.

“Mi querido Danilo. Le dicto a mi mujer, Linda, mi respuesta a tus amables palabras. Llegamos a una edad en que se aumentan los riesgos de padecer muchas de las injurias que nos reserva el último tramo de la vida. Un gran abrazo. CAM”.

A mediados de mayo recibí este mensaje de Carlos Alberto Montaner en respuesta a uno mío que le envié acto seguido de leer su “última columna”.

Con él nos conocíamos desde hace unos 45 años. Nos encontrábamos cada tanto, más o menos seguido. Por un tiempo fuimos vecinos en Miami. Era dos meses menor que yo. Fuimos buenos amigos y siempre me jacté de ello.

En un cálculo algo avaro se estima que eran más de seis millones los lectores de sus columnas semanales. Escribió, además, una treintena de libros.

Un excelente comunicador, un pensador e intelectual de gran valía y un luchador. Un defensor de la libertad y la democracia sin tregua y un enemigo declarado y activo contra las dictaduras, en donde las hubiere y particularmente en su patria Cuba. Fidel Castro lo atacaba cuanta vez podía y lo calificaba de “terrorista”. Era uno de los mayores galardones para Carlos Alberto. Fidel Castro acusando de terrorista a alguien; ¡habrase visto!

Apoyó la revolución cubana en sus primeros meses pero rápidamente la enfrentó al ver que se trataba de otra cosa. Fue preso a los 17 años y se fugó. Fueron 62 años de exilio y ni un día descansó en su pelear por el retorno de la democracia a su patria. Su libro Viaje al corazón de Cuba nos muestra su isla en un relato fluido que atrapa.

Montaner fue uno de los que con más lucidez contrastó el relato casi oficial a nivel latinoamericano. Fue contra lo políticamente correcto. Y lo hizo con valentía, porque eran épocas en que significaba enfrentar un “intelectualidad” protegida, mimada y testaferro del régimen cubano. Los libros que escribió con Plinio Apuleyo Mendoza y Álvaro Vargas Llosa –El manual del perfecto idiota latinoamericano, Fabricantes de miseria, Ultimas noticias del nuevo idiota iberoamericano, El regreso del idiota– desnudan ese statu quo y ponen los puntos sobre las íes.

Escribió novelas y quiero detenerme en una de ellas que realmente me impactó y disfruté. Se trata de La mujer del coronel, una novela erótica y de amor recortado por el machismo y el mal sentido del honor de las normas militares que rigen en general y en este caso acentuadas por un régimen totalitario e inquisidor.

Se trata de un relato con pasajes fuertemente eróticos pero dicho y presentado con tal suavidad y tanta delicadeza que raya y se confunde con el amor. Nada es agresivo, nada es chocante, nada de mal gusto. Linda novela.

Fui a una presentación del libro que se hizo en Miami.

En un momento le comente que fui con el propósito de presenciar algún “patatús” de algunas de sus admiradoras adultas mayores, a las que la novela puede haber sorprendido. Sonrió y me dijo: “no ha de ser para tanto, pero, como tú sabes y como ocurre en política, a veces cambiar se transforma en una peligrosa forma de pecar”.

Montaner era un muchacho con una mirada amiga, franca y alegre y con una voz sedosa y como humilde pero que no transa.

Con un “hice lo que pude” cierra sus memorias: Sin ir más lejos. La verdad es que hizo mucho y fue muy lejos.

Era un hombre libre, celoso de sus derechos y custodio de su propia dignidad. Lo fue toda su vida y así lo certifico a la hora final.

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