lunes, 10 febrero 2025
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Mis “influencers” literarios

La revista Cárcava cumplió su primer año. Para esa ocasión, los editores decidimos organizar una charla en donde habláramos acerca de nuestros escritores venezolanos favoritos. Estas fueron mis palabras.  

@diegorojasajmad

Quisiera agradecer en primer lugar a la Universidad Católica Andrés Bello, y en especial a la Escuela de Comunicación Social, por ofrecernos este espacio para celebrar juntos el primer año de la revista Cárcava, una publicación bimestral que intenta reavivar la creación y la discusión cultural desde las exigencias de la belleza, la seriedad y el rescate de los valores democráticos.

Para este primer aniversario de la revista se nos ocurrió a Francisco Arévalo, a Carlos Yusti y a mí organizar una charla en la cual les confesáramos a ustedes cuáles son nuestros escritores venezolanos favoritos, aquellos escritores que alimentaron nuestra propia escritura y que contribuyeron a darnos una visión de mundo y a hacernos en gran parte lo que somos. Esto con la intención de animarlos a ustedes a acercarse a esos autores y que decidan, finalmente, sumergirse en esas fabulosas páginas.

Pero, ¿a qué llamamos “escritor favorito”? ¿Qué condición debe cumplir ese autor para que ocupe un lugar especial entre los cientos y cientos de escritores venezolanos que conocemos? En mi caso, un escritor se convierte en favorito cuando me inocula la necesidad de volver siempre a sus páginas, y recurrentemente vuelvo a ellas pues allí logro encontrar un perfecto equilibrio entre las ideas profundas y justas, que te cambian la mirada y te abren nuevos horizontes, y la palabra acertada y hermosa que está envolviendo a aquellas ideas.

En la obra de un escritor a quien considero favorito yo no busco solamente placer y entretenimiento. Sí, he leído a muchos autores venezolanos en los cuales solo hallo eso, y no por eso dejo de apreciar y admirar sus obras, pero esa es la razón por la cual no llegan a formar parte de mi lista de favoritos. Con la lectura también busco verdades, posiciones ante la vida, valores de libertad y justicia, y solo cuando encuentro ambas cosas, en ese momento ese autor se convierte en mi favorito. Por eso, para mí la lectura es un acto estético, sí, pero también ético.

Hay muchos escritores venezolanos que cumplen esos dos criterios que les acabo de mencionar y por lo tanto forman parte de esa lista especial de favoritos o, para decirlo en la jerga de hoy, de mis “influencers” literarios.

Son varios mis escritores venezolanos favoritos, pero para no hacer larga la lista podría mencionarles algunos pocos de ellos. Quizás el primero de todos fue Ludovico Silva, un poeta, ensayista y filósofo quien murió en 1988, a los 51 años. Fue una mente prodigiosa que dominó varias lenguas, el griego, el latín, el inglés, el italiano, el alemán, el francés, y por ello supo apreciar a tantos poetas y filósofos en su idioma original. Recuerdo que el primer libro de Ludovico Silva llegó a mis manos cuando yo tendría entre 16 o 17 años, estaba en cuarto o quinto año de bachillerato. Ese libro de Ludovico Silva era de ensayos y llevaba el título de Belleza y Revolución. Era un libro muy curioso pues estaba formado de dos partes. La primera, compuesta por ensayos sobre literatura universal y la segunda parte de ensayos filosóficos, en su mayoría sobre el marxismo, aunque también encontré nombres como los de los filósofos Bertrand Russell, Miguel de Unamuno, Herbert Marcuse, Jean Paul Sartre, Juan David García Bacca, entre otros. Me impresionó su posición crítica ante los temas que desarrollaba. En ese libro encontré a un autor que pensaba por sí mismo y que además sabía decir las cosas de una manera hipnotizante. En ese mismo libro, en sus ensayos sobre literatura, descubrí nombres de la literatura universal como Rimbaud, Antonio Machado, Dante, San Juan de la Cruz, Ungaretti, entre otros, cuyo nombre veía por vez primera, y que Ludovico Silva supo con esos ensayos insuflarme ánimo para buscarlos y leerlos. Ludovico Silva fue mi primer escritor favorito, mi influencer que me motivó a leer a aquellos otros autores que él mencionaba y me inspiró gran respeto por su constante actitud de crítica, estudio y reflexión.

Tengo en mi lista a otros escritores venezolanos favoritos. Podría hablarles de Rafael Cadenas, un poeta que cuenta hoy con 92 años de edad y cuya obra se compara con la de los más grandes de la literatura universal. Es uno de nuestros escritores venezolanos fuera de serie.

Con Rafael Cadenas me pasó algo similar a lo que me ocurrió con Ludovico Silva. Lo primero que leí de él fueron sus ensayos y aforismos, no su poesía. Recuerdo haber leído con asombro su ensayo titulado En torno al lenguaje o su libro de fragmentos titulado Anotaciones, donde a mis 17 o 18 años encontré una fuerte crítica contra el deterioro del lenguaje, de la ineficacia del sistema educativo con respecto a ese tema y la urgencia por remediar esa situación y además su posición ante la vida y la poesía, que para él son la misma cosa.

Luego, como a los 19 o 20 años, llegué a su poesía, y seguí viendo en esas páginas a un escritor como nunca había visto en la literatura venezolana. Un autor que dice cosas profundas en pocas y hermosas palabras. Un autor que interpela al lector, que lo pone a pensar, y le habla desde su mismo lenguaje. Rafael Cadenas es capaz de mostrar el universo en una sola palabra. Y no solo eso. En Cadenas encontré al escritor que vive solo para la creación, sin importarle premios o la promoción de su nombre. Una vida sin aspavientos, sin adornos, sin estridencias, pero reflexiva y con los ojos puestos en la esencia de las cosas, igual como es su poesía.

Les decía que son varios los escritores venezolanos a quienes considero como mis favoritos. Entre ellos puedo agregar a Mariano Picón Salas, con su escritura ensayística que parece una dulce melodía, o Elisa Lerner y sus crónicas de honda inteligencia, Andrés Eloy Blanco y su lucha constante por la libertad, Rómulo Gallegos y su tarea de mostrarnos a Venezuela, Leoncio Martínez y su humor inteligente a prueba de dictaduras… Y muchos más, como Eugenio Montejo, Julio Garmendia, Juan Liscano, María Calcaño, Tulio Febres Cordero, Salvador Garmendia, José Ignacio Cabrujas…

Pero por sobre todos ellos, quisiera destacar a uno en particular: Andrés Bello.

Les voy a confesar algo que quizás les parezca extraño. A mis 15 o 16 años, cuando lo usual en aquella época era que en la habitación de un adolescente hubiese un afiche de Michael Jackson, de Nirvana, o de algún deportista como Carl Lewis, Pete Rose, o de la liga venezolana de básquet con Carl Herrera y All Smith, yo tenía un afiche de Andrés Bello. Hasta mis padres se preocuparon al ver semejante rareza.

Sin embargo, y ahora que hago memoria, quizás aquello lo hice motivado por la actitud propia del adolescente de ir a contracorriente, o quizás, en el fondo, y no era consciente de eso, admiraba a ese personaje del cual hablaban tanto en el liceo por su empeño en seguir estudiando y creando a pesar de cualquier adversidad. Como Hércules ante los doce trabajos, como Mio Cid en el destierro.

En Andrés Bello encuentro esa cualidad estética y ética que le había mencionado al comienzo. Un escritor que se preocupó por formarse en el precario contexto de la Venezuela colonial y que se fue de su país cuando contaba con 28 años para nunca más volver. En Londres pasó muchas penurias: la extranjería, la falta de dinero y los 15 hijos que tuvo, de los cuales vio a 9 morir; todo ello lo agobiaba pero supo dar solución y sustento, sin dejar de hacer lo que le apasionaba: el estudio y la creación.

Sus obras completas alcanzan los 26 tomos, y abarcan diversos temas, desde poesía, historia, astronomía, leyes, filosofía, gramática, derecho internacional, entre otros. Es nuestro intelectual más sabio y completo y su obra la veo como un cofre de tesoros que no tiene fin y del cual podemos seguir sacando más ideas y maravillas.

Esos tres autores, Ludovico Silva, Rafael Cadenas y Andrés Bello, son mis escritores venezolanos favoritos. No por casualidad, hace 20 años, cuando inicié mis labores como profesor universitario, lo primero que hice fue poner en mi cubículo las imágenes de esos tres autores para seguir teniéndolos siempre presentes. Son mis “influencers” que guían mis lecturas por venir y me aconsejan cómo actuar en este breve paso por la vida.

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