martes, 20 mayo 2025
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Memoria nacional sin decadencia

Los gritos de los jóvenes encarcelados perturban, son lacerantes y son una escara. Los venezolanos con memoria plena rumian por lo bajo sus expectativas e impotencia. Pero en todas las conciencias el propósito de vencer está vivo.

@OttoJansen

“La situación de este régimen y la de todos los que se le asemejan es la de una cárcel, la de un presidio, la de una colonia penitenciaria. Se está con Gómez o se está fuera de Gómez pero se está dentro de sus murallas, dentro de su alambrado bajo el ojo y el puñal y el cabestro de sus seides. Desde el jefe civil hasta el senador de la República corre una vasta serie de esbirros que con inciensos o con cadenas, a palos o articulazos encierran en un círculo de hierro, bajo la férula de una voluntad única, dos millones y medio de hombres sobre trescientas leguas de territorio. Se está preso en Miraflores, en la frontera o en La Rotunda. De los comedores de la casa de Maracay hasta los fosos del Castillo de San Carlos existe, virtualmente, cárcel abierta o cárcel cerrada; el estado de prisión es el mismo”. Memorias de un venezolano de la decadencia. José Rafael Pocaterra. Tomo II. La vergüenza de América 1919-1922. Pág. 60.

Los neo totalitarismos del siglo XXI, muestra especifica del caso venezolano, tienen ecos nativos -gritos más bien- que vienen de sus propios años. Están en la piel del pasado, no tan distante, y aun cuando ahora se afirma (tal vez con sobradas evidencias) que la cartilla cubana se encuentra inmersa en las torturas del trato carcelario de presos políticos y de las vejaciones a mujeres, niños y jóvenes apresados a raíz de los resultados electorales fraudulentos del 28J, la verdad es que la saña, la mentira y la obsesión de poder tiene antecedentes calcados a lo largo de los ciclos venezolanos, con estelar desarrollo en los principios del siglo XX con el general Juan Vicente Gómez y también en la década del 50, del mismo siglo, en la ferocidad de la dictadura de Marcos Evangelista Pérez Jiménez. Si, solo que ahora lleva barniz de la post verdad, tecnología del siglo presente; con la maquinaria propagandística que, sin embargo, no ha hecho mella en el sentimiento de justicia y de cambio del habitante nacional contemporáneo. Con la actualización de los patrones de persecución y torturas que muy bien han documentado las oenegés de derechos humanos del patio y la Misión de determinación de los hechos de la ONU. Han sido estas últimas semanas de septiembre dolorosas y terribles, donde la opinión pública ha contemplado con horror el sufrimiento infringido a los muchachos detenidos arbitrariamente. Han escuchado sus voces de desesperación lanzadas al viento desde los desastrosos recintos penitenciarios, mientras la indiferencia de a quienes les compete formalmente la aplicación del Derecho, es normalizada, prueba de la postración en el camino de silencio; la repetición de los capítulos de La Rotunda de la que escribió José Rafael Pocaterra hace casi 100 años.  

“Los primeros campos de concentración se establecieron a fin de disuadir a los posibles oponentes, y aterrorizarlos, así como también a la sociedad en forma general. Las personas que fueron detenidas durante este período eran definidas como ‘perjudiciales para la nación’ (…) Aquellos que habían sido designados por la SS como ‘incorregibles’ podían esperar solamente convertirse en el objetivo de tratos extremadamente crueles y de torturas. Los prisioneros del campo fueron definidos como ‘enemigos de la nación’. Todos los derechos civiles fueron revocados y no había ninguna forma de saber cuánto tiempo los presos estarían encarcelados”. De la página de YAD Vashem. Centro Mundial de Conmemoración de la SHOA. Lección 4: El Sistema nazi de los campos. Primer periodo 1933-1936. La opresión política. La referencia a la historia mundial, en seguimiento a nuestros días venezolanos en curso, proyectan las experiencias de etapas en la persecución sistemática totalitaria por excelencia que se produjo bajo el mandato del partido Nacional Socialista Alemán. Viendo cómo hoy se reeditan técnicas de control social y político contra todos los estratos de la sociedad criolla (decidida mediante el voto por su destino de libertad y justicia, el pasado 28 de julio), hay que remitirse a las lecciones de la filósofa Hannah Arend para asimilar  el impulso de las técnicas macabras de los nazis y el refuerzo que los soviéticos -ahora rusos y de allí los cubanos- le impusieron al hostigamiento, cárceles o muertes a medios de comunicación, dirigentes políticos, gremios, hombres, mujeres, razas, credos y contra todo lo que osara disentir. 

Sentido de pertenencia

Los gritos de los jóvenes encarcelados perturban, son lacerantes y son una escara que se agranda. Los venezolanos con memoria plena (a diferencia de otros ciclos), rumian por lo bajo sus expectativas e impotencia, sin que los apremios de escenarios posibles no descarten el hacer maletas. Pero en todas las conciencias el propósito de vencer a la farsa está vivo y pendiente. Nadie tira la toalla aunque como María Corina, Edmundo González y resto de los dirigentes, deban luchar desde el resguardo.

Pocaterra describe en la Vergüenza de América, segundo tomo de Memorias de un venezolano de la decadencia, a los distintos personajes del reparto de los tiranos. El verdugo, el carcelero, el traidor, el prisionero que luego alaba al dictador. Los conspiradores que se venden al menor señalamiento, los intelectuales que prestan sus plumas. Los componedores de cafés. Los héroes anónimos que mueren sin reconocimiento alguno, los guerreros estoicos que salen del encierro a continuar las luchas. Es el teatro político que se repite, solo que como citaba en líneas precedentes, ahora aparecen actualizados y por lo tanto mimetizados. Los cómplices apuestan a seguir con la fiesta de sus apetitos, porque a ellos los presos desaparecidos, los muchachos torturados o los derechos individuales y colectivos no les hielan la sangre: la caída de los negocios, sí.

En el siglo XXI no hay decadencia ni cobardía en las mayorías venezolanas, la gente viene configurando una encaminada consistente memoria nacional.