Estos artículos semanales sobre literatura nacieron en septiembre del 2018 por invitación del gran amigo y extraordinario periodista Marcos David Valverde. La propuesta general de Marcos era que los medios de comunicación diesen mayor espacio a los libros, presencia que ha disminuido casi hasta su inexistencia y que ha sido ocupada por el interés hacia las noticias deportivas, la política y las recomendaciones de nuevas series de Netflix. Pusimos manos a la obra y así nació Marcalibros, una suerte de elegía a la literatura que semana a semana intentaba recuperar el interés por la lectura y deseaba mostrar la siempre gananciosa transformación que ocurre cuando alguien se sumerge en las páginas de una obra literaria.
En aquella ocasión seguía -y sigue- viva en mí la inquietud por hacer de la crítica un discurso que lograra llegar a la mayor cantidad de público posible, empleando para ello un lenguaje comprensible, más cercano a los matices de la vida cotidiana, y que reflexionara además acerca de temas, obras y autores que pudieran servir de espejo a las inquietudes y sueños del venezolano de hoy.
Así, durante poco más de un año, en Marcalibros he presentado artículos sobre Frankenstein, El Principito, Sherlock Holmes, Doña Bárbara, Tío Tigre y Tío Conejo, El Sargento Felipe, Francisco Arévalo, Carlos Yusti, Blas Millán, la historia del libro y la edición, la poesía mística venezolana, la canción, el grafiti y el galerón como literatura, el intelectual frente al poder, entre muchos otras obras, temas y autores, leídos todos desde las razones y pasiones de nuestro caos inveterado. La idea era echar agua en los pies de barro de la crítica que escribe para sí misma y que trabaja sobre obras ajenas al interés general del público, como si en la incomprensión y la evasión residiera mérito alguno.
Otra de las motivaciones de Marcalibros era -y es- hacer entender que la literatura no es un artículo superfluo, un objeto del cual puede prescindirse si se le pone frente a las dramáticas penurias de la vida. Sí, en la Venezuela de hoy hay miseria, destrucción, hambre, corrupción y falta de honradez y de solidaridad, pero ello no es motivo para sacrificar la lectura. Al contrario, la falta de lectura crítica y atenta de obras literarias tal vez sea, en gran parte, eso creo, una de las razones por las cuales no hemos logrado encontrar solución a los males que padecemos. Por ello no me canso de insistir en la frase de Federico García Lorca, que analicé en un Marcalibros anterior, y que lleva por título Medio pan y un libro:
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Pertenezco a las filas de quienes se acercan a la literatura con la intención de encontrar en ella algunas pistas con las cuales darle sentido a la vida. Creo que Aquiles, Mío Cid, Don Quijote y Sancho Panza, Cándido y el Dr. Pangloss, Werther y Carlota, Stephen Dedalus y Leopoldo Bloom, Elizabeth Bennet y Fiztwilliam Darcy, Winston Smith, Alberto Soria, María Eugenia Alonso, Juan Peña, Santos Luzardo, Narciso Espejo, Mateo Martán, y otros tantos maravillosos personajes de la literatura, tienen aún mucho que decirnos y aconsejarnos acerca de nuestro breve paso por el mundo.
Por estas razones, en este año 2020 continuaremos con más Marcalibros, como una especie de club de lectura a la distancia que intenta enseñarnos a perderle el miedo a los libros y a saber que ellos también son productos de primera necesidad.
Otras páginas
– El vendedor de almanaques. Tengo por costumbre leer en cada nuevo comienzo de año el breve y hermoso texto de Giacomo Leopardi titulado Diálogo de un vendedor de almanaques y un transeúnte. Publicada en 1827 como parte del libro Opúsculos morales, esta obra, que no alcanza la página de extensión, es una profunda reflexión acerca del destino y la vida. En el diálogo se condensa toda una filosofía de la existencia con esta frase: “La vida hermosa no es la que se conoce, sino la que se ignora”. Quizás por ello la belleza del año que comienza reside en lo que nos tiene de sorpresa, en lo que nos acecha ante cada despertar y, así, vivir quizás no sea más que una eterna acumulación de desconciertos. No sabremos lo que nos deparará el año 2020, pero de lo que sí podemos estar seguros es de que los meses por venir no serán calmos y, para enfrentar esa situación, la actitud más conveniente que podríamos asumir será la del estudioso, la del lector crítico del presente, pues así podríamos mantenernos alertas y resistir las infinitas afrentas de la canalla. Feliz 2020 y que la batalla sea provechosa.
– País de desmesuras. Dicen que Venezuela es un país de desmesuras, donde lo hiperbólico, lo que no tiene límites, es tan natural como el aire que respiramos. A esta afirmación viene en ayuda el hecho de que en este país se elaboró el poema más extenso escrito en lengua española. Se trata de Elegía de varones ilustres de Indias, compuesto en el siglo XVI por Juan de Castellanos, quien vivió en Cubagua, Margarita y el Cabo de la Vela. El poema consta de 113.609 versos endecasílabos y narra la historia y personajes del descubrimiento, conquista y colonización hispanoamericana.
– De golpe, en un instante. “Un consejo más: al corregir las pruebas, tacha muchos de los sustantivos y adjetivos. Usas tantos sustantivos y adjetivos que la mente del lector es incapaz de concentrarse y se cansa pronto. Si yo digo: “El hombre se sentó sobre el césped”, lo entenderá de inmediato. Lo entenderá porque es claro y no pide un gran esfuerzo de atención. Por el contrario, si escribo: “Un hombre alto, de barba roja, torso estrecho, y mediana estatura, se sentó sobre el verde césped, pisoteado ya por los caminantes; se sentó en silencio, con cierto temor y tímidamente miró a su alrededor”, no será fácil entenderme, se hará difícil para la mente, será imposible captar el sentido de inmediato. Y una escritura bien lograda, en un cuento, debería ser captada de golpe, en un instante”. Antón Chéjov.