viernes, 29 marzo 2024
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¿Magnicidio frustrado o falso positivo?

Una imagen, dice más que mil palabras. Las fotografías y los videos están a disposición. Los automóviles de la caravana en que se movilizaba el Presidente encargado, presentan numerosos impactos de bala. De no haber sido coches blindados, otra sería la historia.

@omarestacio

¿Hubo o no hubo magnicidio en grado de frustración el sábado 29 de febrero pasado, en Barquisimeto?

Una imagen, dice más que mil palabras. Las fotografías y los videos están a disposición. Los automóviles de la caravana en que se movilizaba el Presidente encargado, presentan numerosos impactos de bala. De no haber sido coches blindados, otra sería la historia.

Días antes, horas prácticamente antes de la balacera, el sedicente “Segundo de a Bordo de la RoboLución”, en medio de una de sus tronas mentales y sentimentales había hecho apología de los atacantes de Guaidó, en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía: “Se metieron con el Pueblo y el Pueblo les va a seguir cobrando”.   

Sin embargo, después de las tronas, vienen las resacas morales, en este caso, moralmente inmorales. Cuando el instigador advirtió el repudio planetario y las gravísimas implicaciones de sus acciones -a lo de narco, agregar prontuario de magnicida intelectual no es menudencia- apareció un testigo estrella: Climaco (a) “El Caraqueño”. Un sujeto de malvivir, cautivo de la narco satrapía, muy ganoso de confesar, haber recibido US $ 200 de un supuesto enviado de Guaidó, para posar ante las cámaras, apuntando con su pistolón. La narcoRoboLución, para cada circunstancia ha tenido su testigo estrella. Giovanny Vásquez, Robert Serra, Otayza, Zapatero, Insulza, Papa Pancho.

Nietzsche, afirmaba que el humano valora las cosas según sus gustos. Después, inventa las razones.     

60 gobiernos, aproximadamente, del Mundo, consideran a Guaidó, presidente (e), legítimo, de Venezuela. Pero según los gustos de la RoboLución, no es sino un lunático con manías de jefe de Estado. Con base en tal preconcepto, habría sido un asesinato más, entre los ciento y pico, que a diario perpetran, las FAES, la Guardia Nacional “Bolivariana”, los colectivos de la “Paz”, la comida no apta para humanos de los CLAP, la incuria hospitalaria, la corrupción con furor de Mesalina, porque lo primero es lo primero. Bajo tales premisas, lo de Guaidó, habría quedado degradado a “cidio”, sin el “magni”.

Existen varias herramientas para medir tales asuntos. La llamada “Prueba del Dron” la más matemática de todas. Un candidato a occiso se encuentra, ahí, gordiflón, epulón, bigotón, flatulento, baboso, con la expresión de imbécil dibujada en la cara. Discursea sandeces, sobre la tarima montada, en la avenida Bolívar, Caracas. De pronto, se divisa el sobrevuelo de un dron. No es uno, pa’ hombre, pa’ macho, como el que le voló la cabeza al general iraní, Qasem Solomiani. Al contrario, es idéntico al modelo con que juegan mis nietos de siete y nueve años, respectivamente, cada sábado por la tarde. Si ante tal amenaza, cierta o falsa, de un dron o de lo que sea, el posible descabezado, permanece en el sitio a lo Guaidó. Enhiesto. Con la frente en alto. Impertérrito. Como todo un varón. Si sus acompañantes tampoco huyen como ratas sarnosas, piojosas, en avalancha, en vivo, directo, vía satélite por TV, para oprobio del gentilicio, estaremos ante uno de los “falsos positivos” que se denuncian en “El Mazo Dando”.

Por el contrario, si el candidato a que lo envíen al otro mundo, otea el mismo juguete volador y huye despavorido. Si, con el rostro desencajado, se le encarama de parrillero al primer motociclista que circula por ahí. Si en medio del sálvese quien pueda, alguien le recuerda que está abandonando, sola, triste y desamparada, a cielo abierto a la mismísima, “Primera Combatienta”. Si el ya, cuasi cadáver o cuasi “magniciado” por única respuesta, en el corricorre, se dice para sus adentros y sus afueras: “¿Devolverme, yo, pa’ salvarla? ¡Qué va, oh! ¡Esa vieja que se jo…!”

Listo. Superada, con holgura, la infalible “Prueba del Dron”: Intento de magnicidio con premeditación, alevosía, ensañamiento, fractura, nocturnidad, al descampado, por motivos fútiles e innobles. Y, además, certificado por el, no menos gallina del tipejo del “Mazo Dando”.