¡Comunistas y filo comunistas del planeta, extremistas de cualquier bandera y denominación uníos contra todos aquellos que no se dobleguen ante ustedes y los torcidos ideales que usan para engañar al mundo para beneficio propio! Esto o algo parecido podría constituir la proclama moderna marxista.
Es increíble pero explicable el alboroto que tienen armado en el universo los amantes de la anarquía, del caos y del desorden que no puedan ser controlados por las huestes de los mal llamados revolucionarios o convulsionarios, sin importar si estos son infiltrados entre norteamericanos, españoles, brasileños, alemanes, ingleses, franceses, árabes, escandinavos, rusos o chinos. En cualquier lugar de la tierra que estén se orientan a enterrar sus pezuñas para descontrolar los sistemas y la organización de las sociedades establecidas con miras a desarrollar, progresar y mejorar, sin duda más lentamente que lo deseado pero siempre en sentido positivo, la calidad material de la vida de sus pueblos.
Desde luego que las excepciones siempre existen. Muchos politicuchos que rigen los destinos de sus pueblos nunca están ganados para el servicio y bienestar de los mismos.
Pero la tendencia de la humanidad es hacía adelante, tanto en años y épocas como en avances y logros. Desde la antigüedad, el oscurantismo, el medioevo, el renacimiento y más acá, el hombre y las sociedades no han hecho sino evolucionar. Y, precisamente, a pesar del comunismo y derivados tortuosos. No hay ni un solo éxito de esa aberración producto de mentes delirantes y ociosas.
A nosotros nos tocó la mala suerte, para no entrar en mayores detalles en esta crónica muy resumida, de ganarnos un premio gordo indeseado pero al que le compramos varios boletos ganadores, que nos están pagando por cuotas que ya van para veinte años interminables y sin solución de continuidad.
Ya colombianos, argentinos, peruanos, chilenos, paraguayos y brasileños se han sobrepuesto a la pava ciriaca y a la pava macha juntas, maldiciones atribuidas al cubano creador del Foro de Sao Paulo y a sus planes hegemónicos. Ya dentro de poco hasta los cubanos y su régimen malsano serán una pesadilla del pasado; menos para tres generaciones de la isla de la fantasía que jamás podrán olvidar que perdieron parte de la belleza de vivir la vida. Todavía nosotros tenemos chance de que eso no suceda.
Cuando el hemisferio sur evacue, en sentido orgánico también, a los bolivianos, nicas y venezolanos, reinos del terror en sus diferentes matices y grados, la atmósfera quedará limpia de tanto desecho tóxico que nos ha contaminado en este siglo recién iniciado.
Esta gente, con tal de cumplir con sus peores intenciones, es capaz: de usar los instrumentos más atroces, las herramientas más intimidantes, las componendas más oscuras, las extorsiones y arreglos más creativos, las relaciones más influyentes, las figuras más conocidas e insospechables, los contactos menos imaginables y la falta absoluta de escrúpulos y sentimientos.
Todos los humanos tenemos una conjunción de virtudes y defectos, pero cuando los últimos superan ampliamente a los primeros es cuando las consideraciones y el respeto se tambalean de forma que es realmente difícil contener la repulsión que logran generar entre los demás congéneres. Así personajes como Stalin, Hitler, Mussolini, Ceausescu, Fidel, el Che, y otras equivocaciones recientes de la naturaleza, no califican en ninguna categoría válida en la cual puedan competir como hombres de bien. Hay que entender que el egoísmo, la vanidad, la ignorancia o la estulticia en la conducción geopolítica degradan las acciones ante el sufrimiento que se inflige a los gobernados.
Cualquier gobernante que empobrece al pueblo, lo somete a hambruna, a desasosiego, a miedo y persecución, y se aprovecha de sus riquezas para su beneficio y el de sus allegados es un ser que no merece ni siquiera el desprecio de sus víctimas.
¿Diálogo y elecciones? ¿Con quiénes?