jueves, 23 enero 2025
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Los hilos invisibles de la flojera (cortos)

Los burócratas de la ONU y otras organizaciones se dejaron de consideraciones de DD HH, ni de análisis históricos ni culturales. Se dedicaron a mantener el cargo y a degustar del jerez y los buenos vinos en los restaurantes de Washington o Nueva York.

En la prensa: Hace casi dos meses me dediqué a explicarle a mis amigos dentro y fuera del país sobre que el Hasta el final había entrado en la etapa de cobro. En una contienda normal, les decía, “el fin de la tarea son las elecciones, pero que ya no. Desde hace años los venezolanos hemos sufrido un proceso trunco ante un CNE y un TSJ complaciente con los arrebatos”. Hoy en día mis amigos entienden cuánto esta faceta requiere de fortaleza mental y emocional.

Digo esto porque en agosto uno de ellos se le ocurrió preguntarle a la Inteligencia Artificial sobre lo que ocurría en Venezuela. Como es esperar de los lugares comunes y los copia y pega, las respuestas de la IA fueron distantes de la realidad. No sólo es que la IA plagia lo que encuentra por allí, no está preparada para identificar un evento inédito como el del 28 de julio. Si al mundo le tocó un tiempo despertar ante la noticia, imagínense pedirle lo mismo a la IA. Es decir, que identifique un evento fuera de lo usual y reconozca su relevancia histórica, no sólo por la ejecución sino por el papel de la tecnología.

Desde que me percaté de estos usos de la IA le he prestado atención a sus fallas y más ante la popularidad de su uso. En estos días dos periodistas de Reuters entrevistaron a Edmundo González en Madrid y las preguntas eran tan predecibles y aburridas que tenían tufo de flojera. Puedo estar equivocada, pero parecían de IA, chatGPT, chaptigi, cheapiti. Distinto cuando el análisis parte de los conflictos y sus apalancamientos tales como el de los militares, la economía, el petróleo, la legitimidad, o sencillamente identificar lo nuevo en el panorama. Entonces así las preguntas logran brillar.

Las excusas de los líderes mundiales: En los días posteriores al ataque aéreo de los cascos azules de la ONU en Libia salió Vladimir Putin a defender a Muamar el Gadafi. Con el sambenito de que las dictaduras son preferibles a una guerra civil, habida cuenta de los enfrentamientos desatados en ese país, el precedente de Libia sirvió de cortapisa y argumento incuestionado en la política internacional. Con Putin, las dictaduras comenzaron a verse todas iguales, todas en tabla rasa. Él ha sido el mejor vocero de esta especie de sindicato de dictadores y no es de extrañar que el mundo los haya tolerado al punto de hacer negocios con ellos. Con semejante premisa, los “líderes mundiales” no tienen que pensar mucho porque cuentan con una ecuación cómoda para cerrarle la boca a cualquier argumento. ¡Tremenda excusa para no hacer nada! Los burócratas de la ONU y otras organizaciones se dejaron de consideraciones de DD HH, ni de análisis históricos ni culturales. Se dedicaron a mantener el cargo y a degustar del jerez y los buenos vinos en los restaurantes de Washington o Nueva York.

Por eso aplaudo la representación de Uruguay ante la OEA. Su protesta ante la inercia y la estupidez habla por sí sola. Se mueve la esfera, y con ella los cambios. En esencia me recuerda a Ikiru, el personaje del filme del director japonés Akira Kurosawa.

Los co-habitacionistas despreciables: En esa postura light de que “todo es igual” entran los alacranes. Con el relativismo moral piensan que es posible equiparar la gigantesca diferencia entre el mal y el bien, entre un puñado de sujetos inescrupulosos en el poder que arremeten contra la voluntad de millones de venezolanos. Piel de zapa, los alacranes creen que apoyar al régimen es negocio para ellos. Todo sea por “resolver” lo que fuere, no importa que la arena movediza se trague al país. Todo sea por “desinflar” los ánimos de la gente “tranquilizar” la cosa, después una mentirilla aquí y otra allá. Suficiente para ellos poder seguir su jueguito para luego irse a saborear el mismo vino envenenado. La trascendencia histórica los tiene sin cuidado.

Un veneno se venía cocinando: Un consenso se ha venido construyendo para forjar este relativismo sospechoso. Por años he escuchado a personas serias decir, “la verdad no existe”, “la libertad no existe”. El sólo pensarlo me daba miedo y por eso mostraba desacuerdo. No es una discusión fácil, pero hoy alcanzo a decir una sola cosa: no es lo mismo cuando el filósofo o el poeta tratan de escudriñar sobre la verdad y la libertad como conceptos y otra muy distinta es cuando una voluntad de poder decreta esas frases. ¡Tamaña diferencia!! Hay topoi que corren inadvertidos y son verdaderas trampas.

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