Gorrión es el nombre común de varias especies de aves paseriformes de la familia de los ploceidos, incluidas en el género passer. Son pequeñas y su coloración parda es poco vistosa, pero en cierto momento y lugar se convirtieron en enemigas de un dictador comunista, porque se alimentan de granos e insectos. Claro, el tirano no tenía ninguna objeción con que se manducaran los segundos, pero les declaró la guerra a muerte por su extravagante costumbre de engullir a los primeros. Fue entre 1958 y 1962, cuando aquel decreto del Gran Salto Adelante embarcó a todo el país en una carrera desenfrenada, que se planteó darles alcance a las naciones más desarrolladas, por medio de la colectivización de la tierra y de una vertiginosa industrialización.
Ese Salto Adelante tuvo entre sus postulados una estrambótica e irracional campaña contra 4 plagas. De tal suerte que insectos -moscas y mosquitos- ratas y gorriones se convirtieron en enemigos del desarrollo, que Mao Zedong había pergeñado para aquel enorme país del que se había adueñado. Fue una decisión maoísta, que ni entomólogos ni ornitólogos se atrevieron a discutir, so pena de ser fusilados o sometidos a cadena perpetua. Porque los caprichos de los tiranos comunistas se convierten en leyes, que todos deben acatar sin chistar.
Por esta razón ratas, moscas y mosquitos fueron exterminados en nombre de la higiene y la salud del pueblo. Pero la situación de los gorriones era otra, pues cometieron delitos de extrema gravedad que debían pagar con sus propias vidas. Estas avecillas tenían la fea costumbre de comer granos, pero Mao había dispuesto que este alimento era sólo para el consumo humano.
El pueblo chino -tan sumiso como obediente- no dudó en seguir al pie de la letra las órdenes del gran timonel. Así que diseñaron métodos para acabar con la peste de los gorriones. Les disparaban, destrozaron nidos, huevos y mataron pichones sin piedad. Y a los adultos los perseguían con un estruendo infernal, para que volaran sin descanso hasta provocarles la muerte. Los chinos, en masa, mataron tantos gorriones que debían recogerlos con palas. En dos años la especie casi se extinguió junto a otras, porque no es sencillo tener tan buena puntería para matar sólo gorriones.
John Platt recuerda que la historia está plagada de catástrofes medioambientales, pero pocas se comparan con la que se desencadenó en China a partir de 1958. Ese año el padre fundador de la República Popular China -en aquel momento conocido como Mao Tse Tung- decidió prescindir de los gorriones, que de acuerdo a su saber y entender eran una plaga. Aquello, aunado a otras resoluciones del mismo tenor, provocó un efecto dominó que tuvo terribles consecuencias para los habitantes de China.
Después aquel exterminio -que bien pudiéramos denominar gorrioncidio- se produjo una verdadera plaga de insectos, por lo que los gorriones salieron de la lista roja de Mao, quien los reemplazó por los chinches. Por cierto, el banquete preferido de los gorriones son las langostas, las mismas que se multiplicaron de manera descontrolada y acabaron con las cosechas, lo que ocasionó una hambruna que mató a un número indeterminado de habitantes en ese país asiático.
Mao destruyó la cadena trófica a punta de extravagantes veleidades, lo que ocasionó la muerte de millones de seres humanos. Todavía los historiadores no se ponen de acuerdo en torno al número de muertos que provocó la gran hambruna, entre 1958 y 1962. Algunos, como Frank Dikotter, muestran cifras que van de los 15 y 32 millones, otros saltan hacia adelante y hablan de 45 millones. Nunca sabremos la verdad, como ocurrió con el holodomor estalinista, el período especial cubano o la hambruna permanente a la que la dinastía de los Kim ha sometido al pueblo norcoreano, desde hace más de 70 años.
Puede decirse que aquella asimétrica guerra comunista -de Mao contra los pajaritos- la ganaron estos últimos. Pues el tirano chino se vio obligado a importar gorriones, que les proporcionaron sus aliados de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, para restablecer el equilibrio en la naturaleza. Todo quedó entre zurdos camaradas. Perpetradores de criminales genocidios, que han quedado en esa nebulosa de la impunidad, que los ha protegido tanto en vida como después de muertos.
Agridulces
Las encuestas serias dan una diferencia de 30 puntos entre el candidato oficialista y Edmundo González Urrutia. Advierten que en 9 días es imposible revertir estos resultados. A estas alturas ya el liderazgo opositor cumplió su dura tarea, ahora corresponde a la ciudadanía ir a votar con responsabilidad y compromiso.