Continúan las noticias de intentos desesperados por emigrar del caos. A la odisea de décadas de los balseros cubanos, de los cruces a lo largo del Río Grande, de las muertes y desfallecimientos a través del desierto de Atacama en Chile, del riesgoso paso por el tapón de Darién, se le suma la ahora angustia de los argentinos por emigrar a causa de la mayor traición cometida contra un país que llegó a ser considerado como el “granero del mundo”. Como traición también ha sido, que un régimen enquistado en el poder haya estrangulado y ahogado a Venezuela, un país que se esforzaba por mantener una estabilidad democrática y por ser solidarios con el pueblo venezolano. Y sí vale el reconocimiento, porque sólo un mezquino no se niega a admitir el ascenso educativo, social y productivo de la Venezuela de Rómulo Betancourt.
La América Latina atraviesa ahora una ola de desestabilización y no se puede entender el problema venezolano sin conocer cómo los poderes criminales que parasitan en nuestras naciones, han conspirado y atentado contra el bienestar de los pueblos.
La desgracia de la Venezuela y la Argentina del presente fue cocinada en tiempos cuando Néstor Kirchner necesitaba los dólares iraníes y ni por todo el oro del mundo la elite kirchnerista iba a enviar uranio 235 (enriquecido) a riesgo de perder sus depósitos en el extranjero. Fue entonces cuando a este presidente estrella del peronismo se le ocurrió la fantástica idea de asociarse con Hugo Chávez, a quien no le importaba vender uranio o lo que sea. Fue tanto el amorrr de amore$$$$ perros, que Chávez se declaró peronista.
Los kirchneristas intentaron ingresar a Venezuela al Mercosur, pero el presidente paraguayo Fernando Lugo puso una resistencia firme que causó varios apoyos aquí en Venezuela. A raíz del humillante percance, posteriormente se “descubrió” que a pesar de ser Lugo sacerdote, tenía a su haber un montón de muchachos, y la noticia apareció en todos los periódicos del mundo. Después de un acalorado juicio político, fue Lugo destituido en aras de frenar el escándalo. La venganza de Paraguay fue no venderle más a Argentina la energía sobrante de la represa de Yacyretá y desde ese momento comenzó la crisis energética en ese país. Estuvo Buenos Aires sin electricidad por 21 días, lo que ocasionó decesos cuantiosos dentro de la población vulnerable. Pero ya sabemos, a estos mercaderes del engaño no les importa nada. Para Néstor Kirchner era vital complacer al comandante, su entonces mejor nuevo amigo.
El descenso de Argentina continuó con el gobierno la viuda de Néstor Kirchner, Cristina Fernández de Kirchner quien abiertamente se aliaba con el gobierno de Teherán, y el punto agudo de esa relación fue el asesinato-suicidio de Alberto Nisman en febrero del 2015. En ese entonces, la población se agolpó a protestar contra lo que era a todas luces el vil asesinato de un fiscal valiente y cabal. La marcha del 18 de febrero de 2015 pidiendo justicia fue la más grande de la historia argentina. En la Plaza de Mayo llena de gente, bajo la lluvia, estaba la familia del fiscal y desde ese centro se extendió una ovación de kilómetros que recorrió la avenida hasta la plaza de los dos congresos. La gente en las ciudades del país sureño y en el extranjero, se abalanzaron a las calles por una sencilla razón: la infamia era inequívoca. Nisman era un ícono del respeto a la ley y la respuesta de la población no era para menos. La fetidez inundaba los espacios de poder, pero al mismo tiempo la gente estaba avisada. A consecuencia de esos eventos, el círculo de Cristina Kirchner estaba en la mira de los argentinos.
Ahora juega Cristina Kirchner a hacerse la víctima del supuesto atentado de un pistolero, que los acuciosos identifican como allegado de la vicepresidenta. Anda ella en una de crear un teatro para mantenerse en el juego y desviar la atención de las acusaciones que se le imputan. Está activando a su círculo al colmo de que ha regresado el fantasma de Luis D’Elia alias el Gordo, un político repudiado a raíz del asesinato del fiscal Nisman. Durante décadas fue el Gordo un hombre sombrío quien se venía beneficiando del tráfico de influencias y sobornos en la adjudicación de beneficios a pobres o ricos, pero a Cristina poco le importa. Si las tácticas de la vicepresidenta son feas, vergonzosas, es porque ella no tiene nada que perder.
Si Venezuela está irreconocible el día de hoy, asimismo se sienten los argentinos de su país. Sin embargo, tanto Argentina como Venezuela pueden salir del atolladero. En el país sureño hay políticos emergentes decididos a recuperar la economía, y un sistema electoral que el pueblo está dispuesto a defender. Con las variantes de rigor, lo mismo se puede esperar para nuestro país, pero eso es tema para otra ocasión.