martes, 18 febrero 2025
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Locke y Bolívar frente a la usurpación y la tiranía

John Locke advierte sobre la consecuencia que representa coartar o limitar, por parte de los tiranos al poder legislativo, lo cual produce la disolución del gobierno.

Este año se conmemora el 315 aniversario del fallecimiento del filósofo inglés John Locke, considerado como uno de los más destacados pensadores del empirismo inglés e igualmente conocido como el padre del liberalismo clásico.

Su trabajo en el mundo de la filosofía influyó en el desarrollo de la epistemología y la filosofía política en cuyas fuentes se inspiraron pensadores de la Ilustración francesa y de los padres de la independencia norteamericana, así como posteriormente de los próceres que guiaron el proceso emancipador en la América hispana. Sus contribuciones a la teoría liberal y al republicanismo se proyectan en los contenidos de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y la Declaración de Derechos de 1689.

En una de sus obras más importantes, el Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil, Locke aborda el tema de la usurpación y la tiranía, como elementos que coartan la libertad natural del ser humano. Así, en el capítulo octavo del mencionado tratado plantea lo que sigue: “Si la usurpación es el ejercicio de un poder al que otra persona tenía derecho, la tiranía es un poder que viola lo que es de derecho; y un poder así nadie puede tenerlo legalmente”. Y es que desde la perspectiva de este filósofo, quien ejerce el poder de manera arbitraria debe ser despojado del mismo tanto por su práctica negativa como por su ilegalidad.

Explica de seguidas en qué radica el gobierno tiránico: “Consiste en hacer uso del poder que se tiene, más no para el bien de quienes están bajo ese poder, sino para propia ventaja de quien lo ostenta. Así ocurre cuando el que gobierna, por mucho derecho que tenga al cargo, no se guía por la ley, sino por su voluntad propia; y sus mandatos y acciones no están dirigidos a la conservación de las propiedades de su pueblo, sino a satisfacer su propia ambición, venganza, avaricia o cualquier otra pasión irregular”. Se refiere a lo que conocemos como abuso del poder.

En 1819, Simón Bolívar al tomar como referencia este texto, dijo en el Discurso de Angostura pronunciado ante el congreso que se realizó en Angostura, hoy Ciudad Bolívar, capital del estado del mismo nombre, al sur de Venezuela: “La continuación de la autoridad de un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos (…) Nada es tan peligroso como dejar largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía”. Y frente a las opciones de la autocracia tiránica esbozó la idea de una democracia plena: “”El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”.

Por su parte, Locke advierte en su tiempo sobre el punto de quiebre a partir del cual se puede hablar de un ejercicio tiránico del poder: “Allí donde termina la ley, empieza la tiranía, si la ley es transgredida para daño de alguien. Y cualquiera que, en una posición de autoridad, excede el poder que le ha dado la ley y hace uso de la fuerza que tiene bajo su mando para imponer sobre los súbditos cosas que la ley no permita, cesa en ese momento de ser un magistrado, y, al estar actuando sin autoridad, puede hacérsele frente igual que a cualquier hombre que por la fuerza invade los derechos de otro”. Determina Locke la legitimidad de la lucha contra los tiranos.

A lo expresado por el filósofo inglés, Simón Bolívar afirma: “Cuando la tiranía se hace ley, la rebelión es un derecho”. Impresionante sentencia que enlaza con otras frases para la historia de ayer y de hoy: “Más cuesta mantener el equilibrio de la libertad que soportar el peso de la tiranía”. Siempre se ha dicho que es preferible la democracia más imperfecta a la mejor tiranía, donde el hombre pierde paulatinamente su condición de ciudadano. Otra frase importante de Bolívar: “Todos los pueblos del mundo que han lidiado por la libertad han exterminado al fin a sus tiranos”.

John Locke advierte sobre la consecuencia que representa coartar o limitar, por parte de los tiranos al poder legislativo, lo cual produce la disolución del gobierno: “Cuando por el poder arbitrario del príncipe, los electores o los sistemas de elección son alterados sin el consentimiento del pueblo y en contra de los intereses comunes de éste”. Hoy estaríamos hablando de fraudes electorales de los cuales han emergido gobernantes ilegítimos. Y, finalmente, una reflexión muy puntual para todos los tiempos: “Los hombres no pueden estar jamás seguros de impedir la tiranía, si no tienen medios de evitarla antes de estar sometidos a ella. Por lo tanto, no solo es que tengan un derecho a salir del régimen tiránico, sino que también lo tienen para prevenirlo”.

Vale transcribir el texto del epitafio de Locke: “Detente viajero. Aquí yace John Locke. Si te preguntas qué clase de hombre era, él mismo te diría que alguien contento con su medianía. Alguien que, aunque no fue tan lejos en las ciencias, solo buscó la verdad. Esto lo sabrás por sus escritos. De lo que él deja, ellos te informarán más fielmente que los sospechosos elogios de los epitafios. Virtudes, si las tuvo, no tanto como para alabarlo ni para que lo pongas de ejemplo. Vicios, algunos con los que fue enterrado. Si buscas un ejemplo que seguir, en los evangelios lo encuentras; si uno de vicio, ojalá en ninguna parte; si uno de que la mortalidad te sea de provecho, aquí y por doquier”.

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