@abgoscarsalama1
El Perú atraviesa en la actualidad el momento más importante de su historia republicana desde la caída del régimen fujimorista. Sigue latente la probabilidad de anular por fraude las elecciones del 6 de junio de 2021; en este sentido, el temor de abrir la caja de pandora pondría al vilo de la duda el desempeño institucional de la nación en los últimos 20 años.
Las elecciones peruanas representan la más clara evidencia de cómo el comunismo latinoamericano aprovecha las debilidades del sistema y de los partidos políticos para asirse del poder.
Los partidos políticos, y muy especialmente Fuerza Popular fueron a unas elecciones conscientes de su debilidad en las mesas electorales; sobre todo por la ausencia de personeros que vigilaran el proceso de las triquiñuelas del oponente.
Además de ello, quien quedó de segundo lugar, Keiko Fujimori, llevaba para esa segunda vuelta un plomo en el ala que le impidió volar con plenitud; pues, la gestión fujimorista de su padre todavía encrespa los cabellos de gran parte del pueblo peruano. En este sentido, muchos ciudadanos ponderaron su amor a la patria sobre el odio al chino. Por último, y también de mucha importancia; la pasantía del “keikismo” en el congreso de la republica 2016-2020, considerada por la opinión pública como aplastante y contraria al interés nacional, que dio inicio, entre otras cosas, a la vacancia de PPK, tornándose también en factor determinante de la salida de Vizcarra; y con ello, la generación de otra crisis que disolvió un congreso mayoritariamente fujimorista, dejando un sabor amargo contra Keiko.
Esos tres elementos, aunados a otros, de carácter político e institucional, constituyen los flancos aprovechados por los rivales para que hoy el Perú se debata en una crisis institucional sin parangón en su historia democrática reflejando entre otras cosas la presencia de un presunto fraude que compromete la institucionalidad del poder peruano. Lejos estaba el Sistema de partidos políticos de atinar que estas serían caracterizadas por la presencia de elementos exógenos a la cultura política de esa nación.
Mientras tanto, los partidos políticos que hacen vida en el Congreso de la Republica están intentando fraguar una reforma que pondría límites al presidente de la República, en la eventualidad de una posible disolución de la legislatura nacional. No está fácil el panorama para el próximo jefe de Estado, y en consecuencia, la probabilidad de que culmine el primer año de mandato, dependerá fundamentalmente, de su buen comportamiento en el desempeño de sus funciones y de la capacidad de entenderse, negociar y convenir con los factores que hacen vida en el parlamento nacional.