Nadie duda que desde la asunción como presidente de la Asamblea Nacional y como encargado de la presidencia de la república por vía del 233 constitucional, por vacancia del cargo detentado a juro por un usurpador de facto, hemos demostrado tanto nuestro talante y voluntad dirigido por el joven de marras, como la calaña de la tiranía abusiva con su actitud de ignorar totalmente al 90 por ciento de los venezolanos que están en contra del régimen que nos fustiga en todos los terrenos de la vida cotidiana.
Guaidó, en lo personal, supera cualquier sospecha, y hasta crítica destructiva; no así su entorno político que, a cuenta de su juventud e inexperiencia, porque no podemos calificarlo de otra manera a la edad que tiene, no es completamente derecho con el único propósito inmediato que se define en el horizonte venezolano: el cese de la usurpación, un gobierno de transición y unas elecciones aceptables y libres de los lastres que han tenido las manejadas por la brujería del ministerio electoral del desgobierno. Cualquier otro objetivo de los actores políticos de la oposición es un dislate.
Es el tiempo de unirnos más que nunca por Venezuela y las libertades ciudadanas, sin mirar para los lados, sin desmayar y con el sacrificio de las ambiciones egoístas de futuro muy incierto. Debemos tener segura y firme la voluntad y la intención de sacudirnos a los malandrines que se han apoderado del país, sean estos civiles, uniformados, colectivos o hampones disfrazados de colectivos o mimetizados en cualquiera de los organismos del Estado.
No obstante a la presión interna y externa la impaciencia de los venezolanos tiene manifestaciones por todas partes y en todas las conversaciones, lo cual es comprensible, aunque los triunfalistas de siempre traten de desmedrar tal sentimiento natural. Cuando se llega al quinto año de la carrera la ansiedad y la expectación invade por tener el título académico en la mano lo más pronto posible; ¿o no es así?
Nosotros aquí estamos claros como el cristal, pero la ayuda y soporte externo se debate entre la diplomacia, la política, los intereses y los cálculos de posibilidades.
Los Estados Unidos de América que lideran, aunque a algunos mezquinos los irrita, las acciones contra esta opresión indiscriminada no terminan de ejecutar un plan definido y definitivo, y no se trata de una invasión tradicional sino algo parecido a la desarrollada por los cubanos para tomar el poder sin plomo, que logre defenestrar civilizadamente a la bestia del comunismo internacional representada por rusos, chinos y algunos otros de menor impacto pero de suma importancia para el empeño de molestar a Occidente en cabeza de los Estados Unidos que es el guardametas de las sociedades y democracias avanzadas y progresistas del planeta en defensa de los embates de las teocracias, doctrinas esclavistas, postulados retorcidos y emociones desviadas.
Quizás la fórmula de los americanos del norte no es acabar con el problema venezolano primero y con el asunto cubano posteriormente, sino hacerlo de manera simultánea para que el esfuerzo rinda y el desgaste sea menor. Es posible que el comprometido líder esté pensando en ahorcar a ambos inconvenientes con un solo dogal.
Apretar las tuercas económicas, las sanciones y el aislamiento en el continente y en la isla resquebraja el aguante y la petulancia. Ni los rusos ni los chinos ayudarán a la economía de los involucrados de las tiranías; los primeros porque no les da el presupuesto, y los segundos por falta de interés. El fin que persiguen los rusos es incordiar a todo meter y fastidiar para tener entre manos un arma de negociación que sirva de extorsión e intercambio. A los chinos les interesa el comercio con el imperio; y los rusos no tienen economía sustentable sino mayoría de armamento obsoleto que les compran a cambio de promesas.
La apuesta está cerrada; veremos cuando se abran las cartas.
En terminando el presente escrito amanecimos con las novedades que todos conocemos.