viernes, 24 enero 2025
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La visita de don Villa

El escenario local descrito no vislumbra sorpresas. Todo es un entramado de negocios, donde los parientes pobres son los guayaneses y sus miserias. Cada factor político tendrá lo que desea y ese es el pacto.

@OttoJansen

Llegó al estado Bolívar la única novedad de una campaña electoral que por ser una operación prefabricada, distante del anhelo de cambio de la población, ha venido comportándose -como era de esperarse- con una pasmosa quietud y silencio; teniendo en las penumbras el aullido del hambre de los guayaneses. La gente es indiferente a ese teatro político, cuya intención de levantar atributos de derecho constitucional y de plenitud del ejercicio democrático no ha podido lograrse desde la revolución agónica a la que no le interesan elecciones justas y libres. Pero llegó don Villa y los “cerebros” de los cálculos regionales del 21N se apresuraron a darle la bienvenida.

En Bolívar las realidades tienen una crudeza única, de allí que no importando si el juego de simulaciones es una opereta desdibujada; el espectáculo de unas elecciones donde la razón es la permanencia de la revolución, aquí no se esconde ni se disfraza. El general vino a decirle a su corte inmóvil, producto de la dinámica integral de bancarrota de Guayana, que no hay dilema en el PSUV, y que el poder regional, algo como su marca de caudillo, le pertenece. De esta manera los hasta ahora responsables del ejecutivo, tan revolucionarios, generales y mafiosos como su imagen, les toca el turno de apartarse. La jugada copa la atención de los grupos bajo la influencia de la Gobernación, hasta el momento apartados tanto en Ciudad Bolívar como en la otrora zona del hierro; por lo que los personajes de reparto, aliados del gobierno, comparsa de las elecciones, que hasta el momento tenían la vista de los corrillos (esa fauna de vividores de los resortes de las gestiones revolucionarias locales) han quedado todavía más relegados a sus peleas particularísimas en el afán de hacer visible su buena conducta de “luchadores” insignes o demócratas de plastilina. Llegó, por lo tanto, con don Villa, el debate sobre los maquillajes y realidades brumosas o sencillamente elaboradas por el lenguaje de la post verdad. Ahora los guayaneses -según estos cálculos- no recordarán los atropellos a cuantos mostraron los entuertos y guisos de la gestión de Rangel, montos presupuestarios extraviados, obras fantasmas e inconclusas en electricidad y acueductos, las empresas de GEB que se multiplicaron y que nunca dejaron cuentas públicas claras, el saqueo de las empresas básicas, la formación y alianzas con las bandas antisociales del sur de Bolívar. Las investigaciones que nunca se hicieron de oscuros episodios que involucraron hasta dirigentes rojos. El desmadre de todos los sectores económicos, culturales, sociales regionales que fueron apagando sus actividades y labores. Ahora se discutirán las imposturas de Justo Noguera como gobernador, el abandono de las instancias y estructuras de gobierno que no tuvo supervisión de diputados, concejales, ministros o presidente. Y no se trata de que la población no deba evaluar y sancionar a este otro hijo de Chávez, si no que pretendan mostrar, con el mayor cinismo, la supuesta gran recuperación del desarrollo y de los derechos (operativo que ya comenzó, incluso) desde la postura del impoluto rangelismo, en un horror de miseria del estado Bolívar que tiene 22 años con el proyecto del chavismo y donde el general Rangel Gómez ha sido responsable de CVG, y de dos periodos importantes en el ejecutivo regional. Y así, mientras don Villa se convierte en figura estelar, candidato de la oposición interna y de la oposición MUD-ambiental, que participan en la farsa, a estos últimos les toca su papel de callar sobre la recuperación del orden constitucional.

Negociados sin fronteras 

El escenario local descrito no vislumbra sorpresas: ¿Cómo puede haberlas? Todo es un entramado de negocios, donde los parientes pobres son los guayaneses y sus miserias cada vez más hondas. Cada factor político tendrá lo que desea y ese es el pacto. Lo que si cobra algún interés en medio del océano de aconteceres nulos y sin trascendencias son las respuestas luego del 21N. Es un interés moderado pero como la sociedad regional se mueve diariamente reclamando condiciones de vida, atiza casi sin proponérselo, la esperanza sobre que este inaguantable deterioro se lleve por delante a todo el juego de intereses, cálculos y colaboracionismos. La gente que no se rinde espera, no milagros, ni sorpresas, si no el esfuerzo firme, coherente de luchas.

Ya, en estos primeros días de noviembre, se ven los trazos del retrato hablado en el plano nacional, de lo que será el devenir de las figuras de la oposición: el último episodio de la empresa Monómeros, cuya recuperación de manos del régimen y responsabilidad corresponde a la figura del gobierno interino del diputado Juan Guaidó, con la negativa de los partidos AD, PJ y la abstención de UNT (VP, no escapa a esta filigrana) a la aprobación de la  propuesta de reestructuración imprescindible de la directiva actual. Ese acto marca las alineaciones y deslindes que pueden significar la ruptura con el pasado, sus burócratas e inherentes prácticas de corrupción. La modernidad no se encuentra en sus propuestas; el ejercicio democrático es cooptado a la usanza de los partidos de los años 80 del siglo 20; esto ha sido un penoso lastre para enfrentar con autenticidad un proyecto totalitario de nuevo signo como el chavismo, que aun muriendo puede comprar la oposición que le ayude a mantenerse a costa del sufrimiento colectivo.

En el estado Bolívar los días han entrado en un momento estático. Solo el guión revolucionario arma sus escenografías con la que justificarán la falta de aliento de sus propios adeptos. La post verdad prepara sus palabras. En Guayana habrá que construir todo nuevo en función de las luchas democráticas, la conquista de la libertad y la recuperación del orden constitucional, que tras lo que se ha intentado vendrá con redoblados esfuerzos, sacrificios con la gente y la reciedumbre de las ideas: no acompañando a don Villa.