sábado, 7 septiembre 2024
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La transición como primicia

La transición, sólo sería de utilidad para profundizar en el socialismo del siglo XXI. Que se traduce en darle más dólares al castrismo, expandir su influencia en el continente y en el resto del planeta, fortalecer al Foro de Sao Paulo y al Grupo de Puebla.

Les tengo una primicia que los llenará de esperanzas y acallará todo tipo de rumores e incertidumbres. Esas que los traidores a la patria se encargan de difundir, mediante su artillería de desinformación, que pretende negar los logros alcanzados en estos primeros 25 años. Pues lo cierto es que el socialismo del siglo XXI está en transición: esto es hacia el más sublime, humano y eficiente de los regímenes revolucionarios. Los enemigos tienen que meterse en su dura sesera -todavía envenenada por residuos tóxicos del capitalismo salvaje- que algo supremo y excelso no se alcanza en dos décadas y media. Hace falta tocar fondo y profundizar las contradicciones para llegar al verdadero paraíso social-comunista.

Sólo reservado para aquellos camaradas a quienes el hambre impulsa hacia la consecución de un espíritu de sacrificio, propio de seres bondadosos, que viven para darlo todo por el prójimo. Tal como hecho la élite dominante bolivariana en todo este tiempo de gloriosa espera. Han seguido el ejemplo de sus líderes espirituales cubanos, rusos, norcoreanos, chinos, sunitas y chiitas. De estos últimos han emulado el riguroso ayuno del ramadán, del que los musulmanes salen cargados de pureza y bondad, para combatir la maldad de los infieles allí donde se encuentren.

Por todo lo sufrido, la transición al socialismo del siglo XXI es larga y culebrera. Tiene sus antecedentes. La URSS, en primer lugar, que nunca dio el paso, porque eso no existía para aquella casta tiránica. Tuvo que llegar Gorbachov para que la cortina de hierro se desmoronara y se descubriera el verdadero desastre humano que escondían los perpetradores del comunismo. En China, me temo, que la transición jamás se producirá. En especial para las grandes mayorías, sometidas a una esclavitud propia de la edad media. Mientras una macolla disfruta de los lujos, que no caben en la imaginación de los millones de explotados de ese enorme país.

¿Hubo o habrá transición en Corea del Norte? Tengo para mí que esa categoría gramatical ni siquiera existe en el código lingüístico de Kim Yong-Un, como tampoco la hubo en la de su padre, Kim Yong-Il, ni en la de su abuelo, Kim Il-Sun. La verdad es que lo que caracteriza a estas brutales satrapías es su inconmovible vocación de permanencia. En su ADN domina lo estático y el estatismo, la inmovilidad y la invariabilidad, el estancamiento y la paralización. Cero alternabilidad. Solo la biología los aparta del control absoluto del poder, que ejercen hasta en su lecho de muerte. Pues antes de exhalar el último suspiro, se toman su tiempo para imponer a familiares o delfines, debidamente entrenados, para repetir la misma historia gatopardiana: cambiar para que todo siga igual o peor.

En este subcontinente y a pocas millas de Venezuela está un paraíso tropical, sede de una dictadura inalterada. Como un museo que nunca ha inaugurado una nueva exposición. Son siempre los mismos cuadros adheridos a las paredes, corroídas por las filtraciones y el comején que han horadado los cimientos de esa edificación revolucionaria. Sostenida, exclusivamente, por la represión, la tortura, la exclusión y la muerte. La transición nunca se ha contemplado entre los dueños de la isla cubana. Cuya cúpula -ya momificada- ha permanecido intacta durante 65 años: con el mismo caradurismo y su hipersobredosis de descaro e inverecundia, propia de su condición genética de zurdos chupópteros. 

La semántica del sustantivo femenino transición está en perfecta contradicción con la esencia del socialcomunismo. En especial en su primera acepción: “Acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto”. Que aquello se materialice es poco menos que una quimera, pues hasta el comunista menos dotado se auto percibe como un prócer. Si esto es así, ¿por qué pasar de ser o estar a un modo distinto? Desde lo más encapsulado y resguardado de la cúpula, hasta los que reciben prebendas y canonjías, pasando por la fanática feligresía rodilla en tierra, están convencidos que sus logros revolucionarios son incuestionables.

Todos sus éxitos los han pergeñado sin necesidad de ninguna transición. En todo caso, la transición, sólo sería de utilidad para profundizar en el socialismo del siglo XXI. Que se traduce en darle más dólares al castrismo, expandir su influencia en el continente y en el resto del planeta, fortalecer al Foro de Sao Paulo y al Grupo de Puebla, por ser puntas de lanza para lograr la expansión deseada por Zapatero, Boye, Pablo Iglesias y Baltasar Garzón, Lula, Raúl Castro, Ortega, entre otros gurús del zurdaje intercontinental. Mientras aquello se busque con denuedo, el hambre y la miseria del pueblo son un insumo más para alcanzar objetivos superiores.

Agridulces

Felipe VI recibió, nuevamente, las credenciales de Gladys Gutiérrez como embajadora en la madre patria. Sustituir a Mario Isea y a Coromoto Godoy es un gran reto, hasta para el más destacado diplomático de carrera. ¡Dígalo ahí González Urrutia!