Camilla Fabri, joven esposa del hipotético embajador o testaferro del usurpador, debutó el sábado pasado como delegada presidencial en las jornadas de diálogo con la oposición venezolana, iniciadas en México. Siempre se puede empeorar lo empeorado. Ya en los foros internacionales no se volverá a oír el “¡Hola, gordo!”, característico del viejo crápula del servicio exterior RoboLucionario. En lo adelante retumbará en los salones el criollismo “Buongiorno” de la dama.
Toda persona para ejercer función pública en nuestro país debe ser nacional y poseer, al menos, el título de educación media diversificada. Pero en la RoboLución la única ley es que no hay ley.
Vendedora de una modesta tienda de ropa al detal en Milán y aspirante a modelo. Ese es todo el currículum vitae de la recién ungida como plenipotenciaria, currículum, por cierto, muy lucrativo, según la Guardia di Finanza italiana.
Sea como sea, so pretexto de su hipotética calidad de “defensora de derechos humanos”, se ha incorporado a la referida matrona a la mesa que decidirá su futuro, apreciada lectora, apreciado lector, el mío y el futuro de todos nuestros nietos, bisnietos y tataranietos.
Defensor de DD HH es cualquiera. Nos explicamos mejor: Lo somos, cada uno de los ciudadanos de la Tierra, porque así lo pauta la mejor doctrina en la materia. Pero en cualquier caso, ¿Quién le ha otorgado a la forastera credencial tan pomposa? ¿El mismo violador de DD HH, que asesina, tortura, secuestra, que depreda el “Arco Minero”?
Restaría dar por sentada la nacionalidad venezolana de la dama, para guardar las apariencias legales de su nombramiento.
Nada nos sorprende. El Tribunal Supremo RoboLucionario no hace mucho cumplió la misión imposible de sustituirle al usurpador su gentilicio cucuteño por el de nacido en Caracas. Alguna autoridad de la misma catadura de un sopetón, vía express, certificará a la advenediza, como barloventeña de pura cepa, nacida y amamantada en Cúpira, municipio Pedro Gual, estado Miranda, Venezuela.
Nunca desgobierno alguno, ni siquiera el más corrupto, había demostrado tanto empeño en pro de la liberación de un acusado de desbancar su propia Tesorería Pública. Tal defensa no ha sido gratuita. Ni por amor. Camaradería. Ni afinidad ideológica. Sino por olientes y pestilentes millones de dólares.
En anteriores crónicas hemos levantado acta al respecto: El supuesto testaferro o suplantador habría traicionado a su suplantado, mediante un acuerdo de delación premiada, muy amoroso, pero con la DEA. Para que se compruebe que las puñaladas traperas han sido recíprocas, consta de las actas del juicio por el cual está preso en Miami, que el propio embajador y testaferro ha denunciado que El Usurpador le retiene como rehenes amenazados de muerte, a sus hijos y esposa, esta última, para más señas, la mismísima enviada presidencial a la referida mesa internacional. ¿Y a los representantes de Noruega y México no les avergüenza garantizar un diálogo en el que una de sus participantes, además de prófuga de la justicia de su país, -que no es precisamente, Venezuela- se encuentra extorsionada y secuestrada por su pretenso comitente?
Según Maquiavelo, lo único que el ser humano no perdona es que le arrebaten su hacienda. Sentada tal premisa, comienza a encajar este rompecabezas de ¡aventuras, acción, romance! pero sobre todo, de saqueo a un país.
La mise-en-scène espera por doña Camilla en México. Las lágrimas de una mujer mueven montañas. No obstante, dramatización alguna hará que el supuesto diálogo deje de ser lo que es: Un perverso evento, puramente crematístico:
La administración de míster Biden, entusiasta de tales conversaciones, lo que busca es petróleo. Punto. El usurpador del Gobierno de Venezuela, la liberación de su supuesto testaferro, porque se hace tarde para ajustar cuentas y preservar la “hacienda” a la que se refería, Maquiavelo. Punto y aparte. Pero el “honorable embajador” o prestanombre se niega, muy solemne, a soltar los reales. Si los suelta mientras sigue preso, sabe que su compinche ayudará a echar al mar las llaves de su calabozo. Punto final.
Días atrás, el periodista Roberto Denis se sorprendía de la defensa a ultranza que ha asumido El Usurpador de su supuesto diplomático e interpósita persona. Los lectores se servirán recordar que Denis es un especialista en la materia. No solo fue el primero en informar de los negociados del hoy preso, sino que por hacerlo de manera veraz y oportuna se vio obligado a refugiarse en el extranjero.
Los únicos “románticos” por no usar una palabra gruesa, que han depositado sus esperanzas en el referido diálogo son los venezolanos de bien que solo piden la democracia.
Que nadie se sorprenda. ¿La Mesa de Diálogo instalada en México? A ver, damas y caballeros ¿Cuánto vale el show?