Cambiar no equivale a mejorar, pero para mejorar, hay que cambiar (W. Churchill).
Hay un gentío asustado. El atajaperro se desató. Las angustias y sofocones son de lado y lado.
Algunos creyeron que la cosa iba ser cantar y coser; de ambos lados. El gobierno es tan altanero y desdeñoso que jamás pensó en la posibilidad que surgiera una especie de fenómeno que pusiera a la gente dudosa de las bondades colectivistas comunales, ergo, comunistas, socialistas y demás basura doctrinal inútil. Puro gamelote a la intemperie.
Por las mentes arrogantes, bien autoalimentadas de suficiencia despectiva, no pasó que alguien pudiera levantar el ánimo del pueblo, apagado en tantos años por las manipulaciones, promesas, engaños y estafas gobierneras. Tal como el chiste aquel tan celebrado: Venezuela despertó, o si se prefiere, está desperezándose vertiginosamente.
El estamento oficinesco urdió una suerte de trapisonda para desarticular a la oposición en sus pretensiones de ser representados por una figura suficientemente fuerte políticamente, capaz de arrastrar lo importante: al pueblo votante.
Obligar a los miembros del CNE parcializado a irse espantados, para elegir a otros integrantes más manejables que los anteriores, fue una jugada infeliz, porque lograron que la oposición y el Comité Nacional de Primaria se desentendiera y procediera sin el concurso del ente en estado permanente de sospecha, según la expresión de un integrante del régimen, ya fallecido.
Es increíble que para estos momentos tan panorámicos, los involucrados en el aquelarre político venezolano sigan creyendo que pueden controlar el espontáneo desarrollo del verdadero anhelo al cambio por toda la geografía nacional y sus pobladores. Poco importa el cómo y cuándo, porque el quién ya se perfila a pesar del muro de contención levantado y por levantarse alrededor de la real esperanza.
Los diferentes sectores, la gente en la calle, y otras individualidades más notorias, están comentando sobre los acontecimientos visibles producidos por las actividades incansables de un opositor y sus opciones de desbancar a los oficialistas. Y el problema menor es la persona; el mayor es haber movido la capacidad de discernir de un pueblo, sobre los asuntos públicos y particulares de los usurpadores, quienes tomaron caminos errados, desviados y dañados, lo cual además de no aportar nada para el progreso de la nación, la recortó en diez lustros.
El tejido social y el resto de las actividades propias de un país pujante anterior a la llegada de los destructores mal intencionados no puede recomponerse sino con ideas y hechos bien alejados de la barbarie de ideologías enfiladas a acabar con la sensatez del planeta.
El régimen tiene pánico de perder lo logrado en años de desmantelamiento de la estructura estadal, de abusos in extenso, arbitrariedades y atentados a toda clase de derechos humanos. Por tal motivo, como fiera arrinconada es capaz de cualquier jugada en contra de la evidente contraofensiva que ha ido alimentando mediante los continuos agravios.
Este es el momento inmancable de aprovechar la debilidad del adversario para asestarle un golpe de gracia y desalojarlo del feudo mantenido en contra de la voluntad de los súbditos. Todos a una, como Fuenteovejuna, debemos colaborar y presionar, sin descanso ni desmayo, todos los días, para dividirlos, extenuarlos y desgastarlos más todavía.
Estoy resuelto a luchar contra todo y contra todos, sin más baluarte que la confianza y el apoyo del pueblo (E. Zapata).