La política ha dejado de ser un espacio para la reflexión, el diálogo constructivo y la vocación de servicio para tornarse en un juego entre actores que aspiran el poder y espectadores que son cautivados por mensajes seductores. Hoy se habla con propiedad de la banalización de la política.
No en vano se hace alusión a la espectacularización de la política como una suerte de metáforas que se refieren a las relaciones entre el sistema mediático y el sistema político. De acuerdo al Diccionario Enciclopédico de Comunicación Política: “Los espectáculos de la política son acontecimientos construidos por la industria de la información o por los equipos de spinning, que colocan al público en la condición de observador. En ese sentido, el concepto espectacularización de la política indica los emprendimientos de la industria de la política o las construcciones del mundo de la información, para producir eventos, situaciones, discursos e intrigas relacionadas con el campo político, y con sus actores, que despierten la atención del público. Así pues, la política contemporánea es un spectaculum porque se dedica a producir situaciones que tienen como objetivo conquistar el campo de la visibilidad pública. En el sentido etimológico, la espectacularización de la política es algo realizado por actores en la esfera de la visibilidad pública que es contemplado o admirado por espectadores”.
En el mismo diccionario se habla de la política como tragedia y drama al sostener lo que sigue: “En el sentido dramatúrgico, el concepto política-espectáculo subraya específicamente el aspecto teatral de la actividad política. En este sentido, la política es vista como una representación que tiene personajes principales y secundarios, papeles figurados, conflictos, palcos de visibilidad, bastidores, escenarios, directores de la representación, intrigas y desenlaces”. A lo expresado se agrega: “En un ensayo publicado en 1977, Roger Gérard Schwartzenberg sostiene, justamente, que la política de las ideas ha dado lugar a la política de la personalidad donde ‘cada dirigente parece elegir un determinado papel como en un espectáculo. De hecho ha sido Schwartzenberg quien ha traído para el debate público expresiones como ‘industria del espectáculo político’, ‘médiapolitique’, ‘cine del poder’. ‘star system en politique’ o ‘Estado Espectáculo’, conceptos que se han convertido en expresiones clave para los investigadores que estudian la intersección entre la política y el sistema de los medios de comunicación”.
Dentro del tema y sus contextualizaciones se hace referencia al papel que cumplen los ciudadanos en las dinámicas que impone la espectacularización de la política, de esta manera en un editorial del periódico El Mundo, de España, se plantean unas importantes precisiones al respecto: “Ni el propio Guy Debord, cuando en 1977 publicó La sociedad del espectáculo, habría podido imaginar hasta qué niveles podría caer algunos políticos contemporáneos en su desesperada búsqueda del voto. Las técnicas del marketing y telegenia han sido imprescindibles de los políticos profesionales en Europa y Estado Unidos en los últimos 60 años, pero la banalización de la actividad política no había conocido ejemplos tan preocupantes como ahora”. A lo expuesto concluye señalando: “Cuando la política es espectáculo, los ciudadanos son solo espectadores”. Lo cual se compagina con lo dicho en diversas ocasiones: “No tenemos ciudadanos sino votantes”.
En este orden de ideas, cabe citar un interesante artículo publicado en la revista de comunicación digital Dígitos de la Universidad de Valencia, España: “El discurso político ha cambiado y ha dado lugar a lo que se conoce como politainment que se caracteriza por la hibridación de contenidos y su espectacularización, ambos aspecto pensados para aumentar la audiencia. Los políticos se han convertido en las nuevas celebridades de nuestro tiempo y se muestran como tales en las entrevistas que se les hace. Cada medio potencia una parte de la historia del acontecimiento político que se va a comunicar. Esto ayuda a construir una imagen de cada político, como si fueran personajes de una historia y se fomenta el desarrollo de un universo narrativo”,
El politainment y los estudios que sobre el mismo se hacen, no solamente abarca la televisión y la radio sino que alcanza a las nuevas expresiones interactivas, de esta forma en la página web de la Asociación de Comunicación Política se afirma: “La expansión del fenómeno también alcanza a internet. Las redes sociales son un medio donde los prosumidores se convierten en altavoces que producen conversaciones con y para un público consumidor. En esta conversación, la audiencia no solo consume estos contenidos, sino que responde y re-produce estos mensajes y crea otros simultáneos. La viralidad del politainment es muy importante en internet”. A lo argumentado se añade lo siguiente: “La discusión teórica acerca del politainment y sus posibles influencias en la vida política y en la ciudadanía se mantiene vigente. Políticos y políticas, medios de comunicación, periodistas y audiencia contribuyen en nuestros días a la representación espectacular de la política. El entretenimiento se ha convertido en una fórmula más para transmitir lo que hasta ahora denominábamos información política y el futuro marcará su trascendencia en el sistema de partidos así como sus repercusiones en los ciudadanos”.
En diversos países de nuestra América, la política se ha transformado en un gran negocio, dentro de cuyos marcos los partidos políticos han dejado de tener una base en las distintas ideologías para tornarse en franquicias a través de las cuales se gestionan los procesos electorales, los cuales a su vez son manejados por los community managers, coaches e influencers, dentro de las exigencias de oferta y demanda que se operan en el mercado político y en consecuencia, la política se soporta en las estrategias mediáticas diseñadas por los expertos en marketing político. En suma, la política ha sido convertida en un supermercado en el cual los productos se ofrecen en tentadoras ofertas a los potenciales consumidores, valga decir, los ciudadanos convertidos en meros votantes, más no electores. Como bien lo comenta un espacio de reflexión en la web: “No hay política. Se busque donde se busque, no importa que sean las redes sociales, la televisión, la radio, la vieja prensa impresa. No hay política. Solo hay espectáculo. Ideas de consumo rápido”.