Alfonsina Storni fue una escritora argentina nacida en 1892 cuya vida, llena de sinsabores y derrotas, alimentó una de las obras poéticas más hermosas y potentes de América Latina. Esta excepcional mujer, que desafió los opresivos convencionalismos sociales de su momento, fue un ejemplo de coraje en la búsqueda de la libertad por decidir su propio destino.
Madre soltera en una época en la cual eso era un grave estigma. Escritora exitosa que cantaba al amor y a la libertad en un mundo de hombres. Ferviente defensora de los derechos de la mujer… Esas fueron las razones por las cuales la asfixiante sociedad de la Buenos Aires de principios del siglo XX criticara y condenara a Alfonsina Storni. Al respecto, la investigadora Susana Zanetti, hilando una tradición de escritoras latinoamericanas que vivieron bajo la misma condición, afirma:
“Como la mayoría de las escritoras e intelectuales que buscaron un espacio en la sociedad latinoamericana, patriarcal y masculina, a partir de finales del siglo XIX –Clorinda Matto de Turner, Delmira Agustini, Gabriela Mistral, Teresa de la Parra–, Alfonsina Storni debió batallar desde su condición de mujer para imponerse, tanto en el mundo literario como en los diversos trabajos con los que se ganó la vida –fue obrera en una fábrica de gorras, actriz, empleada, profesora de declamación, maestra…”.
Storni dejó una sólida obra poética. Sus primeros libros, de estilo romántico y modernista, influenciados por Rubén Darío, fueron luego exhibiendo nuevas formas de decir con la vanguardia y el estilo conversacional. Entre sus títulos se encuentran: La inquietud del rosal (1916), El dulce daño (1918), Ocre (1925), Mundo de siete pozos (1934), entre otros. También incursionó en la escritura de obras de teatro.
En 1935, a sus 43 años, a Alfonsina Storni le diagnosticaron cáncer de mama. Fue operada. Se pensaba que era un tumor benigno pero en realidad tenía ramificaciones, por lo cual tuvieron que extirparle el seno derecho. Ello le dejó grandes cicatrices físicas y emocionales. Se ensimismó y evitaba a sus amistades. Le aconsejaron realizar viajes anuales hacia el campo o el mar para su recuperación y, habiendo pasado ya tres años de la operación, se hospedó en una pensión de Mar de Plata para aliviar sus continuas dolencias.
En el hotel estuvo hospedada durante una semana, con fuertes dolores en el brazo que le impedían escribir. Aun así, escribió algunas cartas para su hijo y un poema titulado Voy a dormir, que logró enviar al periódico para su publicación. Al sexto día de su permanencia en el hotel se acostó a dormir a las once y media de la noche.
Hacia la una de la madrugada del día siguiente Alfonsina abandonó su habitación y se dirigió hacia el muelle del Club Argentino de Mujeres, en la playa La Perla. Desde ese muelle Alfonsina Storni, a sus 46 años de edad, se suicidó lanzándose al mar. A las ocho de la mañana, dos pescadores encontraron su cuerpo flotando a doscientos metros de la playa…
Décadas después de ocurrido ese trágico suceso, los músicos argentinos Ariel Ramírez y Félix Luna, conmovidos por la triste historia de Alfonsina Storni, crearon en 1969 la canción Alfonsina y el mar. En ella describen a una Alfonsina atormentada y desolada que solo puede conseguir la paz en el fondo del mar, lejos de la realidad.
Al final de la canción de Ramírez y Luna se parafrasea parte del último poema escrito por Alfonsina, titulado Voy a dormir, escrito en aquel fatídico hospedaje de Mar de Plata. Dice el enigmático poema:
(…)
Tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste:
todas son buenas; bájala un poquito.
(…)
Gracias. Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido…
La fuerza y belleza de la obra poética de Storni, aunada al relato biográfico que se construye y consolida con la difusión de la canción Alfonsina y el mar, hacen de esta escritora una figura insustituible de las letras hispanoamericanas y lectura inexorable si se desea conocer las profundidades de nuestro ser.
Lo confieso, es irremediable: ya sea en la voz de Mercedes Sosa, Chabuca Granda o de María Rivas, cada vez que oigo Alfonsina y el mar de inmediato pienso en Storni, busco sus poemas y me invade una triste emoción de salitre y algas…
Otras páginas
– Primeras obras literarias impresas en Venezuela: Humberto Cuenca, en Imagen literaria del periodismo, menciona a Cítara de Apure o Melodías del desierto, de Rafael Agostini, como el primer poemario publicado en el país. Fue hecho en dos tomos por D. Salazar, en la Imprenta Boliviana, en Caracas, el año de 1844. El segundo poemario impreso en Venezuela sería El arpa del proscripto, de Manuel Manrique Jerez, hecho también en 1844 y en la misma imprenta. Humberto Cuenca menciona además la novela Los misterios de París, de Eugenio Sue, como nuestro primer libro ilustrado (y quizás la primera novela impresa en el país). Esta obra fue editada por Valentín Espinal en 1845. Hay que corroborar estos datos y seguir en la búsqueda.
– La realidad y el realismo: “Yo tengo de la realidad y el realismo otra concepción que nuestros realistas y críticos. ¡Mi idealismo es más real que su realismo! Si se contase en forma coherente lo que nosotros, los rusos, hemos vivido en estos diez últimos años de nuestro desenvolvimiento espiritual, nuestros realistas dirían que se trata de fantasías. Sin embargo, es realismo puro del más auténtico. Esto es, justamente, realismo, solo que en profundidad mientras que el otro es de superficie”. Fiodor Dostoievsky