jueves, 27 marzo 2025
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La muerte del petro

El petro no llegó a la adolescencia. Fue asesinado por sus creadores, quienes le asestaron unas cuantas puñaladas y le dieron su baño de sangre el pasado marzo, cuando se suspendió.

Impusieron una moneda virtual asesorados -eso dijeron- por sus 750 economistas y administradores cubanos. Desde la cúpula podrida quisieron meternos por los ojos la fulana criptomoneda, pero ni sus cortesanos más incondicionales se lo tomaron en serio. Eso sí la usaron como un instrumento de tortura económica, para martirizar nuestra ya triste y complicada existencia, con las alucinaciones que la maldad provoca. Entre el deslumbramiento y la protervia, la corrupción con el petro agarró tanto vuelo, que la cúpula se vio obligada a encarcelar a sus pilotos, quienes explotaban sus minas de criptomoneda en los lugares más insospechados. Hugbel Roa, quien fue ministro de Educación Universitaria, fue uno de los “mineros más agalludos”, lo que provocó la cochina envidia entre sus camaradas.

Hay que decir que las criptomonedas son consecuencia de los avances tecnológicos, en cuyo nicho se privilegia la seguridad como aspecto esencial, pues los datos quedan protegidos al 100%. No dejan huella y los pagos se realizan de manera anónima, lo que evita el robo de información personal y de dinero. Es una inversión confiable, que permite afrontar la inflación periódica a la que se ve sometido el mercado de precios. Estas ventajas fueron aprovechadas por saqueadores endógenos y exógenos -probadamente socialcomunistas- para arramblar lo que quedaba de este país petrolero.

Venezuela no es tierra fértil para la siembra de criptomonedas, porque la estatocracia ha convertido en yerma la economía. Otro elemento inexistente en este desierto socialista es la seguridad, indispensable para que la confianza haga que inversores nacionales e internacionales decidan abrir cuentas en esta moneda virtual. Por eso ni aquí ni acullá le creen al estafermo, que no se cansa de prometer una suerte de paraíso fiscal para quienes demandan certeza y garantía para su capital.

Si levantamos la epidermis para conocer el origen del petro encontramos que hasta su nombre se enmascaró con una deliberada ambigüedad. Para nosotros, el que se llame petro induce una asociación automática con nuestro único producto de exportación. Pero aquí la razón choca contra la verdadera motivación. Pues ese nombre se encuentra en el esotérico universo del vudú.  Una palabra de origen africano occidental que significa espíritu. Definido por el DRAE como un “Cuerpo de creencias y prácticas religiosas que incluyen fetichismo, culto a las serpientes, a los sacrificios rituales y empleo del trance como medio de comunicación con sus deidades procedentes de África…”

Al hurgar en esa enciclopedia que es internet, tenemos que el petro es definido como una “Criptomoneda de origen ocultista, ubicada en el ámbito de los pactos que se hacen con los loas del vudú haitiano, cuyo culto es ejercido por los grandes hechiceros de la magia negra pertenecientes a la orden de la serpiente que ellos veneran”.  En los loas se distinguen dos tipos de familia: Los radas o la rama de la magia blanca y los petros que practican la magia negra. “Los petros son los espíritus más violentos, capaces de causar muerte, dolor, enfermedades incurables y actuar siempre a través de la venganza. Su otra finalidad es petrificar, paralizar, inmovilizar cualquier acción del enemigo. El rojo es el color preferido de estos espíritus, símbolo del baño de sangre que se ofrenda a satán”.

Aquello no tiene nada de raro. Pues en estos últimos veinte y tres años hemos sido asombrados espectadores de cómo el inframundo de la brujería, la santería, la palería, et al, ha sido usado sin ningún pudor, hasta imponerse como parte de la cotidianidad del poder cupular. Al mismo tiempo lo dejan circular como algo normal entre los habitantes de este ex país, donde hay poco acceso a explicaciones racionales y civilizadas. Entonces, muchos venezolanos se refugian en ese mundo oscuro y lóbrego en el que se instaló la elite dominante.

Pero lo cierto es que no hubo magia negra que evitara el entramado de corrupción en torno a esta criptomoneda. El petro no llegó a la adolescencia. Fue asesinado por sus creadores, quienes le asestaron unas cuantas puñaladas y le dieron su baño de sangre el pasado marzo, cuando se suspendió. En estos últimos días de 2023 se transfieren los fondos de la Petro APP a la plataforma patria, donde serán enterrados los restos de la criptomoneda que enriqueció a revolucionarios nativos y extranjeros, enchufados y afines. QEPD a pesar de todos los males causados.

Agridulces

Milei se niega a emular el exitosísimo socialismo del siglo XXI que ha convertido en potentados y multimillonarios a su elite dominante. Un gran logro que ha sido posible gracias a la distribución equitativa de la miseria entre las grandes mayorías. Milei no acepta que la zurda ignarocracia le dicte cátedra en materia social y económica.