El licenciado Oscar Murillo, director de la Escuela de Comunicación de la Universidad Católica Andrés Bello, extensión Guayana, compartió un comunicado que con motivo de cumplir la escuela 24 años de su fundación, formuló a la opinión pública regional, siendo de mucha valía las consideraciones expuestas en el documento. No solo proporciono el apoyo, sino que también me parece útil comentar, dado el espíritu trascendente que tal iniciativa comporta en tiempos de asfixia de la LIBERTAD y de precarización del sustento económico de la población.
Es menester reafirmar de entrada, a las anotaciones del texto mencionado, las dificultades de las universidades en el país y sin ni siquiera referir, por desastrosas y penosas, esas condiciones en el estado Bolívar. Si bien las recientes elecciones de las autoridades de la Universidad Central de Venezuela son un refrescante capítulo democrático, con estas se abre otra etapa a una relación -de esa y el resto de las casas de educación superior- con el régimen revolucionario, donde las garantías al respeto de la libertad académica no pueden pronosticarse. Por otra parte, en la otrora zona del hierro vemos -en el campo de la sociedad civil- cómo la protesta de los trabajadores, con posibilidades de enlazar con el sentimiento de los guayaneses es perseguida mientras muchos callan y hasta los medios de comunicación que aún quedan en la región, limitan coberturas. Pero, como lo cita el comunicado de la Escuela de Comunicación Social, en lo expresado por el insigne escritor Rómulo Gallegos, que redunda el tema: “Violencia física y espiritual que derivan en el relajamiento de las virtudes cívicas”. Y he aquí lo medular de una propuesta de singular claridad, al invocar a no ceder y a recrear lo que es razón de la comunicación, condición básica, exactamente, para el progreso y bienestar social; que no es cosa pequeña, no es de unos pocos elegidos, no es recurso trivial como a la sociedad venezolana atropellada le consta en el medio de penurias, durante estos 24 años de la cotidianidad e institucionalidad decapitadas.
“Venezuela de comunicaciones libres”
El comunicado reza textualmente en uno de sus considerando: “La libre circulación de las ideas por medio de la palabra y la imagen comporta riesgos importantes en Venezuela”. Estas líneas que pudieran ser tan solo un señalamiento crítico trascienden la afirmación. Hay que resaltar que al describir el acoso a la libertad de expresión, se hace postura valiente, que mantiene la serenidad de sus formas, a la que algún “distraído” no les dirá mayor cosa en una región como el estado Bolívar, donde los “desiertos informativos” tal como los han denominado los estudios del Instituto Prensa y Sociedad, no son solamente de espacios físicos, sino que se expresan en burbujas en que plumas dulces o voces engoladas se refugian antes de ser mensajeros responsables y claros de la dramática realidad a ojos de todos.
La Escuela de Comunicación Social de la Universidad Católica Andrés Bello, extensión Guayana con la iniciativa del escrito La libertad de comunicar es una condición básica para el progreso y el bienestar social, proporciona vigor a su postura conceptual como aula formativa de profesionales del área, con lo que abre premisas en la línea de ser parte de la globalidad del siglo XXI, que lamentablemente se escapa en nuestra región, entretenida en discusiones superficiales sobre la validez o no del universo de plataformas, roles y ocupaciones que se han derivado de la velocidad de la comunicación del presente. Esto lo asumimos del llamado sin complejos que hace el comunicado: “Exhortamos a los profesionales de la comunicación, a los docentes de la Escuela de Comunicación Social de la UCAB Guayana, a sus estudiantes y demás miembros de la comunidad universitaria a no achicar la mirada, ni a empequeñecernos y reducirnos a la contemplación de una situación que limita el pensamiento al obstaculizar las condiciones mínimas para la creación. Los invitamos a redescubrir la importancia y el privilegio de ser parte de un epicentro creador y transmisor de cultura”. Interpretamos, de igual modo, como forma de salir al paso a la visión doméstica que en intercambio con el doctorando Leonardo Suárez Montoya me remite a la cita (para esos fines) de Stephen J.A. Ward, autor de In Global Media Ethics: Problems and Perpectives, con aquello de que los periodistas -comunicadores sociales- “viven de la verdad pero no nos gusta pensarla”, dice Ward. Esto ocurre cuando la Escuela de Comunicación Social en Guayana asume: “Por lo tanto, es deber nuestro promover, defender y exigir el respeto a las organizaciones que promuevan causas medioambientales, los derechos de la mujer, los derechos del niño, los derechos de los indígenas, los derechos digitales, la lucha contra la corrupción y otros”. Constructores, difusores y reforzadores de la comunicación, decimos nosotros, en concordancia con el punto cinco, que enuncia “han venido tejiendo relaciones para fortalecer el espacio cívico…”.
Un documento que con sencillez deja constancia de talante crítico en muchos sentidos; perfila el papel orientador y formador de la academia, más cuando la Universidad Católica Andrés Bello acaba de ser distinguida como la primera universidad venezolana, más cuando se sabe que si la sociedad civil toda, la comunicación y la educación popular no se fortalecen, no habrá futuro; por el contrario, quedarán sometidas a la oscurana del yugo revolucionario. Este panorama obliga a distinguir (como lo estimula el comunicado) a los auténticos aliados y a poner el esmero más firme en el uso de una COMUNICACIÓN con mayúsculas. Agradecido al director, Oscar Murillo, cuya convicción cívica y profesional se trasluce en el importante texto.