sábado, 15 marzo 2025
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La genitalidad en el gobierno de Pedro Sánchez

Con Sánchez llegó al poder un feminismo extremista y radical, que odia al hombre, a quien considera violador como lo afirmó la secretaria de Estado de Igualdad Ángela Rodríguez.

Desde esta orilla del charco, tan sudaca como tercermundista, socialcomunista como la madre patria, subdesarrollada hasta las trancas, y en irreversible involución hacia una africanización sin regreso, no puedo dejar de alarmarme con la genitalidad, exhibida por el régimen de Pedro Sánchez Castejón. El grueso de la información que circula por los medios españoles se refiere a temas descarnada y descaradamente asociados a la sexualidad. Mucho y de muy alto calibre. Tanto, que hasta gente de pensamiento liberal se sonroja con la instrumentalización que hace la casta PSOE-Podemos del asunto. Tragamos grueso cada vez que Irene Montero, ministra de Igualdad, toma el micrófono y se hace aprobar leyes en el congreso de aquel país del primer mundo.

El sexo vende y las vitrinas mediáticas ampliadas por las redes sociales ofrecen un producto que no deja indiferente a nadie. Nacionales y extranjeros se ven impelidos a comprar: los primeros porque les atañe y afecta de manera directa y los segundos porque estamos en un régimen socialcomunista, que en cualquier momento se copia el modelito que Podemos difunde urbi et orbi con total impunidad. Es cuestión de tiempo.

La política como ciencia o doctrina referente al gobierno de los Estados, ha sido dejada de lado para centrarse en el complejo ámbito de la sexualidad, del que han perpetrado un modelo, parido por lo más desorejado del zurdaje hispánico. Ese que ha impuesto su relato a los sectores más vulnerables de la sociedad, verbi y gracia la juventud, quien según la llamada ley trans puede cambiar de sexo sin límite cada 6 meses, sólo con estar disconforme. Tampoco requiere el permiso de los padres.

En España, hoy, gracias a estas leyes, es muy fácil cambiar de sexo. Esto me hace recordar al poeta venezolano Esdras Parra, quien en los años 60 se enamoró de una dama homosexual, y decidió convertirse en mujer para estar con su amada. Tuvo que operarse en Inglaterra, porque en Venezuela no existía esa posibilidad. Por cierto, este fue el tema de la sexta obra de teatro de Vargas Llosa –Al pie del Támesis- que Héctor Manrique montó con el Grupo Actoral 80.

El poder cupular socialcomunista de la madre patria aprobó leyes que obligan al sistema sanitario a practicar los cambios de sexo basados en la disconformidad. Estas legislaciones dispararon el número de casos de personas contrariadas con sus genes naturales, quienes abarrotan los hospitales para hormonarse y cambiar de genitales lo más rápido posible. Imagino el caos que esta avalancha ha generado, pues no se trata de operar una apendicitis sino de construirle un aparato femenino a quien nació hombre y, al contrario.

Con Pedro Sánchez llegó al poder un feminismo extremista y radical, que odia al hombre, a quien considera violador como lo afirmó la secretaria de Estado de Igualdad Ángela Rodríguez. La misma que alarmó a la parroquia, al mostrar su sorpresa porque hay españolas para quienes el onanismo no es una opción definitiva, y todavía tienen sexo normal. Los titulares e informaciones se desplegaron para difundir tan científicas conclusiones de esta afamada funcionaria socialcomunista.

La ideología de género se ha extendido a todas las instancias de poder en España. Por ejemplo, el ministro del interior Grande Marlaska, impuso un adiestramiento a la totalidad del personal que se ocupa de la seguridad de ese país europeo. Todos están obligados a asumir el relato de ese feminismo fundamentalista que tomó el poder en España, y que pretende cambiar hasta el sentido de la vida. Incluso la educación de los niños más pequeños ha sido permeada, por esta genitalización gubernamental. A ellos les enseñan en el aula que el sadomasoquismo es una opción, mientras los instruyen en la prioridad de la autocomplacencia.

Aquel feminismo ha penetrado todo el entramado social, económico y cultural, de tal suerte que ninguna acción gubernamental escapa a esta impronta de género. Es obligatorio acogerse y aceptar lo que decide Irene Montero, -un títere manejado por Pablo Iglesias Turión- lo que Pedro Sánchez toma como un mandato que no admite discusión. En medio de esta vorágine de una hipersexualidad sin límites, cabe preguntarse ¿qué piensa Felipe González?

Agridulces

La desesperación que provoca la miseria convierte a las venezolanas en presas fáciles de los tratantes de blancas, bien organizados en redes internacionales para captar a sus víctimas con ofertas engañosas. Una vez reclutadas son sometidas a todo tipo de explotación sexual y a otras formas de esclavitud.

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