jueves, 28 marzo 2024
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La culpa no es mía

Estos robolucionarios sí que tienen riñones. Son dignos impertérritos representantes del “síndrome goebbeliano”, que entre otras cosas establece: “miente que algo queda, miente mil veces, así se convertirá, tarde o temprano, en una verdad”.

Según reseñaron noticias emanadas por diferentes medios de comunicación nacional e internacional, una de las tantas “joyitas” que tiene la robolución sucialista (no hay equivocación gramatical de este autor en estos sustantivos-adjetivos: el general Carlos Rotondaro: expresidente del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales) desde 2010 hasta hace poco, cuando decidió poner pies en polvorosa para huir a Bogotá, Colombia, pero que además, para más santo y señas, puede decirse de él, que fue egresado del Ejército en 1987 en la posición 39 de la promoción Tomás Montilla, junto a otras “coronas” del régimen chavista, como el segundo hombre más influyente del desgobierno robolucionario: el capitán Diosdado Cabello Rondón (¿qué decir de este sujeto que no se conozca?), los tenientes Jesse Chacón Escamillo, quien, entre otros puestos gubernamentales, el 21 de abril de 2013 fue nombrado ministro de Energía Eléctrica, ejecutor del rimbombante programa: «Gran Misión Eléctrica Venezuela»; que muy a pesar de que prometió que en 100 días arreglaría el problema eléctrico nacional, terminó haciéndolo añicos: hoy funge como representante diplomático en Austria (que dicho sea de paso, es un país del que no tenemos Embajada); el teniente Alejandro Andrade Cedeño (el tuerto Andrade), quien poseyó, hasta hace poco, grandes propiedades de lujo en EUA, entre las que se incluyen costosísimos caballos de equitación, lujosas mansiones, relojes y autos de lujo, junto a un extenso prontuario que lo ha hecho convicto y confeso por corrupto en el tan odiado por el chavismo “imperio norteamericano”. Otro de los compañeros de Rotondaro fie el jefe de la Región Estratégica de Defensa Integral Guayana: mayor general Jesús María Mantilla Oliveros. La cosa sigue.

Rotondaro, por si fuera poco, en 2007 sustituyó en la presidencia del IVSS al general Montilla Oliveros, pero hoy, ¡Oh, asombro! ¡O novedad! Rotondaro, “escandalizado”, ha decidido “huir hacia la derecha”, porque según, tuvo la cachaza de declarar, al canal noticioso colombiano NTN24, esta bombita: “Me inmolo por la patria, pero no por un gobierno de incapaces y corruptos” (caída para atrás como Condorito). Estos robolucionarios sí que tienen riñones. Son dignos impertérritos representantes del “síndrome goebbeliano”, que entre otras cosas establece: “miente que algo queda, miente mil veces, así se convertirá, tarde o temprano, en una verdad”.

Amén, del reciente caos eléctrico nacional, mundialmente conocido como “el megaapagón venezolano”, del que apenas empezamos a ver parte de los más terribles efectos de la corruptela, incapacidad e ineptitud robolucionaria, hace días alguien me llamó para contarme un pequeño eslabón de esta enorme cadena de destrucción venezolana, me consultó para que le dijera qué hacer ante el absoluto caos que sufre la salud pública venezolana, en el que una conocida, de quien me llamó, cursa embarazo de 32 semanas (pretérmino), con amenaza de parto, junto a sus angustiados esposo y demás familiares, y luego de roletear por el Hospital Dr. Raúl Leoni, cuyo Centro Pediátrico Menca de Leoni tiene muchos meses inoperativo, dizque por las reparaciones más largas que haya conocido este nosocomio, que además no cuenta, según me informaron, con pediatras neonatólogos, incubadoras y demás insumos médicos necesarios para casos como este (y muchos más). De allí fue remitida al Hospital Uyapar: colapsado por que el caos desastroso en el que anteriormente referido hospital de San Félix se encuentra, estado que, como muchos pacientes venezolanos se encuentra en estado agonizante. Por último, dada las circunstancias, fue referida al hospital Ruiz y Páez de Ciudad Bolívar, dependiente del Ministerio del Poder Popular para la ¿Salud? (MPPPS), en donde también fue rechazada, verbigracia “echada pa’ tras”, porque en ese sanatorio público venezolano las cosas no están nada mejor ni más alentadoras que los anteriores mencionados del IVSS de Ciudad Guayana. En ese hospital universitario de la UDO, el más importante de la capital del estado Bolívar, la situación es, sin exageración: “en estado, preagónico; con estertores premortem”; en exitus letalis.

El centro asistencial bolivarense, según me informaron, tampoco cuenta, ni con personal médico ni de enfermería especializados para el caso, ni con insumos médicos como para hacerse responsable de la paciente, a quien no conozco, pero imagino la tragedia por la que pasa, ella y sus familiares.

Yo me pregunto: después de más de 20 años de este azote de plagas que mientan “robolución sucialista bolivariana: ¿Qué institución? ¿Qué cosa, asunto, obra o lo que sea, que esta cáfila berberisca de incapaces ineptos ha tocado con sus garras depredadoras, cual caballo de Atila, sigue en pie? ¿Cómo se atreve Rotondaro a defender lo indefendible? ¿Cómo tiene la desfachatez y la desvergüenza de decir que no se inmola por este gobierno de incapaces y corruptos? Como si él no hubiera formado parte de este complot de destrucción masiva venezolana, como si estuviera acabando de llegar de Londres o París para percatarse del más magnánimo desastre que se la haya hecho a Venezuela en toda su historia (¿por qué me extraña o asombra? ¡No sé!). Al Igual que otro cómplice de este desastre “hecho en robolución”: el ingeniero Héctor Navarro, ministro de Energía Eléctrica del desgobierno del intergaláctico, quien en una entrevista radiofónica le escuché espetar insólitas como contradictorias excusas tras excusas, defendiéndose como cucaracha patas arriba, para escudarse a sí mismo y a su gestión, achacándole la culpa a otros. Él, impoluto, incólume, libre de toda culpa. La robolución y sus acólitos, todos, han sido capaces de endilgarle todos los errores cometidos sobre el país: a la salud, al caos del Sistema Eléctrico Nacional, a todo y a otros, a cuanto animalucho habido y por haber sea conocido en Venezuela y fuera de ella, entre los cuales se cuentan: ratas e iguanas, incluso, rayos electromagnéticos ultrasónicos emanados del imperio norteamericano. Ellos no son culpables de nada, nunca jamás.

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