jueves, 6 febrero 2025
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Jaque sin mate

Hasta ahora el daño que hemos sufrido es catastrófico, pero no irreparable, ya que nuestra capacidad de resiliencia se está poniendo a prueba, y estamos demostrando que damos la pelea y que tenemos voluntad para salir victoriosos de esta guerra barbárica.

A pesar de la peste que hemos soportado durante tanto tiempo debemos sentirnos orgullosos y contentos de haberla experimentado, porque le sacaremos experiencia a la vivencia y será altamente fructífero el resultado.

La generación fallida -1998/2019- está contaminada pero las posteriores que comienzan a levantarse en la nueva era de una Venezuela por la que sentimos satisfacción desde los tiempos siempre añorados de la democracia imperfecta, tan humanamente transitada durante cuarenta años de plena libertad, que criticamos y desdeñamos con la arrogancia inspirada en que lo podíamos hacer mejor que aquellos que luchaban por perfeccionarla. En vez de apoyarla a capa y espada nos dedicamos a estigmatizarla y destruirla para ofrecerla en bandeja a unos aventureros, por decir lo menos, mal intencionados que se aprovecharon de nuestra ignorancia política, de nuestra ingenuidad, del vivalapepismo y del no le pares bolas acostumbrado, usado para desechar cualquier asomo de seriedad preocupante.

No obstante, si el país no hubiera sido apetecible en toda su extensión nadie se hubiera ocupado de nosotros. Justamente, tal como en la época de los piratas de los mares, muchos nos tuvieron en la mira como territorio susceptible de botín. Los filibusteros modernos, comunistas, extremistas religiosos y étnicos, cubanos, rusos, chinos, iraníes, turcos, y otros infelices que pululan el planeta les pareció divertido tratar de saquear nuestro patrimonio y nuestro gentilicio en todos los frentes. Hasta ahora el daño que hemos sufrido es catastrófico, pero no irreparable, ya que nuestra capacidad de resiliencia se está poniendo a prueba, y estamos demostrando que damos la pelea y que tenemos voluntad para salir victoriosos de esta guerra barbárica moderna ejecutada por filosofías fracasadas, ruinosas, que nos quieren imponer los enemigos del progreso y la civilización.

Estos, en conjunto, se mimetizan o se diluyen entre los escombros; pero individualmente resaltan y se hacen notorios ya que no pueden ocultar sus sentires negativos, y siempre terminan por mostrar su cojera emocional.

En adelante, no se debe confiar en nombres o cargos, posturas o habladurías, declaraciones o soportes, sin que los interesados prueben fehacientemente la sinceridad y la honestidad de sus palabras con acciones firmes que conduzcan a algo distinto a reconocimientos o felicitaciones de cortesía.

Almagro, izquierdista de pensamiento y sin tener país que lo apoye tiene una posición admirable, clara y coherente. No así otros, colectiva o individualmente, como la UN y el Grupo de Lima -sí pero no-, o gobiernos veletas que se conducen de acuerdo a la dirección de los vientos amables, o con prudencia interesada.

El lenguaje usado por representantes de algunos organismos es un crucigrama para entenderlo porque parece que pensaran en un idioma y hablaran en otro diferente. Solo divagan y conceptualizan pero se nota que están lejos de intentar hacer algo concreto relacionado con el asunto venezolano. Tanto que le ruegan a la fulana representante de DD HH de la ONU para que se apersone en Venezuela y ella no hace sino darle largas a la visita. En realidad poca importancia práctica tiene porque el régimen solo mostrará el lado bueno; inexistente sí, pero se puede maquillar, como a los payasos y a la isla de la infelicidad para que los cándidos turistas se traguen la imagen.

Solamente debemos tener fe en nosotros mismos y en aquellos que de alguna manera formal están dispuestos en su pensamiento; en demostrando con hechos y actos que verdaderamente sus intenciones coinciden con lo que queremos todos los venezolanos sin eufemismos: que se vayan los cubanos invasores y los venezolanos traidores que han pisoteado y humillado al pueblo y a sus defensores legítimos que son nuestra Fuerza Armada.

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