La verdad es que no son tiempos estos para juegos de palabras; el país carcomido por la miseria y el hambre entra ahora en un recinto más oscuro y retorcido con la maniobra y la fabricación de la post verdad que con desespero pero con el mayor de los cinismos intenta ejecutar la revolución para permanecer en el poder teniendo a casi el 80 y tanto por ciento de los venezolanos en contra.
Los últimos hechos han sido seguido por el país al detalle: la sentencia sin fundamento jurídico, como tanto han evidenciado los especialistas, reiterando la inhabilitación del Tribunal Supremo de Justicia a María Corina Machado, que es el gran objetivo. La respuesta de los negociadores de Barbados en voz de Gerardo Blyde indicando el incumplimiento de los acuerdos y anunciando las denuncias ante la comunidad internacional que los supervisa. La posición de la candidata surgida de las primarias que habló de seguir hasta el final, de prepararse para gobernar y de la dura lucha entre el bien y el mal. El régimen haciéndose el loco, amenazante y pretendiendo con sonrisa forzada la normalidad inventada mientras ajusta su asiento encima de la boca de un volcán; a la par de la sigilosa posición del Gobierno de los EE UU, poniendo de plazo hasta abril para que se cumpla (que nunca se ha hecho de los fulanos diálogos) o de lo contrario ejecutar, que ya empezaron, con la cancelación de licencias comerciales, es decir, la entrada de dólares, que es lo único que les duele a la revolución bolivariana. Visto el panorama; la gente entró en un runruneo de explicaciones, aderezadas por las interpretaciones de los analistas en la que cabe de todo pero que apunta en concreto, al inminente escenario (del que ciudadanos están hartos) de nuevas y mayores persecuciones, candidatos de escenografías, elecciones para elegir al que incluso ya se tienen resultados contados como pasó con el olvidado referéndum del Esequibo y tiene una resistencia civil con una líder que trasciende el protagonismo de partidos superados por los desarrollos de un proceso de 25 años en los que no es solo tener la pericia de la competencia electoral o el uso de las formas clásicas del mensaje, la organización o la lucha política.
Agarremos un poco de aire para los equilibrios de la reflexión con los elementos adecuados en una situación desbordada.
Para algunos la cuestión es complacer al gobierno cambiando de candidato, sin resolver el funcionamiento ad infinitum de una estructura de Estado de modelo autoritario, que seguirá haciendo lo que le da la gana con los ciudadanos, la justicia, la libertad y la democracia. Estos conceptos son abstractos y nada significan para las mayorías, en opinión de otros, por lo que hay que negociar solo lo que es posible: un cuento largamente repetido por años que esconde cobardías y ganancias particulares. De esta manera sigue al acecho el pantano de intereses que integran grupos económicos, religiosos, académicos, hasta llegar a las conocidas organizaciones políticas, en las que el término LUCHAS no tiene correspondencia ya que les equivale a la violencia, siendo mejor la amistad y los negocios con el opresor en nombre de la relaciones “civilizadas”; como ha ocurrido y ocurre en el estado Bolívar. A todas estas, en el análisis y en los cálculos de gobierno, farsantes y oportunistas, se desestima la voluntad de la gente y pueblos de Venezuela, que aun callando (como lo hemos repetido muchas veces), ya emitieron su palabra, estando atropellados, además, por la emergencia humanitaria compleja que les visita a todas las horas del día.
La fuerza de los hechos y de los derechos
Como decíamos al comienzo, Venezuela entra en un cuarto oscuro con la característica que prácticamente cada persona se defenderá como pueda cuando el régimen tiene, también ciego, todas las armas y las usará contra el contrario o aliado a su visión de control.
El país, en verdad, es una sociedad deshecha, gangrenada en la condición económica y con metástasis de sus derechos. ¿Hay reserva o ánimo democrático para hacer el cambio? Sí, y en evidentemente mayoría; pero estas tendrán que hacer uso de su mayor capacidad de resistencia y de asumir la organización eficiente que calce sus anhelos. El nuevo capítulo por donde transitamos reedita al episodio del fraude de las elecciones del 2018, ahora con más envalentonamiento por parte del chavismo; la gente no es estúpida. Aunque algunos les asalte el escepticismo o la tentación por fórmulas engañosas, se percibe que salir de la oscurana y aprovechar la oportunidad claramente abierta, no será posible sin los movimientos y protagonistas adecuados. Prepararse para el camino “espinado”, como acertadamente pide la batalladora candidata María Corina Machado, es mucho más que cumplir trámites: es desarrollar equipos ágiles, con dominio del mensaje de cambio. Ampliar la presencia de los jóvenes; hacer notorio y significativo el protagonismo de representantes de expresiones emergentes, y naturales, así como de la amplia gama de la sociedad. Con esta tarea hablar de unidad opositora (de 95% en una sola dirección) es un accesorio. El desafío ciudadano es el esfuerzo colectivo, tenaz, de audacia y disciplina por constituir la gran fuerza que impida más humillaciones con acciones y respuestas contundentes. Movimiento renovado y aguerrido, garante tanto de victorias como de las transformaciones que el 2024 indica son totalmente posibles. Son hechos, no solo aquellos que nos adversan los que hay que cuantificar. Son también los derechos, aquellos que hay que hacer visibles, aun cuando muchas veces parece que no importan.