Cuanto veo la infame indolencia de la fauna socialcomunista frente a la tragedia que sufren millones de venezolanos, concluyo que aquella sensibilidad-solidaridad con la que untan cada frase que sale de su boca, solo se activa frente a una foto del Che Guevara, el cadáver insepulto de Lenin o las innumerables estatuas de Kim Il Sum. Lloran a moco tendido y su emocionalidad traspasa la barrera de lo razonable, cuando pasean por las miserables callejuelas de cualquier conglomerado cubano, porque allí ven inmensos promontorios de dignidad revolucionaria. Mas, sus ojos preñados de socialismo ni parpadean, cuando la indigencia y las penurias también transitan esas mismas vías, hurgando aquí y acullá, mendigando -desde la distancia y con sigilo- algún dolarcillo, un euro o hasta un jabón que les sobre a los camaradas.
Generaciones de ñángaras europeos -de Sartre a Ramonet- han peregrinado a la meca del comunismo hasta traspasar esa pasión a otras castas, que han repetido el guion durante seis décadas. Los más ortodoxos tienen como último deseo que sus despojos reposen en Cuba. Allá los siembran, porque a los comunistas no los entierran. Claro, si los siembran darán frutos para perpetuar la ideología comunista, que ha propagado todo tipo de desdicha e infortunio allí donde su semilla ha germinado.
El almaciguero ñangaroso latinoamericano brotó, nuevamente, hace 21 años en Venezuela, alimentado por una subida inesperada del precio del petróleo, que financió triunfos de otros camaradas en Brasil, Ecuador, Bolivia Nicaragua, Argentina y El Salvador. Se congregaron en el Foro de Sao Paulo, perpetrado por el teniente coronel venezolano, el obrero siderúrgico brasileño y el sempiterno dictador cubano. Desde ese foro y con lo dólares venezolanos, se le dio continuidad a los planes de expansión comunista que Fidel jamás abandonó.
Aquel organismo, los petrodólares y el indiscreto encanto de los poderosos comunistas sudacas, hicieron renacer ese extraño amor de los camaradas europeos por las revoluciones izquierdistas en estos pateaderos tercermundistas. Intelectuales, universitarios, escritores, políticos, artistas, cantaores y bailaores se embarcaron en el puente aéreo hacia estos territorios, donde pagan muy bien servicios, asesorías, asistencias, acompañamientos y hasta la simple presencia de los comunistas de allá, que malviven en esos ambientes hostiles, como ellos califican a las democracias europeas consolidadas. Quieren comunismo y por eso vinieron en busca de sensibilidades afines, localizadas en las cúpulas, en las elites dominantes, en la macolla. Así la gauche divine, la izquierda caviar tuvo la oportunidad de sumergirse en la piscina de champagne donde nadan los poderosos de la progresía local.
Podemos e Izquierda Unida de España engordaron sus cuentas en dólares y en euros. Luego acamparon en el centro de Madrid en 2015, y en menos de 5 años llegaron al poder con el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). No le ha ido mal a esta patulea progre, ideológicamente desgreñada, mal aseada y peor vestida, que ocupa sus curules en el legislativo y con altos cargos en el ejecutivo.
Desde esas posiciones y como parte de un gobierno de coalición se cortan las venas cada vez que defienden la tiranía venezolana. Tanto para el PSOE como para Unidas-Podemos Venezuela es un paraíso socialcomunista, donde viven a cuerpo de rey quienes siguen pichándole sus buenas cantidades de monedas duras para su beneficio personal. En tanto, el pueblo venezolano sobrevive sometido a la pobreza más extrema. Los jóvenes son asesinados como parte de una violencia desatada, que capitaliza el régimen. Los que se salvan se van por los caminos verdes a buscarse la vida en otros países, donde se convierten en un grave problema. La desnutrición afecta a los niños que se enferman y no hay medicinas ni hospitales para curarlos. Igual ocurre con la población adulta, que es todavía más vulnerable al ser abandonada por sus familiares en la etapa más difícil de la vida.
Nada de aquello es visible a los ojos de la izquierda caviar europea. Les importa un verdadero carajo la pobreza y el viacrucis del pueblo venezolano, porque lo único que buscan es que sus aliados permanezcan en el poder, aunque tengan que pasar por encima de los millones de cadáveres que el socialcomunismo ha regado por el camino.
Agridulces
Claudio Fermín brinca de felicidad después de saber que el tipo del mazo lo respeta. Para el sociólogo es el culmen de su carrera política, la cima de su evolución como ser humano. Tanto esfuerzo ha sido recompensado. ¡Qué diría Mercedes Fermín!