Sean cuales sean las definiciones, avanzan los días hacia el 10 de enero que otorgará luces claras al destino de la nación venezolana. Se crecerá el cobro de esfuerzos sostenidos por recuperar el Estado de derecho y la libertad; se reafirmará la victoria electoral del pasado 28 de julio o, simplemente, la “normalidad” impuesta por el modelo revolucionario con la práctica dictatorial, impondrá, todavía más, un abismo de miserias, persecución y la reducción de lo que queda de modernidad, avanzando en la definitiva extinción del país.
Es menester, para proyectar caminos, despejar algunos aspectos de la ecuación nacional que en los últimos meses se ha caracterizado por el terrorismo de Estado contra la disidencia y en una aparente parálisis en la acción de luchas, mientras que se erosiona diariamente la economía, las condiciones sociales y la rutina de los distintos sectores que agonizan acumulando fallas y carencias. Primero: se encuentra el discurso, cada vez mayor, que se solaza en la falta de escrúpulos y en el cinismo para forjar realidades y hechos. Tiene relevancia ese miembro de los gremios económicos nacionales, Luigi Pisella, de la Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria) que afirmaba en una entrevista, esta semana, con el periodista Pedro Pablo Peñaloza: “Nosotros no somos el CNE ni TSJ ni nada por el estilo” apuntando la nota igualmente “…defiende la importancia de mantener una comunicación fluida con el gobierno de Nicolás Maduro para incidir en la elaboración de las políticas públicas y asegura que pese a la tempestad política, el país seguirá creciendo”. Nada nuevo bajo el sol en un sector caracterizado por la ambivalencia y los bandazos de propósitos en función de continuar recostado a lo que fueron ventajas concedidas por el Estado venezolano en otros tiempos; obteniendo ahora desplantes y la escogencia de favoritos para el desvío y extravío de fondos desde la responsabilidad del régimen bolivariano. Nada nuevo, sí, pero suficiente para acompañar la tramoya de negar que existen niños en las cárceles, detenidos arbitrariamente por defender el voto, oponiéndose al fraude electoral (tal como lo dice el fiscal sin que le tiemble la voz); para ocultar los niveles de precariedad social y para minimizar eso que llaman los especialistas serios la existencia de la economía enana, en la caracterización de la actividad actual y sin cambio alguno para los próximos años.
En el estado Bolívar los sectores empresariales tienen tiempo pidiendo la regularización del surtido de combustible y ¿qué se ha logrado hasta el momento, con insignificantes avances y vuelta continua a los retrocesos de las colas y las dificultades? Los gremios económicos locales han solicitado ampliamente la reapertura del Puente Angostura para el transporte pesado y cuáles respuestas y en qué lapso han logrado ser escuchados. Incluso el más despistado del país está al tanto que eso de elaborar políticas públicas en conjunto con el Estado, es un espejismo en un régimen que intenta controlar todo y que permite acciones particulares solo si estas le obedecen ciegamente.
Las llaves de la libertad
El país está roto, también lo sabemos, aunque probablemente no tengamos la noción exacta del tamaño de la hondura. Las regiones están convertidas en un enorme parque de chatarras, saliendo a flote mediante la solidaridad y con los islotes de una economía casi de trueque. Evidentemente estos meses han sido para los ciudadanos esperanzados y protagonistas del sentimiento de cambio, horas de “fatiga de combate”, de oscuridad, de resguardo, de largos silencios colectivos calculados y premeditados. Pero ese país sencillo y sufrido ha aprendido de 25 años de humillaciones; ha creado “instintos” en los meses, luego de la elección presidencial de agosto. Ha descubierto, o lo intuyen, que existen agendas de lo políticamente correcto, de lo supuestamente políticamente incorrecto, de la exquisitez academicista, del oportunismo cobarde, de los paladines de los derechos pero cuentistas de tragedias donde no se involucran. De la parsimoniosa agenda internacional. Vienen “olfateando”, las mayorías populares, a los grupos de intereses pequeños, medianos y grandes; nacionales y locales. Ha visto donde brota el germen del liderazgo, de sus sacrificios y del por qué algunos que les acompañan por la fuerza de los hechos, tampoco les quieren ni desean nada para Venezuela que no esté bajo sus privilegios.
La ecuación de las definiciones democráticas y políticas, en sus horas apremiantes, se acercan con el mes de diciembre y la entrada del próximo 2025. El imaginario popular que antes podía ser de preparación de fiestas, es ahora el entrenamiento anímico y espiritual para los alientos más fuertes y los empujes más decididos. Siguen los episodios de poner el alma y sostener posiciones apenas vayan estas aclarándose. Por la condición de vuelto pedazos del país, será el movimiento ciudadano, como hasta ahora ha sido, a quien tocará crecerse para liberar sus presos, frenar las persecuciones, abrir riendas a la creación de políticas novedosas, enfrentar sus taras de ciclos históricos para no morir en el intento transformador y otorgarse la sabiduría sobre cómo acometer reparaciones y hacer justicia.
Trocitos…
– Se lleva a cabo en Lima, en estos días, del 14, 15 y 16 de noviembre, la Cumbre Cooperación Económica Asia Pacifico (APEC), con presencia de los presidentes de China y EE UU. El evento reúne a un buen número de mandatarios y gobernantes de estas regiones con el objetivo de profundizar acuerdos en materia de inversiones, en los que está inscrito la República de Perú. Sin embargo la actividad parece tener el desconocimiento e incomprensión de las mayorías: se cuestiona el beneficio directo para la población. Sobre el tema se desarrolla un intenso debate en la opinión pública con los variopintos ingredientes de la dinámica política nacional. Se hace evidente una cierta debilidad del gobierno en aprovechar la importancia de un escenario de proyección global, vinculándolo más estrechamente con la cotidianidad del habitante; con el presente y futuro de la calidad de vida del país inca.