miércoles, 12 febrero 2025
Search
Close this search box.
Search
Close this search box.

Harry no tenía otra opción, sino salir de la burbuja

A la corona le preocupa si Harry efectivamente podrá ser juicioso en el manejo de la cuantiosa herencia heredada de su madre Lady Diana, habida cuenta de que ha estado viviendo en una burbuja, señala nuestra columnista Rosix Rincones.

Toda una historia se está desencadenando con la decisión de los duques de Sussex, Harry y Meghan, de retirarse de sus roles principales en la familia real británica. Han dicho ellos que desean vivir entre Canadá y el Reino Unido. Están dispuestos a trabajar por sus ingresos para no depender de la corona y llegar a un acuerdo. No pueden renunciar al ducado, porque eso sólo lo otorga o lo quita la reina.

Saber en qué consiste la historia de los duques de Sussex no es fácil, porque cualquier opinión sobre la realeza está normalmente teñida por la prensa amarillista, la de los “tabloides”. Incluso, para quienes desean saber los pormenores e implicaciones de esta movida de los duques, es casi inevitable dejarse arrastrar por los dimes y diretes de los contagiosos chismes. Afortunadamente, aunque es un discurso dominante que se extiende, siempre hay comentaristas y periodistas sensatos que han sabido minimizar el drama.

La línea editorial de esta prensa popular y amarillista es la del doble juego. Son de una derecha aberrante y reaccionaria que mantiene las diferencias de clase. Sin embargo, a pesar de su complacencia con la monarquía, también juegan a exaltar el odio, la envidia, y con ello buscan destruir la monarquía. Por eso también le sirven al discurso de la izquierda republicana. Derecha e izquierda, ¿curioso, no? Pueda que sea una prensa útil por si algún miembro de la familia se sobrepasa en sus gastos, aun cuando eso ocurre muy raras veces.

Los tabloides explotaron como nunca un racismo escondido, pero punzante, contra Meghan Markle. No contentos con las intrigas de siempre, a fuerza de comparaciones han venido sembrando cizañas, intrigas, y eso sí, nunca se hacen responsables por sus excesos. Ahora están torpedeando a la duquesa Meghan Markle, a quien venden como la villana de la película. Típico.

Harry y su hermano William han sido criados para integrarse más con la gente de su país, y han cumplido con las tareas que les ha tocado para también justificar sus privilegios. Harry era además, el soltero codiciado en estos últimos años. Durante la boda de William y Kate en el 2011, las muchachitas inglesas mostraban pancartas que decían “¡Harry, cásate conmigo!”.

Desde ese entonces, Harry comenzó a realizar labores semejantes a las de su difunta madre, Lady Diana. Pero no fue sino recientemente que, en una campaña para el tratamiento de enfermedades mentales, él habló públicamente de los problemas que sufrió como adolescente y adulto a causa de un duelo nunca aceptado interiormente. Estaba muy pequeño cuando le tocó caminar detrás de la carroza fúnebre de su madre, y por asuntos de protocolo, le fue muy difícil mostrar sus sentimientos en público. En pocas palabras, no fue sino recientemente que él emprendió el camino de recuperar su salud mental, y eso incluye su capacidad para resolver su propia vida.

Por eso no es nada de extrañar esta movida. La muerte de su madre y ahora las historias ofensivas contra la madre de su hijo, todo ha contribuido a este retiro: el asunto está demasiado vivo en su mente. No hay querellas judiciales ni nada que pueda evitar los cuentos que tan jugosas ganancias le traen a los tabloides. La pregunta de rigor es si Harry realmente tiene otra opción sino exiliarse.

Su madre, Lady Diana Spencer, es un personaje de poner en una balanza. Fue una bendición al tiempo que una tragedia. Durante sus primeros años de matrimonio, fue una mujer joven aún inmadura y problemática, que debía acostumbrarse al rigor de la familia real. Por otra parte, fue quien le enseñó a la corona a comunicarse y querer a la gente, a conectarse con sus súbditos. Ella desempolvó las artes de la política que ya olían a óxido dentro de la familia. Fue Diana quien trató de integrar más a sus hijos a la vida de cualquier niño normal. Y en todo esto ella fue apoyada por la prensa, hay que reconocerlo, con quien tuvo una relación de amor y odio. Al final sucedió la tragedia, y es mi opinión que los tabloides inventaron las teorías conspirativas sobre su muerte, sólo para lavarse las manos con el papel de los paparazzi en el accidente fatal que cobrara la vida de Diana en 1997.

No ha muerto Diana en los afectos de la gente sencilla. En los mercados municipales de Inglaterra se encuentran las tienditas con los recuerdos de Diana, y eso habla de cuánto la gente de menores recursos la recuerda. Y tampoco ha muerto Diana para su hijo menor. Los pasos que está tomando son claros. Puede convertirse en un buen padre y líder, fuera de esa burbuja de privilegios que cada día se le torna más hostil.

Los tabloides hablan de cuánto daño la pareja le ha hecho a la reina con esta decisión, pero la reina Isabel II lo que está buscando es una salida legal que pueda ser aceptable para los duques. A la corona le preocupa si Harry efectivamente podrá ser juicioso en el manejo de su cuantiosa herencia (heredada de la madre), habida cuenta de que ha estado viviendo en una burbuja. Ese va a ser el reto más difícil para él, creo yo, aventurarse a salir de los cómodos espacios imperiales.

No hay que caerse a embustes, la movida de Harry es más una oportunidad que un problema. De acuerdo a la BBC, la corona está en vías de restringir el número de miembros considerados “familia real”, tal y como ocurre en los reinos de Noruega, Suecia o España. Por otra parte, el comentarista español Gerardo Correas aseguró en NTN24 que: “La monarquía ya ha racionalizado todo, y esperen esto porque va a ocurrir, van a ver a William y Harry juntos en actividades. La corona necesita a Harry para que colabore con la imagen pública de su padre y su hermano”.

Un asunto de honor para Harry, el manejar su dinero sin tener que responderle a los medios que le amargan la vida. “Decisiones, cada día”, versa la canción de Rubén Blades. Ojalá le vaya bien.

¡Más noticias!