domingo, 12 enero 2025
Search
Close this search box.
Search
Close this search box.

Guayana: fuerza silenciosa en procesión

El movimiento social y político se está refundando silenciosamente en Guayana; desde el inevitable proceso de crecimiento y decantaciones que eso supondrá para los próximos desafíos regionales y nacionales.

@OttoJansen

¿A dónde se fue el caudal productivo del estado Bolívar? Su masa laboral -la que permaneció en el país- se difuminó en muchas vertientes con la crisis integral venezolana. Se invisibilizó y se aniquiló (“En el año 2007 la producción de acero líquido fue de 4.700.000 TM en Sidor, actualmente es cero” me acota de sus apuntes el extrabajador y columnista, Juan Linares), con los bandazos de planes que han tenido curso en las otrora pujantes empresas básicas, la corrupción no cuantificada y la evidente obsolescencia de las factorías en quiebra. Desde hace al menos ocho años, en un tiempo que parece mayor en aconteceres y en el propio sentir de los habitantes de Guayana respecto a su porvenir, el régimen bolivariano quiso implantar, anteponiendo a la condición industrial pesada, la narrativa de la minería con la creación de empresas del ramo hacia una cultura extractivista que nunca ha calzado niveles más allá de lo primitivo, más el añadido de la violencia antisocial y de grupos irregulares que le acompañan. Esto ha sido suficientemente documentado por distintos trabajos periodísticos en los que se ha puesto de relieve la constitución de compañías y centros de operaciones en los municipios del sur de Guayana, que simplemente devinieron en negocios sin perfil nítido de sus actividades. A la par Ciudad Guayana estuvo varios años como pivote de transacción en establecimientos de centros comerciales con el oro, finalmente intervenidos por el propio gobierno y hasta allí llegó el intento de otorgar otra identidad para la región: quedó truncada la pirueta y volvió el régimen a retomar el discurso obrero y de recuperación de las fábricas de acero y aluminio que hasta el presente se ha estrellado con la realidad.

Hay indicios de cómo se encuentra esa masa de pobladores que estableció récords de producción y se catapultó en logros importantes en su calidad de vida, ahora en involución manifiesta. En los municipios del estado Bolívar hay diferencias enormes entre la actividad económica de subsistencia y la que se mantiene con alguna formalidad. Esa que sobrevive perseguida por tributos leoninos y sin contemplación de la legalidad, tal es el caso de la empresa recolectora del aseo en Caroní. Acosada, además, por el desorden monetario y la competencia desleal. Aun cuando aparentemente la minería ha tenido un “bajón” como recurso de trabajo del sector de los guayaneses más empobrecidos, entendible por el control férreo del entramado de bandas, cuerpos de seguridad, militares y presencia de irregulares; todavía a los municipios de El Callao, Sifontes, Gran Sabana o Cedeño, llegan extrabajadores de las empresas en el vaivén de entradas y salidas de mucha gente; tal como lo reseña con harta frecuencia el periodista Fritz Sánchez que no pierde pasos a la devastación y a los operativos militares.

Protagonismo social y político

Volvemos a la pregunta inicial. ¿Dónde se encuentra el caudal productivo de Guayana? No es que tan solo salieron del campo laboral (en Sidor, nada más, son 4 mil los desactivados, destacándose el número de fallecidos por falta de atención medica que llega a 900, según datos recabados por el también ex diputado del CLEB, Juan Linares), los jubilados, los pensionados o los “no requeridos” (esa casi esotérica denominación para quienes se desincorporan del trabajo de las empresas del Estado). La economía informal es una franja llena de matices en la extensa Guayana; eso que conceptualizan los especialistas de “economía gris”. Diferente a los emprendimientos, entendido estos con una mayor organización. En la buhonería operan desde los itinerantes hasta los micros vendedores que comercian con productos alimenticios, ropa y productos cosméticos. Está el sector de servicios en el que se encuentran labores de años en renglones tales como refrigeración, electricidad, mecánica y mantenimiento. Hacia allí, con sus obstáculos diarios y muy limitados logros, se volcó la mano de obra, anteriormente calificada en las fábricas del proyecto industrial. ¿Resistirán más años con este cuadro precario y ruinoso?

Las ciudades y municipios de Guayana, repetimos, son en general (salvo los nuevos supermercados y bodegones) fantasmales colectivos arrastrados por la inercia. Se mueven sin rumbo en medio de soledades tangibles por la destrucción de la gestión pública y la sustitución de obras de gobierno por los discursos antiimperialistas y “conspiraciones” de mentiras frecuentes, que no puede dejar sino parálisis y atrasos. Incluso, se hace presente, la iniciativa de los pobladores de trasladarse internamente entre pueblos del estado, escarbando lo que encuentran para el sustento; otros, una cantidad importante, han terminado por irse a Brasil o recorrer con sus necesidades y dramas el resto de los países de América Latina. ¿Ahora el sentimiento de cambio por el cual apostó abrumadoramente la población del estado Bolívar, el pasado 28J, tiene asideros en una propuesta para la región? Dos son las características que describen, a nuestro modo de ver, con hondura la presencia guayanesa en el cuadro político nacional: la primera, no hay “huesos sanos” en las organizaciones políticas y en los otros sectores tradicionales. Se interpreta esto por el descredito generalizado y en la incapacidad de resistencia cívica a lo que ha sido una historia de complicidades y silencios frente al chavismo. Segundo, la visión estrecha, desconectada socialmente y congelada de estos actores, que les impiden hacerse de realidades objetivas, de sentimientos de justicia y del anhelo absoluto de transformación en la población.

El movimiento social y político se está refundando silenciosamente en Guayana; desde el inevitable proceso de crecimiento y decantaciones que eso supondrá para los próximos desafíos regionales y nacionales. A partir del 10 de enero del 2025 (esa hora constitucional del país) muchas otras exigencias aparecerán para los pueblos de Bolívar. Viene la fuerza ciudadana, esa vocación productiva invisible que encabezara la cruzada de la que es protagonista y la que ya no podrá ser ignorada.