domingo, 19 enero 2025
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Fuerza y serenidad

La fuerza y la serenidad provienen de la paz interior de quien ha sido genuino en su entrega y su amor por lo que hace. No hay falla.

Hoy más que nunca es momento de defender la unidad familiar que nos ha llevado a triunfar sobre nosotros mismos. Pedirle a Dios que nos dé fuerza y serenidad, que nos mantenga en el foco. Que nos libre de peines y confusiones que ya conocemos bastante bien. Que nos libre de hablar como ellos, eso especialmente.

En el 2020 escribí sobre las divisiones dentro de la oposición y de las luchas internas por las migajas de un régimen que, como ahora, insiste en ofrecer convivencias suicidas a algunos políticos de actitud perdedora o sencillamente individualistas. ¡El régimen está sediento de volver a aquellos tiempos en que nadie creía en nadie! La trampa consistía en desmoralizar la venezolanidad y su sentido de comunidad y pertenencia a una nación. En ese entonces sostuve que prefería caer por ingenua antes que condenar a un político opositor en circunstancias donde era imposible contar con un debate serio y medianamente objetivo. Eso sí, concluí que, una vez despejada la costa con una correspondiente voluntad política para un debate equilibrado, yo quería saberlo todo. Ahora renuevo la propuesta. Los venezolanos necesitamos que los políticos respondan por sus acciones en un escenario institucional que resguarde igualmente sus derechos. Ya sabemos mucho más desde el 2020, pero estoy segura de que las decisiones de algunos de esos políticos han sido más deleznables y desgraciadas que otras. No lo duden: Lo sabremos todo.

Mientras tanto, ante el ruido, vale el silencio de la oración que pide luz y claridad. O como una que reza: “Que el enemigo que venga en mi contra tenga ojos y no me vea, tenga oídos y no me oiga, tenga manos y no me alcance”. La fuerza y la serenidad provienen de la paz interior de quien ha sido genuino en su entrega y su amor por lo que hace. No hay falla.

Otra propuesta

Hace varios años propuse que el día de los inocentes fuese más bien el de los refugiados. Hay celebraciones que tienen un simbolismo tal que han superado la indiferencia. Cuando la reforma de la Iglesia en Europa, los protestantes quisieron eliminar el día de los santos y los difuntos. No pudieron. El simbolismo es poderoso porque nos toca una fibra a todos. Incluso, ahora se celebran con una solemnidad hermosa. Eso espero para el 28 de diciembre.