lunes, 13 enero 2025
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Fantasías imperiales

Después de la ocupación de Crimea en el 2014, ya el revanchismo ruso, por supuesto, no sorprende a nadie. A veces me pregunto exactamente qué entiende Putin cuando su pupilo Donald Trump inició su campaña con el MAGA.

Hoy estoy en ánimo de conversar al estilo de los fines de semana, como cuando uno anda con los panas. Con libertad.

El tema de esta semana ha sido la amenaza rusa en Ucrania, y los no pocos decesos en la tierra-de-nadie al noreste de ese país. Según los comentarios, el conflicto estaba más álgido en diciembre y no es hasta estas semanas que se ha hecho más público el peligro que éste entraña. Después de la reunión entre Vladimir Putin y Emmanuel Macron, apareció la palabra “des escalar” las tensiones, pero al poco tiempo aparece otra noticia en que Putin desestima el compromiso de su país con el protocolo de Minsk. En este momento nadie sabe a qué atenerse con las declaraciones de lado y lado. Por otra parte, hay quienes describen la estrategia de los rusos como una jugada para “medir” la respuesta de Occidente y así evaluar sus posibilidades de éxito en caso de invadir, si es que finalmente deciden a hacerlo.

Después de la ocupación de Crimea en el 2014, ya el revanchismo ruso, por supuesto, no sorprende a nadie. A veces me pregunto exactamente qué entiende Putin cuando su pupilo Donald Trump inició su campaña con el MAGA (make America great again). Porque la verdad, en los Estados Unidos hay que entender ésta como una jugada de los reaccionarios para normalizar el racismo y toda suerte de tendencias antidemocráticas, incluida una propuesta de reescribir una Constitución. Ahora bien, de ese mismo lema usarse en el escenario ruso, se entendería claramente y sin lugar a duda, que Rusia busca recuperar los kilómetros cuadrados de la antigua Unión Soviética.

La fantasía imperial es el signo de estos tiempos. Fue el británico Jihadi John quien se sintió inspirado por una vuelta a la expansión árabe en la era de sus califatos. Inglaterra aprueba el brexit, entre otras razones, para relanzar a la Commonwealth y recuperar su área de influencia. Y todo esto ocurre mientras China se irgue como una potencia económica y de paso persigue imponer el autoritarismo como una forma válida de gobierno.

Sin embargo, China y Rusia no ejercen el liderazgo de la misma manera. Cuando a China se le llama el gigante asiático, no es exactamente por su tamaño, sino por su presencia casi omnipresente en la economía global. No es ese el caso de un país como Rusia, que a pesar de tener un PTB menor al de España, su poder estriba en su habilidad para corroer las instituciones democráticas de Occidente. A eso se dedica Putin. Le es más fácil sabotear que conducir a un país de gente trabajadora, luchadora, de un sistema educativo exigente, de una espiritualidad que les viene desde la fundación de su nación. Ávidos lectores, respetuosos de sus escritores y su arte, ¿por qué van a tener una economía tan dependiente del petróleo, por ejemplo? Mala suerte cuando se tienen estos gobernantes policías, que gobiernan solo y para ellos mismos, desde una campaña propagandística brutal.

Recientemente vi un programa de opinión de la televisión alemana DW. Una entrevistada decía no entender cómo China y Rusia acusan a los Estados Unidos, por ejemplo, de no ser democráticos, al tiempo que ellos se consideran democráticos. Que si la contradicción, que si cómo pueden decir eso. Parece que le toca beber el agua, contar con la luz, respirar el aire y esperar el internet de los países donde la propaganda pretende pasarle una brocha gorda a la realidad. Cuando Putin y Xi Jinping hablan así, están dando vivo y directo una clase de su marketing de comunicación política. Allí dan ejemplos de medias verdades y frases cohete para ser desdobladas detenidamente. Como en el cuento de Jaimito con la lombriz y la cola de cerdo, se parte de la excepción. Jaimito no sabe nada del cerdo, pero llama a la cola “lombriz”, y así esconde la verdad que cuenta.

Pero nada, vivir en un país de libertades te puede incapacitar para captar algunas burlas. Que Dios ayude a Europa.

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