domingo, 12 enero 2025
Search
Close this search box.
Search
Close this search box.

Evo y las delicias del poder

De la etnia aimara y líder de los cocaleros de El Chapare, Evo ha convertido el poder en una adicción, como si de la droga más dura se tratara.

El poder es una tentación con un ímpetu incontrolable. Con una fuerza de atracción que pasa por encima de cualquier barrera que intente contenerlo. Incita, estimula, induce y es acuciante para aquellos que lo han tenido o aspiran tenerlo. Que lo buscan, que van tras él ciegos por el impulso de la pasión. El poder es deseo en estado puro. Espoleado por la codicia, el ansia, la avaricia y hasta la concupiscencia. Es altamente erótico y desata las más bajas pasiones. Tanto, que una vez que se han disfrutado sus mieles, resulta imposible despegarse, pues su capacidad de adherencia es mil veces superior a la Pega Loka.

El siglo XX fue una puerta abierta para que los más atroces dictadores saborearan el poder, y lo disfrutaran en toda su plenitud, sin cortapisas. Desde 1917 el mundo convulsionó con la llegada de Lenin al gobierno de Rusia. El país con la mayor extensión territorial del planeta, y que el comunismo expandió por la fuerza. A este imperio zurdo se le conoció como URSS. Lenin murió en 1924 y le sucedió Stalin, sin necesidad de campaña electoral ni hacer promesas. El pueblo ruso se armó su fantasía comunista de felicidad, libertad y trabajo, y le dio un cheque en blanco al padrecito bigotón.

Algo similar ocurrió con la dictadura de Mao en China, de Pol Pop en Camboya, de Ho Chi Min en Vietnam, Kim Il Sung en Corea del Norte y Fidel en Cuba. Y es que estos predestinados no necesitaron ofrecer nada ni promocionarse, pues la gente los reverenció, veneró y adoró sin pedir nada a cambio. Ellos fueron los modelos para los mesías finiseculares de nuestro continente, que irrumpieron en los primeros años del siglo que empezaba, arropados con la bandera del socialismo del siglo XXI. El mismo que distribuyó petrodólares a manos llenas a los de su cuerda, para que tomaran el poder.

Aunque aquellos soñaron con tomar el cielo por asalto, algunas tradiciones democráticas occidentales se lo impidieron. Eso los obligó a participar en campañas electorales, hacer promesas y mentir sin medida ni clemencia. Ofrecieron el oro y el moro a los votantes, quienes creyeron en sus promesas de cumbiamberas y los elevaron a la cima. Han pasado 25 años y el balance es amargo y devastador. La experiencia socialcomunista ha sido una dolorosa estafa, una oferta engañosa y los resultados no han podido ser más catastróficos. La élite dominante ha sido la única beneficiada al tener al erario público a pata de mingo, para disponer a discreción de todas las riquezas.

En el club de países agavillados en el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla existen algunas diferencias, que es menester considerar. En Brasil, México, Colombia, Chile, Honduras y Bolivia hay elecciones que generan una razonable confianza, porque se respetan las reglas del juego, y los períodos presidenciales se cumplen con apego a las leyes. Por esa razón en Bolivia están pautados unos comicios para 2025, pero Evo Morales -quien gozó a cuerpo de inca de su particular Tahuantinsuyo- quiere recuperar las delicias que el poder le hizo experimentar.  

De la etnia aimara y líder de los cocaleros de El Chapare, Evo ha convertido el poder en una adicción, como si de la droga más dura se tratara. Por cierto, Iñigo Errejón y otros de Podemos se cuentan entre sus asesores más cercanos. No tanto como García Linera, su inseparable vicepresidente, durante su larga permanencia en el palacio de El Quemado. Que no resultó ser de la estatura de la vida de Morales, por lo que ordenó construir una mansión presidencial a su medida.

Más que un presidente Evo -como buen comunista- se siente un predestinado, dueño y señor de aquel país plurinacional, al que no renunciará bajo ninguna circunstancia. Por lo cual, desplegó una cruzada al frente de su grey, para volver a ocupar la primera magistratura. Esa que le fue arrebatada por Luis Arce Catacora, quien fue su ministro de economía y finanzas públicas. Su decisión es irreversible, por lo que para él es irrelevante que hayan desnudado sus preferencias por muchachitas. Muchos lo sabían, pero se hicieron los locos. Y es que otra de las delicias del poder, tiene que ver con la impunidad de la que gozan quienes lo detentan.

Morales -un apellido que contradice al personaje y también a la persona- ha resultado un antónimo en plural de la moralidad. Su singular conducta escorada hacia la pederastia, no ha sido condenada por la justicia. Por ahora lo han denunciado valientes periodistas y algunas de sus víctimas. En los últimos días supimos de una colaboración entre Bolivia y Argentina para investigar a Evo por trata y tráfico de menores y estupro agravado. Mientras tanto, al parecer, perdió el control del MAS, su partido, y no puede presentar su candidatura para las elecciones de 2025.

Agridulces

Toda mi solidaridad con Oscar Murillo, citado por el Cicpc por la “presunta comisión de un delito contemplado en la Ley contra el Odio”. Quien es un valiente defensor de los derechos humanos no puede albergar odio: esa ponzoña que alimenta lo peor de ciertos individuos, que tanto daño hacen a la sociedad.