El balance del año que termina ha sido hecho. Es muy negativo. La marcha hacia el desmembramiento del país continúa aunque hay claros signos que permiten mirar el tiempo por venir con esperanza. El régimen está peor que el país. Múltiples contradicciones en su seno sumadas a la corrupción y a la ineficiencia probada, fortalecen la voluntad de cambio que se apodera de todos los sectores y de no pocos compatriotas que hasta hace poco estuvieron al lado del régimen. La incertidumbre se apodera de ellos. No saben qué pasará con sus vidas, sus bienes y con la seguridad de sus familias. Todos están en la mira del país nacional y de organismos internacionales y gobiernos de esa comunidad exterior que ha sido y es tan solidaria con los demócratas. Sienten que se acabó el tiempo para seguir en lo mismo y empiezan a moverse en consecuencia.
Las reflexiones de fin de año también son indispensables en el mundo opositor. Para que la esperanza renazca con fuerza indetenible es necesaria la unidad de sectores distintos y personalidades diversas dejando de lado cuanto pueda perjudicar ese anhelo de unidad. Esta puede ser dinámica y diferenciada, pero caminando todos hacia la renovación integral de la República. En este aspecto se está avanzando con firmeza y claridad, aunque todavía falta un poco más.
En estos días hemos aprovechado para repasar la personalidad maravillosa de Cristo y apreciarla desde su nacimiento hasta su muerte y gloriosa resurrección. Muy importante su relación y actitud con los demás, la armonía de sus facultades, la fuerza de su carácter, la grandeza de su corazón, la rectitud de su conducta. Ejemplo de comprensión y entrega al prójimo. Jesús vino al mundo para servir y no para servirse. Para dejar un testimonio ejemplar que tenemos la obligación de seguir quienes nos consideramos sus discípulos. Especialmente quienes nos hemos declarado como socialcristianos, demócrata-cristianos y en definitiva como copeyanos más allá de las vergonzosas disputas internas que desnaturalizan buena parte de lo que somos y de lo que hemos sido. Ya basta.
El año que está por iniciarse será el de la refundación de la nación que puede concretarse por el camino constituyente. No me refiero a esas “constituyentes” del régimen actual que han desprestigiado en grado superlativo el concepto y la misión básica de lo que tiene que ser expresión originaria de la voluntad popular. El llamado es a todos los venezolanos, civiles y militares, para que trabajemos juntos hacia el objetivo. Este trabajo no es incompatible con lo que se necesita para salir del régimen madurista. Todo lo contrario. El mundo entero está en expectativa vigilante con relación a Venezuela. El tiempo llegó.
* Estas notas reaparecerán en la segunda quincena de enero