martes, 29 abril 2025
Search
Close this search box.
Search
Close this search box.

El progreso y los “progres”

Ni el movimiento ni el tiempo definen formalmente al progreso. El movimiento va del antes al después, del presente al futuro, pues tanto en el progreso como en el retroceso hay un paso del ahora al luego. El tiempo no se detiene jamás, pero eso no es sinónimo de progreso.

Algunas palabras que están en nuestra cotidianidad, cuando las extrapolamos a otros ámbitos nos sumergen en una inesperada complejidad: por su etimología, por su anclaje en interpretaciones de la historia, e incluso por su aporte a categorías y modelos científicos, políticos y culturales. Es lo que me ha ocurrido, cuando he realizado un rastreo por eso que conocemos como progreso. Y como tengo una especial predilección por la mitología griega, quiero empezar con Prometeo, aquel titán que le robó el fuego a Zeus, para entregárselo a los hombres, y que simboliza el progreso material de nuestra civilización occidental.

Su etimología hunde sus raíces en la cultura helénica y también en la latina, pues estaba presente entre los estoicos bajo el término “prokopé” cuyo significado es el perfeccionamiento de la virtud. Vale decir, el paso de la “akakía a la areté”, que en una arriesgada traducción puede ser subir el peldaño que permite ir de la inocencia a la excelencia. También Epicuro se aproxima a una noción de progreso con su Perí Prokopés y más adelante “Plutarco en De profectibus in virtuti”.

Vamos a tomar dos acepciones del término progreso. En el primer caso, se trata de mejora o avance que experimenta una persona o una cosa hacia un estado mejor, más avanzado o más desarrollado. En su segunda acepción significa desarrollo continuo, gradual y generalizado de una sociedad en los aspectos económico, social, moral, científico y cultural. Un buen ejemplo es la invención del alfabeto: uno de los más grandes acontecimientos del progreso humano.

Para La Ilustración el progreso fue objeto de profundas reflexiones, al ser un elemento medular de su propuesta, junto al racionalismo crítico y al naturalismo moral. Es oportuno recordar, que el período culminante de La Ilustración fue durante la segunda mitad del siglo XVIII.

La Ilustración define al progreso desde el punto de vista objetivo y también subjetivo. Desde el primero, el progreso es un proceso real, cuya ley está inscrita en el orden de las cosas. Es continuo, irreversible y acumulado. Va hacia lo mejor al elevar las facultades humanas, y estas serían ilimitadamente perfectibles. Transcurre como un proceso necesario o automático, que tiene lugar de aquí en adelante, y abarca la totalidad de los fenómenos, en lo técnico, económico, social y moral del hombre.

En el plano subjetivo -vale decir en cuanto a lo vivido por el hombre- ese movimiento es experimentado como algo deseable e imperativo. Como norma que apremia, como deber absoluto. Por ello la idea moderna de progreso -en la que tienen preponderancia los valores racionales- encierra tres postulados básicos:

1. La razón amplía continuamente sus horizontes,

2. La razón adquiere una conciencia crítica, cada vez mayor de su autonomía frente a los residuos de la tradición y de la metafísica,

3. La razón que se amplía de modo continuo hace al hombre moralmente mejor.

De lo que se desprende que lo nuevo tendría más altura moral o más valor que lo viejo y antiguo. Proceder hacia adelante no es un mero imperativo cronológico, sino algo fundamentalmente ético y axiológico. El progreso de la historia depende del progreso de la razón, y como el progreso de la razón es indefinido, también lo será el de la historia. Buena parte de los ilustrados optaron por un modelo de progreso indefinido, que postula que el avance de la humanidad es continuo y no tiene final.

La idea de progreso se identifica normalmente con la de perfeccionamiento o mejoramiento. Por el contrario, regreso equivale a empeoramiento, decadencia, esto es retorno a un estado menos avanzado. El movimiento del progreso debe estar definido, porque un cambio cualquiera no significa, necesariamente, progreso. Lo será si está orientado a una meta, que es lo que le da sentido y forma al progreso.

Ni el movimiento ni el tiempo definen formalmente al progreso. El movimiento va del antes al después, del presente al futuro, pues tanto en el progreso como en el retroceso hay un paso del ahora al luego. El tiempo no se detiene jamás, pero eso no es sinónimo de progreso.

Quise realizar este modesto recorrido por el significado de progreso para tratar de entenderlo un poco mejor. Pero esto me llevó a apreciar su creciente desprestigio en múltiples foros de la aldea global. Hogaño se habla más de “progresismo”, “progres” y “progresía”. Con lo que se caracteriza al zurdismo más sectario, intolerante, fanático y recalcitrante. Me temo que aquello ha operado en sentido contrario al concepto canónico de progreso, y ha activado una gran variedad de alarmas sociales, culturales, políticas y religiosas. De tal suerte, que hoy -en el cuadrilátero de la humanidad- se está dando una notable y necesaria batalla cultural con relación al progreso.

Agridulces

La creciente pauperización de la docencia en este ex país -con sueldos que no llegan ni a limosna- ha hecho de nuestra existencia un viacrucis de privaciones. Para llegar a la estación de los alimentos la cruz se hace muy pesada: sólo cubiertos con andrajos y con calzados raídos y extenuados.

¡Más noticias!