jueves, 6 febrero 2025
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El premio Nobel de Literatura

Es innegable que a nadie deja indiferente el premio Nobel y sus decisiones, anunciadas el primer jueves de octubre de cada año, son siempre motivo de disputa por la prensa o como aliciente para espantar la modorra en alguna tarde de amigos reunidos en un café.

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Cada año, cuando llega la ocasión de conocer el nombre del ganador del premio Nobel de Literatura, los ánimos de los lectores se exacerban y los bandos a favor y en contra levantan sus barricadas. De inmediato, aparecen quienes defienden la existencia del galardón como un referente de lecturas, como una recomendación de libros que, cual si fuese un viejo y sabio amigo, hace la Academia sueca para aumentar nuestro acervo cultural. Existen también las personas que denigran del premio y le restan importancia, catalogándolo como un simple canon de los centros de poder que dejan por fuera las valiosas manifestaciones de la diversidad del mundo.

¿Por qué este premio causa tanto escozor? ¿A qué se debe que despierte bajas pasiones entre los lectores? Los que abogan por la falta de objetividad de este premio se basan en las estadísticas que, durante más de cien años de existencia del Nobel, han mostrado un marcado favoritismo por la literatura occidental, eurocéntrica y elaborada por hombres. Desde 1901, fecha en la cual se otorgó por vez primera el premio, hasta hoy, se han declarado como ganadores a 116 escritores, de los cuales 85 son europeos y 15 mujeres. Si se revisa el podio de los tres primeros países con mayores premios Nobel de Literatura, encontramos que Alemania posee 10, Estados Unidos 12 y la medalla de oro se la lleva Francia con 15.

Los críticos al Nobel tampoco perdonan el que no hayan sido premiados Marcel Proust, Virginia Woolf, Jorge Luis Borges, Clarice Lispector, Philip Roth o Marguerite Duras, entre tantos otros escritores que han marcado de manera indeleble a la literatura con sus creaciones. Con este argumento señalan la injusticia del galardón y la falta de equilibrio y amplitud de criterio del jurado. Como en un partido de fútbol, las barras se dividen y nunca llegan a quedar satisfechas por los resultados cuando estos son adversos a su equipo favorito.

Es innegable que a nadie deja indiferente el premio Nobel y sus decisiones, anunciadas el primer jueves de octubre de cada año, son siempre motivo de disputa por la prensa o como aliciente para espantar la modorra en alguna tarde de amigos reunidos en un café. Sin embargo, estoy seguro de ello, uno de los beneficios de este tipo de premios es que aceita el contacto entre culturas, agiliza los mecanismos de la traducción y hace que obras y autores logren entrar a mercados antes imposibles. Impresiona cómo el premio mueve la maquinaria del mercado del libro para promocionar las obras de los ganadores, auspiciando reediciones, charlas, traducciones y un sinfín de actividades que hacen que los libros del Nobel se conviertan en una ineludible biblioteca universal. Ingenuamente sigo pensando que nada puede ser del todo malo si algunas de las consecuencias del premio lo constituyen la promoción del libro y la lectura.

El lado bueno del premio, también lo creo, es que por pocos días los medios de comunicación dedicarán algunos minutos de su programación para hablar de la literatura y los libros. Y en las librerías (no en la mayoría de las venezolanas, por supuesto, porque el caos de la dictadura nos amuralla) se exhibirán las obras de los ganadores como un anzuelo para pescar nuevos lectores y seguir tejiendo así la extensa e infinita red de la imaginación.

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Oferta de 2×1. Por todos fue conocida la noticia dada el pasado año que señalaba que la Academia sueca que otorga el premio Nobel no quiso anunciar el merecedor del galardón por un escándalo de acoso sexual de uno de los miembros del jurado y por una truculenta trama de corrupción que afectaba el prestigio de la institución. Para remediar la falta, la Academia prometió que este año 2019 daría el Nobel de Literatura a dos escritores, queriendo así llenar el vacío del 2018. Esta promoción de 2×1 dio como ganadores a la polaca Olga Tokarczuk y al austríaco Peter Handke. Quienes esperábamos un discurso de reformas, nuevas categorías para la evaluación y una apertura hacia el mundo de la Academia sueca, tendremos que seguir esperando.

El primer mueble. “La papelera es el primer mueble en el estudio del escritor”. Ernest Hemingway.

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