Alex Saab nunca imaginó que acercarse al sabor de los petrodólares le proporcionaría títulos, sin haber pisado una universidad, otra nacionalidad que, seguramente, no solicitó y el reconocimiento cupular que lo convierte en el más patriota de los venezolanos. Esta “ahí ahí” disputándose el primer lugar con El Libertador en su incondicional amor por su natío. No es ocioso rememorar eso que reposa en nuestro imaginario que coloca a Bolívar en el olimpo de las deidades, gracias a su valor, generosidad, desprendimiento y patriotismo que, expulsado de Venezuela, murió en la quinta de San Pedro Alejandrino en Santa Marta. Como nos lo grabaron en la memoria, desde el preescolar hasta la secundaria, debidamente machacado en cada casa: tanto en la de los más pudientes como en las más humildes moradas. Nadie escapa de la adoración perpetua del que creíamos era el más patriota de todos.
Pero sucede que en una nueva lectura perpetrada por la cúpula socialcomunista se ha producido una modificación sustantiva en cuanto a la noción de lo que es un verdadero patriota. Pedagógicamente resumida en la cátedra virtual del gran maestro del maso, que superó con creces a Simón Rodríguez. Ese didascálico y experto catedrático sintetizó en Alex Saab Morán lo que es un patriota en el más excelso sentido de la palabra. No busque más. De ahora en adelante cuando quiera ejemplificar sólo tiene que verbalizar el nombre del barranquillero, y se ahorrará muchas palabras y explicaciones. El socialismo del siglo XXI también impone la economía del lenguaje.
El argumentario del furrialero se le antoja irrebatible. Alex Saab -afirmó vehemente- se arriesgó y puso su pellejo por Venezuela. No dice dónde “puso” lo que sería la epidermis del barranquillero de ascendencia libanesa. Lo que sí se puede decir con relación a su piel es que no queda nada de la que tenía 12 años atrás, cuando de la mano de Piedad Córdoba se reunió con la macolla vernácula, donde estuvo el premio Nobel de la Paz Juan Manuel Santos. Las huellas del acné desaparecieron hasta convertir en cutis el maltratado rostro de Saab. Sus oscuras ojeras ya no enmarcan, antiestéticamente, su mirada. El peeling y la microdermoabrasión hicieron el milagro de blanquearle el contorno de sus ojos. Aquello, junto al diseño de sonrisa y el implante capilar, convirtieron al vendedor de llaveros en un George Clooney tropical. Listo para abordar sus lujosos automóviles, volar por el planeta en su flota personal de jets y levantarse a las mujeres que se le antojaran.
El patriota de los negocios ascendió al espacio sideral de las Grandes Ligas, gracias a la descomunal cantidad de dólares que le entregaba el socialcomunismo venezolano para que comprara ¿alimentos? en mercados secundarios. Carbohidratos que meten en las CLAP, y que le echan a “los bolsas” de este expaís para que sobrevivan, precariamente, ingiriendo productos de la peor calidad. El propósito, claro está, no es alimentar al pueblo venezolano sino engordar la inconmensurable riqueza extraída de las arcas del Estado, que hoy reposa en paraísos fiscales a nombre de corruptos y corruptores, de cortesanos, testaferros, vagos, vividores, chulos, gandules, truhanes, mafiosos, ociosos, pícaros, revolucionarios, podemitas, socialistas, comunistas, guerrilleros, pendencieros, revoltosos et al.
El perínclito se ajustó al baremo que el socialcomunismo aplica a quienes hace milmillonarios con el erario público. Refrendado por Cabello “cuando las cosas se pusieron duras Alex Saab fue uno de los pocos que dijo presente y eso tiene su mérito… Fue uno de los pocos encargados (sic) de burlar las sanciones de EE UU y traer medicina, alimentos y hasta gasolina”. Para cumplir aquella heroica tarea, el patriota, también puso su cara y sus empresas. Porque business es business, aunque sea el patriota más verdadero de este territorio, sometido a la esclavitud de una hambruna colectiva impuesta por corruptos, farsantes y nefarios.
Este heroico patriota -embragado con un modelito prêt-à-porter color naranja que le tenía reservado la justicia imperial- ha sido defendido por la élite socialista como nunca se había visto. Se cortan las venas por el diplomático nombrado a la carrera. Se rasgan las vestiduras Gucci y Armani para librar de todo mal al barranquillero de sus desvelos, y a ultranza buscan salvaguardar la vida y el honor de este prócer-empresario, que cantará como un canario en su jaula de la Florida.
Agridulces
A José Gregorio Vielma Mora -el más eficiente e impoluto de los funcionarios- le esperan 100 años de cárcel en Estados Unidos por su vinculación con esquemas de soborno para los CLAP. Que visto lo visto están en todos los guisos milmillonarios de los enchufados.