Algo fuera de lo común sucedió en las librerías argentinas a finales del año 2021. En aquel entonces un libro que recién acababa de publicar Seix Barral -la prestigiosa editorial fundada en España por Víctor Seix y Carlos Barral, ahora propiedad del Grupo Planeta- se exhibía como novedad en las vitrinas.
Dicho así, parece que nada extraño ni digno de comentar tuvo aquel suceso; sin embargo, los transeúntes detenían su paso, asombrados, boquiabiertos frente a aquel libro en exhibición.
Esta novedad editorial no era como las otras: era un libro sin autor, sin título, con portada, contratapa y solapas completamente en blanco, solo con el logotipo de Seix Barral y el código de barras respectivo. En el interior del libro, luego de varias páginas en blanco, sin división por capítulos ni índice, inicia el relato que abarca 230 páginas y que cuenta la historia de un hombre que se fastidia, que escribe guiones para Netflix, y que trata de encontrar algún sentido en su aburrida vida. El equipo editorial redactó la siguiente nota para promocionar el curioso libro:
¡Hola!
En un mundo regido por algoritmos que nos conducen a lo que se supone que deseamos a partir de datos sobre nuestras preferencias, los invitamos a una cita a ciegas.
Este libro sin autor ni título, sin imagen de tapa ni texto de contratapa, del cual solo diremos que es una novela, establece con sus lectores un pacto de confianza que encierra una incógnita a develar. La clave está en la propia historia narrada en la novela y cada uno podrá descubrirla por sí mismo. Se trata de un desafío para quienes acepten entregarse a una experiencia de lectura cruda, no mediada por ninguna información previa. Una propuesta que altera nuestra forma habitual de elegir y comprar libros para arrojarnos, por una vez, a la aventura de leer sin saber, por el solo hecho de disfrutar de algo acerca de lo cual no conocemos nada de antemano.
La costumbre de que cada serie tenga su teaser, cada muestra de arte su catálogo comentado y cada libro su argumento resumido en la contratapa choca de frente contra este libro, el primero con el que los lectores van a encontrarse verdaderamente a solas.
Ojalá quieran acompañarnos en este reto que, estamos seguros, va a ser tan vertiginoso y fascinante para ustedes como lo es para nosotros.
El equipo editorial de Grupo Planeta y su sello Seix Barral.
Este experimento editorial que intenta poner el acento en el texto, y no en el currículo del autor, tiene varios antecedentes. Basta con recordar a J.K. Rowling, la archiconocida autora de Harry Potter, a quien le abrumó la idea de pensar si en realidad podía escribir algo bueno sin el éxito automático asociado ya a su nombre. Por ello se le ocurrió publicar novelas con el seudónimo de Robert Galbraith y esperar por las críticas. Lo mismo sucedió con Stephen King y su alter ego Richard Bachman. Más recientemente, los seudónimos de Elena Ferrante y Carmen Mola (hombres detrás del seudónimo femenino) han vuelto a traer el tema del autor y su importancia en la construcción de lo que entendemos por literatura.
Fueron Barthes, Derrida y Foucault quienes hablaron de la muerte del autor en el sentido de liberar la comprensión de los textos y no circunscribirla solo a la dictadura de las motivaciones y explicaciones del escritor. La muerte del autor sería, por lo tanto, el nacimiento de los lectores. Décadas antes, el crítico inglés I.A. Richards desarrolló en sus clases unas prácticas de lectura que consistían en darles a sus estudiantes poemas sin la información de autor, título ni fecha. La intención de Richards era que los estudiantes comentaran los textos sin los prejuicios que podrían generar esos elementos paratextuales y contextuales, y que dejaran fluir sus impresiones libremente, sin ataduras.
Se han hecho apuestas para dar con el autor del libro blanco. César Aira, Juan José Becerra, David Guebel, Martin Kohan… son algunos de los nombres que se han asomado (nadie ha mencionado el nombre de una mujer, y eso es otro indicio de los prejuicios que se develan con este experimento). El que hasta hoy no se sepa el nombre del autor demuestra que no fue una simple estrategia de marketing.
El libro blanco de Seix Barral es, cómo negarlo, un libro otro, un libro raro, de esos que despiertan la curiosidad lectora.